Capitulo 18

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"Mucho mejor ahora que te veo"

Adrien se dio la vuelta en su cama, se llevó la almhoda a su cara y gritó tan fuerte como pudo. Nadie podía oírlo así, o al menos nadie aparte de Plagg.

–Cálmate, solamente fue un beso en la mejilla; además, ya lo habías hecho antes.–dijo Plagg, rodando sus ojos mientras veía la notable "frustración" de su portador.

–Es que...–El rubio descubrió su rostro e hizo una mueca triste–... estuve pensando en lo malo que es eso.

–¿Malo?

–Ya sabes–miró hacia un costado y pareció sollozar– No puedo besarla mientras aún siga en este lío con Lila.

Plagg se acercó a Adrien y lo miró directamente a los ojos. El chico de verdad tenías sus ojos llenos de lágrimas.

–¿Entonces qué harás?

–Creo saber cuál es la solución pero...–Plagg le prestó demasiada atención y Adrien suspiró– Soy un cobarde. De verdad no sé cómo hacer esto.

–Desde un principio no debiste acceder; esto nunca te agradó.

–Lo sé pero... Es que no pude hacer nada cuando mi padre me obligó.

–Te manipuló.–dijo sin más.

Para esto Adrien se dejó caer de espaldas a su cama y miró hacia el techo, perdiéndose unos segundos en sus pensamientos.

Aún recordaba aquella tarde después de salir de Françoise Dupont, cuando su padre le pidió verlo en su oficina; tan ingenuo creyendo que el mayor pudiera querer verlo para felicitarle por el reconocimiento que había recibido en un evento realizado unos días antes, pero al entrar encontrarse con una castaña que sonreía maliciosamente. Después fue un largo discurso en el que hablaba sobre lo mucho que una relación con Lila Rossi podía ayudar a su marca y a su propio hijo.

Ni siquiera sabía cómo era que aún sintiendo un revoltijo en su estómago, de su boca salió aquella frase: Está bien, padre, lo haré.

Esa tarde Adrien entendió las razones de las cenas anteriores junto a Lila, las constantes preguntas de cómo era su vida en Françoise y de cómo se sentía respecto a ella.

Había sido un tonto por creer que su padre en realidad había estado interesado en él, por lo menos por un momento.

Una pequeña lágrima rodó por la mejilla de Adrien, y después otra más la siguió.

. . .

Dentro de una habitación con las luces apagada, la luz reflejada en la pantalla del monitor parecía esparcirse por todo el lugar, donde se encontraba una castaña que observaba atentamente con una sonrisa malévola.

Su mano clavada en el mouse se movía lentamente a medida que nuevas pestañas se abrían frente a ella.

Sonrió una vez más, detuvo cualquier otra acción y se recostó en la silla, ladeando un poco su cuerpo.

–Así que esto es lo que ocultas, querida Marinette–susurró, miró detenidamente la imagen frente a ella y soltó una carcajada resonante–. Descuida, tu secreto está a salvo conmigo.

En la pantalla, la foto de un héroe que abrazaba con mucha cercanía a una azabache llamada Marinette Dupain-Cheng.

                                 
                                (  • • •  )

–¡Toma de tu propia medicina!—gritó Chat Noir, entonces inmediatamente dejó caer sobre los pies del akumatizado mucho del enorme pegamento que Ladybug había obtenido tras el Amuleto Encantado.

SI DECIDES QUEDARTE ( Marichat )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora