Capítulo 16

107 8 2
                                    

"Me gusta todo de ti"

Adrien a penas y había dormido.

Pensaba en demasiadas cosas, pero al final, todo termina en Marinette.

Marinette, Marinette, Marinette, Marinette. En serio deseaba que todo lo que iba a hacer, saliera en beneficio para ella.

Incluso se creó ideas de cómo enfrentarse a Rossi sin sentir un ridículo temor que se había plantado en él desde hace un tiempo. Haría cualquier cosa para ayudar a Marinette.

Despertó temprano, salió para lo que tenía acordado hacer, y luego volvió a su casa, un poco cansado pero con una sonrisa de oreja a oreja, pues sabía que Marinette estaría muy feliz por todo, y si ella lo estaba, entonces él también lo estaría.

No se dio tiempo de desayunar por lo tarde que iba, y al bajar del auto cuando llegó a Françoise Dupont, se detuvo al observar a los lejos la silueta de la azabache que últimamente provocaba que su corazón latiera aceleradamente: Marinette Dupain-Cheng.

Ella parecía estarse ocultando, cubriendo sus ojos con sus manos mientras veía cómo sus labios se movían. Quizá hablando sola.

Retrocedía, avanzaba, luego volvía a retroceder, y la misma acción una y otra vez, por varios minutos.

–Vamos, Princesa, tú puedes...–susurró, frunciendo su ceño, sin apartar su vista de ella.

Entonces se llevó las manos a la cinta del bolso, apretando con fuerza mientras daba unos cuantos pasos hacia adelante.

Ella pareció hacer lo mismo, sin embargo, volvió a retroceder.

"Es inútil, no podré" La oyó decir, tan bajo que fue a penas audible.

Cuando por fin estuvo más cerca, ella se topó con su cuerpo y se dio la vuelta para mirarlo.

Su cambio de semblante mucho más drástico  le hizo que le doliera el estómago, y aunque hubiera deseado que eso no pasara, no pudo hacer nada para cambiarlo.

–Adri... Adrien.–musitó, entonces desvió su mirada hacia el suelo.

El chico tragó saliva, se llevó una mano a su nuca y sonrió.

–Buenos días, Marinette–sonrió y la miró–. Creo que ambos no hemos querido soltar la cama.–intentó bromear, pero sólo recibió un asentimiento de ella.

No dijo nada más. Ella no tenía el valor de mirarlo a la cara. Entonces Marinette caminó para por fin entrar al edificio.

Quizá no era la forma en que lo quería, pero al menos decidió no huir de ahí, y eso ya le reconfortaba un poco a él.

Cuando por fin estuvieron delante de la puerta del salón, Marinette se detuvo bastante tiempo para pensar en si debía tocar para llamar la atención de la maestra, o esperar a la siguiente clase.

Si entraba muy seguramente la maestra le regañaría duramente tras la última advertencia que le había dado, pero si esperaba a que terminara podía ser peor.

Bueno, Adrien no lo pensó mucho y decidió hacer por ella lo que no quería hacer. Caminó y tocó la puerta que ya estaba abierta.

Jadeó ante el asombro, y entonces por fin escuchó una tercera voz de la adulta que les impartía la primera clase del día lunes.

–Adrien, ¿por qué tan tarde?–escuchó preguntar, sin embargo no tuvo el valor de alzar su vista.

–Disculpe, tuve un problema, pero me aseguraré de que no vuelva a suceder.–dijo Adrien, y a Marinette un cosquilleo se le esparció por el estómago, llevándose las manos hasta ahí.

SI DECIDES QUEDARTE ( Marichat )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora