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La mañana empezaba y Lionel estaba con bastante hambre pero debido a indicaciones del doctor no podía comer ni beber nada seis horas antes, intentaba convencer a su novio que nada malo pasaba si comía un poco.

— Son indicaciones del doctor cielo, después vayan a una cafetería y come lo que el bebé y tu quieran.

— ¡Pero quiero comer ahora! Aún queda una rebanada de pizza.

Diego paso al lado de ellos con la rebanada en su boca, no lo hizo apropósito, se le había antojado y el si podía comer algo antes.

— Quedaba una rebanada...

— Vamos ya al auto o si no se hará tarde, ambos vayan –pidio Guillermo mientras salía tomado de la mano con Lionel, atrás iba Diego sentándose en la parte de atrás con Leo mientras jugaba un videojuego en su teléfono y su papá hablaba con el que tenía al lado.

Estando ahí con el gel en su vientre Lionel solo cerraba sus ojos con determinación a no ver a su bebé, el doctor lo buscaba de forma tranquila y Diego veía atento con emoción en su pecho, un pequeño bulto en forma de bebé se hizo presente pero había algo extraño, el doctor paso aquel aparato un poco al lado viendo otro bebé en el vientre, Diego no tardó en entender.

— Ay dios... –pronuncio Diego mirando a la pantalla, preocupo a Lionel.

— ¿Todo está bien, mi nene está bien?

— Claro que sí señor Messi, sus dos nenes están bien —hablo el doctor.

— ¿O sea que Diego también está bien con el bebé o como va la cosa?

Diego rió un poco, no entendería mucho.

— Leo te salió 2x1 la promoción de bebés –dijo Diego, Lionel abrió los ojos rápido intentando ver pero el menor se los tapo– ¡Me habías dicho que no querías ver!

— PERO ASI LA COSA CAMBIA, DIEGO DÉJAME VER POR FAVOR.

— No.

Y no se lo permitió, después de comprobar que todo estaba bien le dieron unos papeles donde se confirmaba que venían mellizos, la emoción era mucha por Diego, Lionel estaba más preocupado que cualquier cosa, todo se venía duplicado.

— ¿Cómo se lo va a tomar tu papá? Va a matarme... Esto es mucho gasto, empezaré a ahorrar, no desayunaré y una comida al día, si, eso haré.

— Leo tranquilo –se detuvo Diego intentando calmar a su padrastro, ya estaban enfrente de una cafetería que en parte daba desayunos completos así que lo hizo entrar apesar de que el mayor negara, también hizo que se sentará en una silla con mesa para dos– incluso si vinieran cinco bebés se puede económicamente, esto fue cosa de dos y seguro mi papá estára feliz por esto aparte debes de comer por tres, ya decía yo que eras muy chillón para un solo bebé.

Esa mañana junto con la tarde intento calmar las inseguridades de Lionel, no lo veía como un enemigo, era como un amigo con el que podía confiar y esté podía confiar en él, después de todo era la pareja de su padre, futuro papá de sus hermanos, si se lo preguntan, es muy distinto a con Ronaldo.

Lionel y Diego se encontraban viendo una película hasta que se escuchó la puerta, el adolescente corrió a su habitación para así dejar a los adultos solos.

— ¡Cariño! Llegué, ¿Cómo está mi pequeño champiñón? –pregunto Guillermo cerrando la puerta y acercándose a saludar a su pareja con felicidad pero lo noto raro, algo distante, se preocupo, habían veces donde el argentino se ponía sensible y comenzaba a llorar diciendo que su hijo le daba malestares, luego se enojaba y daba golpes suaves a su novio por dejarlo embarazado pero está vez se sentía distinto.

— Perdóname mi amor –comenzó a llorar Lionel que rápidamente fue abrazado por su pareja, apesar de que Diego le dijo que su padre no se lo tomaría mal estaba aterrado.

Recuerda una vez dónde hablaban de planes a futuro, Guillermo solo quería dos hijo en total y llegó a mencionar que no se creía capaz de tener más, Lionel en su momento estuvo de acuerdo.

— ¿Que sucede, el bebé te volvió a poner sensible?

— Son dos Guille, se que dijimos que solo uno y ya pero no salió como queríamos, de verdad perdoname, no fue... Soy el peor –tembló el argentino.

Nuevamente su pareja le mostró lo mucho que su mente podía dañarle, recibió varios besos y pudo calmarse, al final el mayor solo le limpiaba las lágrimas.

— Esto no es tu culpa Leo, se lo que dijimos pero sabes que las cosas no salen como uno las planea y estamos bien, dos son un número hermoso, tendré en total tres hijos y es... Voy a llorar, creo que soy el hombre más feliz de este mundo.

— Pensé que estarías mal con todo esto.

— ¿Por qué lo estaría? Tengo a mi lado al hombre que más amo en este mundo y voy a tener dos hijos más, mi hijo mayor no está tan emputado conmigo... Soy bastante feliz.

Con eso todas las dudas se fueron.

No era lo que planearon pero uno más nunca estaba mal, era emocionante, para Guillermo, significaba escoger un nuevo apodo.

— Champiñón y clamato.

— Eres pésimo en apodos, para este caso mejor ponle al otro nene fresa o sapo.

— Son pésimos en apodos –agregó Diego bajando a la cocina para buscar una paleta payaso que había dejado en el congelador, casi le da algo cuando no la encontró– Leo...

— Ay, es que está vez no fue el –susurro Guillermo.

— Papi... A el le dejo porque carga con dos bebés pero tú señor Ochoa ¡Estás muerto, se congelo por dos días y te lo comes sin más!

Empezó una persecución por toda la casa mientras Lionel reía, realmente era feliz, no dudaba en ese lema de que después de la tormenta venía un arcoiris.

Todo termino bien ese día con Diego y Lionel comiendo unas paletas heladas mientras Guillermo se sobaba la cabeza cuando cayó intentando escapar.

Solo era tiempo como para volver a tener que afrontar a su padre Javier y su familia.

𝘗𝘢𝘥𝘳𝘦𝘴 𝘚𝘦𝘱𝘢𝘳𝘢𝘥𝘰𝘴 | Diego Laínez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora