3. Ningun buen acto queda impune

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Un mes había pasado desde nuestro supuesto acto heroico, bueno supongo que el otro chico sí lo hizo por ese motivo, yo lo había hecho como un plan fallido de tratar de huir, pero de una u otra manera ahora todo el pueblo creía que teníamos futuro en la nación del fuego o mejor dicho que éramos el futuro de la nación del fuego.

Tal y como había prometido lleve frutos secos, flores e incienso a la tumba del anciano que había salvado mi vida y había hecho algunas oraciones que se acostumbraban en ese mundo, por supuesto en parte lo hice para cumplir mi promesa, pero también quería proyectar una imagen de alguien agradecido con los soldados veteranos y que lamentaba realmente su pérdida, mantener una buena reputación era importante para seguir viviendo cómodamente.

Otra cosa importante fue que los militares además de nuestras espadas de entrenamiento nos habían otorgado una espada real a cada uno (la mía solamente la había desenvainado para darle mantenimiento, pero Chan al parecer cuando nadie lo miraba la desenvainaba para jugar con ella), por supuesto esto iba en contra del protocolo, sin embargo, no había militares de alto rango cerca de la región en la que estábamos así que lo pasaban por alto.

Chan se sentía sumamente orgulloso, yo por otra parte me sentía bastante preocupado porque eso significaba que en el siguiente problema en el poblado nos pedirían que estuviéramos en primera línea.

Además, los militares nos entrenaban cada uno en diferentes formas de combate, realmente no era mucho, en su mayoría eran trucos sucios para pelear, pero se agradecía.

Lo que sí fue muy importante es que nos permitieron estar en su cuartel y nos permitían escuchar toda la información militar a excepción claro de cosas que venían del cuartel general y nos ponían a realizar tareas militares, en especial de limpieza y mantenimiento de armas, nos habíamos vuelto tan buenos que podíamos darle mantenimiento a todo el arsenal militar que tenían.

Un día el jefe nos llamó y nos dijo que nos había inscrito en las listas para el registro militar de aspirantes a oficiales, si corríamos con suerte y nos aceptaban aproximadamente en 3 meses iniciaríamos la instrucción militar en una academia militar del borde exterior y si corríamos con aún más suerte tal vez sería en la capital del reino fuego, él jefe sonriendo dijo que tenía algunas influencias que podía utilizar de su difunto padre y había mandado algunas cartas, en especial para mi menciono algo acerca de una insignia y un pergamino que acreditaba el estudio básico, pero no le tome mucha importancia pues pensaba en usar cualquier excusa para no enlistarme.

No me gustaba para nada la visión de ser arrojado a las filas de los militares, pero después me tranquilicé pensando que podría desaparecer misteriosamente y me darían como un chico muerto más en territorio enemigo, así que lo único que debía hacer era crearme esa oportunidad para poder desaparecer y no ser inscrito en el ejército.

Después de darnos esa noticia nos dio otra, que para mi gusto era aún más aterradora que la anterior no por sus implicaciones, sino por su proximidad.

Nos dijo que al día siguiente partiríamos en busca de los remanentes de los maestros tierra que nos habían atacado, los cuales se habían replegado según sus informes.

Nada más y nada menos que a las Ruinas de Taku, pues era un lugar bastante defendible debido a las ruinas y se rumoraba que existía una curandera bastante famosa del reino tierra y mirando el hecho de que nuestros soldados les dieron una paliza y tenían muchos heridos era lógico pensar que ahí se dirigían.

Un dato muy relevante que torpemente había olvidado mencionar es que el poblado en donde vivíamos era Gaipan, así que éramos la fuerza de respuesta más cercana.

La misión era interceptar a los enemigos antes de que llegaran a su destino y acabar con ellos o en su caso crear una línea de defensa para evitar su avance mientras llegarán refuerzos.

Chan y yo víctimas del alta estima que nos tenían todos los soldados, nos tomaban como dos más de ellos, en realidad nos consideraban como los encargados del mantenimiento de sus suministros y armas, por lo que tendríamos que acompañarlos el día siguiente en su despliegue.

El jefe me dijo que a partir de ese momento los dos deberíamos andar juntos, me dijo que yo era el responsable y Chan debería de obedecer mis órdenes, esa idea no me gustó pues puede sonar bien pero en realidad no lo es, significaba que tenía que estarlo cuidando.

Mientras yo estaba distraído con mis pensamientos el jefe mencionó un dato bastante perturbador el cual no me explicaba cómo era que yo lo había olvidado, mencionó que si los antiguos dueños de estas tierras los maestros tierra lograban unificar suficientes fuerzas podrían destruir la presa de agua y sería el fin del pueblo, hecho que en realidad ocurriría varios años en el futuro según mis recuerdos, en el cual Sokka salvaría a la gente en ese momento, me percaté que tal vez mi presencia podría haber alterado el flujo de los acontecimientos.

Nota:
Lugar donde se desarrolla la historia.

7. Ruinas de Taku, incluyendo el instituto de la Herbalista
11. Gaipan, situada cerca de un refugio abandonado en las copas de los árboles.

 Gaipan, situada cerca de un refugio abandonado en las copas de los árboles

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Reencarnado en el mundo de Avatar la leyenda de AangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora