Al despertar, me encuentro en mi cama, empapada en sudor. Eva y Roci están frente a mí, con miradas de preocupación.
—Michell, nos asustaste. Estabas tosiendo como si te estuvieras ahogando —dice Roci, tocándome con un gesto nervioso. La adrenalina de mi sueño aún recorre mi cuerpo. Recuerdo cada detalle: la amenaza de Dion, su risa burlona, y cómo le clavé el cuchillo en la pierna.
—Oye, Michell, ¿estás segura de que estás bien? —pregunta Eva, con preocupación en su voz.
—Sí, estoy bien. Vamos a clase —respondo, tratando de sonar más segura de lo que me siento.
Al salir, noto que las chicas me miran de reojo, pero me dirijo directamente al baño. Al mirarme en el espejo, veo las ojeras marcadas y un dolor de cabeza que no me deja en paz. Me echo agua en la cara, pero no ayuda. Entonces, un escalofrío recorre mi espalda al ver los ojos oscuros reflejados en el espejo, y escucho la risa de Dion resonando en mi cabeza. Me agacho para buscar el cuchillo que me dio Kai, y lo extraño es que está tal cual como él me lo entregó, sin una gota de sangre, como si nunca se lo hubiera clavado.
Me ducho lo más rápido posible. Cuando salgo, las chicas me esperan, pero mi mente sigue atrapada en la pesadilla. Me visto con prisa y, al salir, encuentro a Kai mirándome con preocupación.
—Fuego, ¿estás bien? —pregunta, su voz entrelazada con un leve tono de ansiedad. La última cosa que quiero es preocuparlo más. Si le cuento la verdad y Dion lo mata, sería mi culpa.
—Estoy bien, solo tuve una mala noche —aclaro, manteniendo un tono casual, pero en mi interior, el caos se intensifica.
Durante el camino hacia la clase, guardo silencio, luchando por concentrarme. A cada momento, siento la mirada de Kai sobre mí. En el almuerzo, pierdo el apetito. Todos en la mesa me observan, especialmente Eduard, que parece saber lo que me pasó, pero no se atreve a preguntar.
—¿Te sientes bien, Michell? —pregunta Carlos, intentando romper el hielo. Su tono es ligero, pero hay una chispa de preocupación en sus ojos.
—Solo un poco cansada —respondo, evitando su mirada.
—¿Cansada? ¿De qué? No has tocado la comida —interviene Eduard, frunciendo el ceño.
La presión aumenta en mi cabeza, y me sostengo entre las manos, sintiendo como mil espinas se clavan en mi mente.
—Mi querida Michell, me encanta verte tan frágil y vulnerable... —su voz suena clara y burlona en mi mente.
—No tengo miedo, imbécil —respondí con un tono desafiante.
—Deberías, porque seré quien te mate —su risa se burla de mi resistencia.
Al abrir los ojos, veo a Kai sosteniéndome las manos. Los demás en la mesa me miran con preocupación.
—Michell, háblame. Tus ojos se pusieron negros —dice Kai, acariciando suavemente mi cara. Su toque me calma, aunque el temor aún me consume.
—Necesito aire —susurro, apenas audible. Todos me miran con más atención. Me levanto y, como siempre, Kai me sigue. Corro hacia mi habitación, pero antes de llegar, él me alcanza y agarra mi mano con firmeza. Sus ojos suplican que le hable, y las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos. Kai me abraza, acariciando mi cabello con ternura.
—Fuego, me rompe verte así. Háblame, por favor —su voz es un bálsamo para mi angustia. Suspiro, buscando las palabras adecuadas.
—No quiero que mueras. No puedo tener tu muerte en mis manos —admito, sintiendo el peso de la verdad.
—¿De qué hablas, Michell? ¿Qué fue lo que te pasó? —su preocupación crece a medida que mis palabras fluyen.
—Cada vez que cierro los ojos, lo veo a él...
—¿A quién, Michell?
—A Dion —digo, notando cómo su cuerpo se tensa al escuchar el nombre.
—Cuéntame qué te dijo —ordena Kai, con un tono serio que no deja lugar a dudas. Le relato cada detalle de mi sueño, lo que sucedió en el baño y en el almuerzo.
—Ese maldito, su poder está creciendo. Necesitamos hablar con la directora —dice Kai, preocupado.
—Kai, me duele la cabeza. En serio, no sé si puedo moverme —confieso, sintiendo.Sin dudarlo, Kai me carga en brazos, como a una princesa. Coloco mis brazos alrededor de su cuello mientras él me lleva hasta la oficina de la directora. No veo a ningún estudiante; probablemente están en combate.
Al entrar, la directora se sobresalta al vernos.
—¿Qué pasó? —pregunta, su voz cargada de inquietud.
—Es Dion. Está en la mente de Michell y la está torturando —explica Kai, su tono firme y directo. La directora rápidamente busca en uno de sus cajones y saca una botella de color violeta. Me indica que beba. Al hacerlo, mis ojos se cierran y todo se vuelve negro...
N.A:
Hola a todos gracias por leer.... Es para recodarles que abrí una cuenta de Instagram para los que me quieran seguir, él link en mi perfil
Sin nada más que agregar
Feliz añoATT:Bel
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La Profecía De Dragones (NUEVA VERSION)
FantasyNueva Versión publicada el 12/12/2024 Sinopsis: Michell Anderson ha vivido una vida tranquila y protegida con su madre adoptiva, pero siempre ha sentido que hay algo más en su interior. Cuando descubre que tiene poderes de dragón y está destinada...