25. No más mensajes

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Tras haber visto como llegábamos a las dos de la mañana y la mayoría en estado de ebriedad, mi madre nos había confinado a todos a nuestras habitaciones de hotel sin poder salir de ellas. Todo con la advertencia de que si alguno desobedecía la regla entonces le contaría al resto de los padres y todos sabíamos que eso sería mucho peor.

Aunque todos se habían arriesgado a venir a nuestra habitación por ser la más grande y habían pasado su resaca quejándose en las camas mientras a mi amigo y a mi nos tocaba cuidar de todos ellos -lo difícil era soportarlos con semejantes quejas- hasta que el buen Hulama llevó a la habitación pastillas para el dolor de cabeza y más tarde unas para dormir.

El segundo día había sido de completo aburrimiento. De igual forma todos en nuestra habitación aunque sin su inmenso dolor parecieron aburrirse más y sus quejidos de aburrimiento eran incluso más molestos que los de dolor.

Pero para el tercer día, el castigo terminaba y todos eramos de nuevo libres de salir. Y como mis amigos no aprendían su lección después de un castigo, habían propuesto de nuevo salir de fiesta aunque esta vez yo no iría ya que prefería quedarme a relajarme en el hotel.

Bennet también se quedaría conmigo, era bueno tener un amigo con el mismo nivel de conciencia que tú ya que ninguno tendría que aburrirse por no hacer cosas emocionantes ni tampoco estresarse haciendo cosas muy arriesgadas.

Mi mejor amiga estaba indecisa pero terminó yendo con la excusa de que debería mantener un ojo en todos ellos, y era cierto, no confiaba en lo que ellos podían hacer sin que alguien les pusiera un límite.

-¡Volveré antes de la media noche! -gritó Dean desde el asiento del piloto.

-¡Diviértete! -respondí lanzando una despedida con la mano.

-Tarden todo lo que quieran, yo cuidaré de ellos. -Akuma nos había sorprendido rodeando al chico con su gran brazo.

-¡Me quedo! -anunció mi hermano a punto de bajar pero el castaño puso seguro a todas las puertas antes de que pudiera hacerlo.

-¡Bennet tiene un punto débil bajo la barbilla! -gritó Dean justo antes de arrancar el auto para irse en dirección al lugar donde les habían dicho era un bar.

El rubio me miró con enojo mientras que el moreno lo miraba con... ¿lujuria? 

Bennet una vez nos había contado eso a Elizabeth y a mi que le encantaba cuando Connor acariciaba esa parte de su cuello, yo se lo dije a Dean cuando nos habíamos perdido en la selva y no teníamos más tema de conversación. 

-Emily... -el chico tenía una mirada asesina y por primera vez desde que lo conocía ¿, le tenía miedo.

-¿Perdón? -sonreí patéticamente.

El chico más alto trato de tocar la parte que habían mencionado antes pero el rubio no lo dejo, lo apartó y me arrastró hasta el elevador donde se cruzó de brazos.

-Me vengaré.

-No te atreverías. -Sacó su celular y escrbió un mensaje de texto.

-¿Qué escribes?

-Le envió un mensaje a Dean... ¡Sobre el lunar!

-¡No lo hiciste!

-¡Si lo hice!

Respiré profundamente, -bien, quedamos a mano.

Ambos nos tranquilizamos hasta estar de vuelta en el apartamento. Se veía tan vacío, como cuando recién habíamos llegado mi mejor amiga y yo, aunque claro, ahora ya había algunas cosas personales que lo hacían sentirse más cómodo.

Del odio al amor hay un solo veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora