Capitulo 3

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El inicio de la verdad

En dónde estaba así; un chico extraño irrumpió en mi casa y sabía mi nombre.

—Michell, cálmate, escúchame por favor —aclaró el chico, que se acercaba lentamente.

—Michell, ¿alguna vez has creído en la magia? —preguntó el chico.

Sus ojos azules como el mar. No entendía por qué rayos había bajado el libro; igual, no creo que le hubiera hecho daño.

—¿Este tipo qué se ha fumado? —dijo Ali, que escaneaba al chico.

—¿Qué quieres? —pregunté, sintiendo como si empezará un ataque de pánico.

—Quiero que vengas conmigo a la Escuela de dragones —dijo el chico, pasándose la mano por el cabello, lo que indica que estaba nervioso. Leer esos libros de lenguaje corporal sirve de algo.

—A ver, no te conozco y no voy a salir a ningún lado —aclaré, tratando de levantar el teléfono del suelo.

—¿Michell, sabes quién es tu madre biológica? —preguntó el chico.
El hecho de que supiera algo así de mí significaba que debió estar investigándome.

—¿Qué sabes de ella? —pregunté.

—Esas respuestas te las dará la directora. Necesito que vengas conmigo —aclaró el chico. Inmediatamente caminé hacia la ventana.

—Bueno, creo que no estás bien de la cabeza, así que vete por donde viniste —le dije, señalando la ventana para que se fuera.

—Si no me crees, tienes que ver las cosas por ti misma —el chico sacó una mini botella de vidrio de su chaqueta y movió sus dedos. A simple vista, lo que estaba haciendo era imposible, era como agua...

Entonces el agua cayó en mis labios, y luego todo se volvió negro...

Al abrir mis ojos, estoy en mi casa. Afuera era de noche. Vi a una mujer de espaldas en la entrada de la casa. Decidí acercarme. Al ver su rostro, me vi a mí misma: una mujer de ojos naranjas, con el iris manchado de morado, y cabello naranja como el fuego. Estaba vestida con una especie de armadura negra y llevaba en sus brazos a una bebé envuelta en una manta blanca. Cuando ella empezó a hablar, su rostro estaba lleno de lágrimas.

—Mi fuego, espero que puedas perdonarme. Te dejo aquí para que puedas vivir, pero no será por mucho. Cuando crezcas, nuestro mundo te necesitará —la mujer acarició la cabeza de la bebé—. Este mundo es más seguro para ti. Tu padre y yo te amamos. Mi fuego, te pido que, si ves este recuerdo, tengas en cuenta que pase lo que pase, siempre, hija mía, escucha tu corazón e instinto. —La mujer se quitó el collar de su cuello, que era exactamente igual al mío, y se lo colocó a la bebé—. Mi espíritu estará contigo, mi fuego. Sé una chica feliz, aprende de tus errores. Quiero que vivas y disfrutes. Cuando llegue la hora, el destino te buscará... No quiero despedirme, pero es hora de que me vaya. Quiero darte la oportunidad de que vivas. Pero quiero que sepas, hija, que no busques venganza. No dejes que el odio nuble tu corazón... No podrás verme, pero podrás sentirme. —La mujer dejó a la niña en el suelo frente a la puerta, le besó la frente y acomodó su cabello—. Te amo, mi fuego. —La mujer tocó la puerta, se fue corriendo hacia la carretera. Luego, en su espalda, salió un resplandor del cual surgieron alas enormes de color naranja. La mujer voló por el aire y desapareció.

Esa bebé soy  yo cuando vi a mi madre, Camila, como a los 26 años, recogiéndome en sus brazos. Entonces supe cómo llegué aquí. ¿Mi madre era un Dragón?. ¿Qué rayos le pasó a mi familia?

Al abrir mis ojos, estaba en mi habitación. Ali me sostenía la mano; sus ojos estan llorosos. El chico nos mira esperando mi reacción.

—Tu madre te dejó aquí para que vivieras, pero nuestro mundo te necesita —aclaró el chico.

—Tengo muchas preguntas. Lo que vi es algo imposible, pero si es verdad, tendré que descubrirlo.

—Nosotros, en nuestro mundo, tenemos las respuestas.

—¿Cuál es tu nombre? —pregunté. El chico me tendió la mano para presentarse.

—Mi nombre es Kai. Soy un mestizo dragón de agua —Kai y yo intercambiamos miradas. Ali estaba atónita.

—Te recogeré mañana a las ocho. Empaca lo que creas que necesitas. Lo que ocurrió debe ser confidencial; nadie debe saber  que viene —aclaró Kai.

Tengo que ir, y no sé por qué, pero siento que algo me está llamando...

—Nos vemos mañana, Kai —respondí. Kai recogió el agua y saltó por la ventana. Yo seguía de pie, viendo lo que había pasado.

—¡Michell, ESTÁS LOCA! —gritó Ali.

—No lo estoy, Ali. No me entiendes, pero vi a mi madre biológica. No sé cómo describirlo; fue como un recuerdo.

—Michell, eso es imposible.

—Tengo que ir. Confía en mí, siento que algo me está llamando.

—Confío en ti; eres mi mejor amiga. Lo único es que no confío en ese tal Kai.

—Yo tampoco, pero quiero saber qué le pasó a mi familia biológica. No debería importarme, Ali, pero siento algo.

—Entonces, ¿te irías con un desconocido solo porque sientes algo?

—Viendo las cosas desde ese punto, sí, estoy loca. Pero Ali, si lo que vi fue real, debo saber la verdad.

—Bueno, Michell, entonces ¿qué harás con la universidad y con tu madre?

—Cierto, la universidad. No sé cuánto tiempo estaré fuera, así que tendrás que cubrirme. A mi madre le diré que me salió una beca universitaria en otro país.

—Michell, sabes que esto podría resultar mal.

—Lo sé, pero debo intentarlo.

—Bueno, Michell, espero que no estés mal —dijo Ali, abrazándome.

Luego me ayudó a empacar ropa, mi libreta de canciones, mis audífonos y mi teléfono. Ali ayudó a conectarlo para que no explotara de nuevo. Después de empacar, Ali me dio un abrazo y se fue a su casa. Decidí esperar a mi madre para contarle; tendré que inventar algo creíble...

NOTA DE AUTORA: Este capítulo salió más largo de lo que pensé. Gracias por leer...

La Profecía De DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora