El pequeño Danny había vuelto a su hogar en Washington y no lo volvería a ver hasta la boda por el cívil que sería en tres semanas, a principios de agosto y debido a que el otro día no ayudé a mi madre en absolutamente nada el día de hoy me hará ser su asistente personal.
Ser una asistente no me preocupa ya que es algo tranquilo, hacer lo que te piden y llevar café... Pero ser la asistente personal de Jane Aston, alias mi madre, era un tortura, debías hacer las cosas que te pidiera en la mitad del tiempo promedio, por lo general eran tres cosas al mismo tiempo y hacerlas perfectamente o debías hacerlo de nuevo dos veces, y también llevarle el café. Pero como soy su hija también debo hacer todo eso mientrás uso tacones, vestido, me mantengo perfectamente peinada y hacer todo eso sin dejar de sonreír ni encorvarme.
¿Han visto la película "El diablo viste a la moda"? si, pues es mucho más fácil ser asistente de esa señora que de mi madre. No es exageración, el los últimos años hemos recibido dos demandas por explotación laboral y no han sido más porque ahora los hace firmar un contrato en el que se especifica que no podrán demandarla, antes de darles el empleo.
-Emily, necesito que vayas a mi estudio, búsques las telas número siete, doce y veinte, levantes a tu hermano para que vaya a la prueba del traje y prepares un café expreso.
-¿Algo más? -pregunté.
-Si, busca en la alacena las galletas que me gustan y tráelas bañadas en chocolate.
-Claro... -había olvidado que si le lanzas indirectas de que es mucho a mi mamá te dará aún más trabajo.
-Oh, y Emily -agregó mientras estaba atravesando el lumbral-, lo quiero antes de las diez, por favor.
Miré a mi reloj.
9:45
Así es, me había obligado a pararme temprano en verano y quería todo eso en menos de quince minutos.
Corrí escaleras abajo para dirigírme a su estudio pero al abrir la puerta casi me caígo con todas la telas que estaban esparcidas como si fuera un tapete, las telas tenían en una esquina números, me lancé al suelo con la esperanza de encontrarlas rápido, cosa difícil pero no imposible.
Con las manos movía las telas hasta encontrar los números que mi madre me había dicho y cuando por fin los había encontrado salí rápido del cuarto para correr hacia la cocina donde encontré a una de las empleadas con el típico uniforme negro con blanco parada a un lado de la estufa.
-¿Qué le pidió su madre? -me preguntó amablemente.
-Café expreso y las galletas que le gustan, bañadas en chocolate -dije sacando la cafétera de un cajón y agregando los ingredientes para preparar el café expreso.
-¿Quiere ayuda, señorita Emily?
-No, -dije habriéndo las puertas de la alacena- ya sabes que si mi mamá se entera que alguien me ayudo, me castigará un mes.
La alacena era un pequeño cuarto lleno de cosas, a pesar de que todo estaba ordenado era muy difícil encontrar lo que buscabas ya que todo se acomodaba por orden de fecha de caducidad. Las galletas favoritas de mi madre vienen en un empaque negro de tamaño regular con un conejo blanco en la parte de enfrente.
Cuando encontré la caja la saqué y puse seis en un plato amplio, luego busqué en un cajón cerca del refrigerador para sacar una botella con jarabe de chocolate para ponerlo sobre las galletas. -El café esta listo señorita.
-Gracias, Dev -le contesté con una sonrisa para posteriormente sacar una taza y un pequeño plato en el cual ponerla, lo llené con la sustancia oscura.
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Del odio al amor hay un solo verano
RomanceEmily Aston es una chica de 17 años que pertenece a una familia que ha sido rica por generaciones, su hermano está a punto de casarse con una muy linda chica, y pasará todo el verano en eventos relacionados con la boda, el único problema es el moles...