28: Problemas

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— Estás mal, nunca pensé que aceptaras estás cosas, cuando yo te lo ofrecía comenzabas a dar un discurso de porque hacía daño.

— ¿Tu también? Edson, vine a tomar unas cervezas contigo, dijiste que tenías tiempo y no ibas a molestarme con ese tema.

— Está bien, solo que me sorprende lo que ha pasado en la vida de Diego Ochoa como para acabar así –explica Edson.

— Ni yo sé lo que me pasa, no es el tema de mis padres y su divorcio loco, admito que dolió sentir que no me tenían confianza como para decirme la verdad pero tampoco era el fin del mundo... No lo sé.

— Si quieres olvidarte de todo por lo menos un tiempo tengo esto –mostro a su antiguo amigo una bolsa de un polvo blanco– a mitad de precio solo porque nadie se atrevía a golpearme.

Para Diego era tentativo pero recordó como hace poco vio a Kevin de rodillas pidiendo que se detuviera con todo, no podía hacer esto, era sobrepasar la línea, sintió que era hora de irse.

— Mi papá va a buscarme como loco, me fui sin permiso así que será para otra ocasión.

Veinte minutos después ya se había ido de ahí rumbo a su casa ya que Kevin no había llegado a su hogar, admite que no estaba tan alcoholizado pero su aliento lo delataba, buscaba correr a darse una ducha y cepillarse los dientes las veces que fuera necesario.

Sintió un ambiente tenso al estar afuera de la casa pero ya planeaba como ir corriendo a su habitación, sería difícil pero no imposible, al abrir la puerta de quedó sin aliento, ahí estaba su amigo mirándolo con culpa.

No pudo reaccionar cuando Guillermo lo jalo del brazo para que entrara cerrando la puerta mientras la azotaba.

— SOPLAME AHORA.

— P-Papá, me estás lastimando –intento distraer Diego aunque era cierto, su papá no estaba midiendo su fuerza.

— Ochoa estoy hablando en serio, sopla.

No tenía otra opción, con temblores hizo lo que se le pidió, olía a alcohol, fue cuando Guillermo lo soltó, cuando vio la persona que estaba al lado de Kevin creyó que iba a caerse al suelo, era su padre Javier.

Sus padres y Kevin eran los únicos que estaban ahí, Ronaldo junto con Criss habían ido a su hogar mientras que Lionel se quedó arriba con los mellizos.

— ¿Les dijiste no es cierto? –pregunto Diego molesto hacia Kevin que se había adelantado para pararse como si quisiera escapar– ¡Voy a matarte!

Guillermo no alcanzo a reaccionar cuando su hijo se abalanzó a Kevin para darle puñetazos en la cara, rápidamente Javier agarro a Diego para que se detuviera.

No fue muy complicado, por suerte Kevin no correspondió a ningún golpe, solo se tocaba la cara dolido.

— ¿Que mierda te sucede? –grito Guillermo molesto hacia Diego que se sorprendió.

Jamás lo había visto tan molesto como ahora y Javier no era muy distinto.

— Yo puedo explicarlo, solo fue una vez.

— No nos mientas Diego, tu amigo dijo que es desde antes que nacieran los mellizos, ¿Que es lo que esperas para detenerte, que te de cáncer de pulmón o una mierda así? –pregunto Javier.

— Ni siquiera deberías de estar aquí –contesto Diego molesto y en un tono grosero hacia Javier.

— Te guste o no también soy tu padre y también tengo autoridad sobre ti, así que me vas bajando ese tono porque me debes respeto.

Kevin sentía que su trabajo ya estaba hecho, deseaba que los padres de Diego lo ayudarán y el haría su parte, alejarse de su amigo.

— Es mejor que me vaya, lo lamento –se disculpo nuevamente Kevin con los padres de Diego dispuesto a irse ante el asentimiento de Guillermo, si no fuera porque Javier tenía sujetado a su hijo este hubiera atacado nuevamente.

— Estás muerto para mí Nahin, te advertí que haría tu vida miserable cabrón –amenazo pero Javier puso su mano en la boca de su hijo para que cerrará la boca.

— Tu no vas a hacer nada –dicto Javier mientras Guillermo acompañaba al menor a la puerta.

— Gracias por decirnos esto, mi hijo también tiene parte de la culpa, no solo tu, puedes irte tranquilo, me encargaré de Diego.

Ante las palabras de Guillermo Kevin asintió y se fue rumbo a su casa, había hecho lo correcto.

Mientras tanto Diego había sido obligado a sentarse en el sillón, su padres solo se observan entre si listos para dar la siguiente información.

— Te mudaras con Javier la siguiente semana.

— ¿Me estás abandonando? –preguntó Diego con dolor.

— ¿Cómo crees que me siento ahora? Estabas a mi cargo y llegan a decirme que compraste drogas y que no saben si las consumiste solo, Javier me dio la confianza pero a cambio le di inseguridad, está decisión es de ambos, no me siento seguro si estás a mi cuidado, lo lamento.

— No es justo, nada de esto, ustedes solo están viendo su bienestar.

— Lo que no es justo es que desde un inicio hicimos lo que tú querías esperando que te tomarás la separación de la mejor manera, somos tus padres, que te mudes ahora conmigo no significa que dejaras de ver a tu papá, Lionel y los mellizos pero necesitamos cuidarte.

— ¡Estoy bien solo, no necesito de ninguno de ustedes, pueden mandarme con la abuela si no me quieren!

— Nosotros te amamos pero esto se trata de que no puedes cuidarte solo, se que vas a odiarnos a ambos pero solo queremos tu bienestar, vete a bañar que apestas a alcohol, la desición está decidida.

— ¡Los odio a ambos! –grito Diego, mientras subía las escaleras parecía seguir la conversación– no sé cómo pretenden cuidar a sus nuevos hijos si no pueden hacerlo bien comigo, debería de mudarme así no escucho las tonterías de Ronaldo y dejaría de escuchar los llantos insoportables de los mellizos, mucho mejor, dejar de tener en casa al entrometido de Lionel.

Gritaba esperando que sus padres lo escucharán pero no esperaba que al terminar de subir la escalera se encontrará con Lionel pero el enojo pudo más con el.

— ¿QUE ME MIRAS?

Azotó la puerta mientras se metía a la ducha intentando no resbalarse más sin embargo termino por caerse dando un grito de dolor quedándose ahí, tal vez si estaba borracho y no solo era el aliento.

El agua se detuvo y sintió una toalla taparlo, era Lionel con Guillermo atrás dispuesto a ayudar.

— Déjenme aquí, no quiero verlos –pidio Diego.

— ¿Te duele algo? Creo que hay que llevarlo al hospital por si las dudas Guille.

— ¡No! Estoy bien...

Aunque quisiera no tenía corazón como para tratar mal también a Lionel, había hecho tanto por el que odiaba haberle gritado.

— Amor báñalo y después ponle la pijama, yo voy a revisarlo después para ver cómo sigue –pidio Lionel para irse no sin antes acariciar la mejilla del menor como apoyo.

Guillermo no esperaba que la primera borrachera que vería de su hijo sería a esta edad.

Y más dolía saber que está no era la primera vez que Diego se ponía así.

𝘗𝘢𝘥𝘳𝘦𝘴 𝘚𝘦𝘱𝘢𝘳𝘢𝘥𝘰𝘴 | Diego Laínez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora