Mia
—Vamos, Mia.
—No.
—Te prometo que te pagaré el favor.
—Ya te dije que no, Ethan.
—Porfa, porfa, Mia.
Miré con los ojos entrecerrados a mi hermano. Ethan llevaba toda la mañana insistiendo en que lo acompañara a una especie de salida doble con la chica que le gusta y su hermano.
De haber sido cualquier otro favor hubiera aceptado de inmediato, pero era una cita. Y yo odio las citas.
—¿No puedes ir solo? ¿O con una amiga? —cuestioné, ya cansada de la situación.
—¿Con qué amiga? Tú bien sabes que mis amigas no querrían acompañarme a una cita.
—Claro, se me olvidaba que eres un mujeriego sin remedio.
—Prefiero decir que soy alguien que disfruta mucho de la compañía del otro sexo.
—Como sea. Igual puedes ir solo. Tú naciste solo —el castaño rodó lo ojos.
—Ya te dije que a ella no la dejan salir sola —recalcó.
—¿Y tú piensas estar con alguien a la que no dejan salir sola? —inquirí, con una mueca.
—Yo no dije que iba a estar con ella.
—Tampoco lo negaste.
—Bueno...
—Y te gusta. Conociéndote como lo hago, sé perfectamente que vas a hacer todo lo posible para que sean novios. ¿O me equivoco? —Ethan me sonrió con picardía, afirmando así mi suposición.
—Vale, lo admito —sonreí con suficiencia al haber acertado—. Entonces... ¿vas a ir conmigo?
—No.
—Anda, vamos. Piénsalo. Te voy a deber algo, además, ese chico está coladisímo por ti desde hace rato.
—¿Quién está colado? —preguntó mi padre, quien iba entrando a la sala.
—Nadie —respondió rápido mi hermano. Papá le dedicó una mirada de incredulidad, y luego se marchó a la cocina.
—Y eso a mí no me importa —dije, indiferente.
—Mia, te lo estoy pidiendo por favor —suplicó.
Me le quedé mirando por un rato, en silencio. Él esperaba impaciente mi respuesta, la cual sabía cuál era. Suspiré, rogando paciencia.
—¿Hora? —pregunté, y el rostro de mi hermano se iluminó con una sonrisa.
—Seis de la noche.
—Me debes una grande.
—Claro.
—Y no esperes mucho —tras decir eso último, me levanté del sofá y subí hacia mi habitación.
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VIENEN Y VAN
Teen FictionLas personas vienen y van en nuestras vidas. Algunas vienen y van. Y vuelven a venir. Y se vuelven a ir. Hasta volverse continuo. Supongo que Azael era una de esas.