El tiempo pasó muy rápido. Mucho más de lo que me hubiera gustado.
Azael y yo hablábamos todos los días por teléfono y solo nos vimos como un par de veces en persona. El día de Acción de Gracias no nos pudimos ver y en navidad tampoco.
Mi familia tiene la costumbre de pasar navidad en New York y recibir el año nuevo en Times Square. Así que no pudimos reunirnos esas fechas, pero hicimos video llamada.
Esa navidad viví mi primera experiencia sexual. Sorprendente, lo sé. Ni yo misma me lo esperaba, fue muy repentino. El chico se me acercó, hablamos, tomamos unas copas —muchas copas—, el alcohol hizo su efecto y de un momento a otro nos encontrábamos en el hotel.
Luego de eso nos vimos un par de veces más y quedamos hablando como amigos cuando me fui de New York. Tuvimos conexión sexual, pero no pudimos llegar a más nada.
Las vacaciones de invierno se acabaron y regresamos a clases. Fue todo un infierno. Los profesores se pusieron más pesados de lo normal, los exámenes fueron horribles, ya casi no teníamos tiempo ni de respirar. Y todo eso sin contar con la presión de las universidades.
Zoey no se decidía a qué universidad ir y Landon ya había enviado varias solicitudes. Kilian también envió un par solicitando un beca. Y Sarah iba a ir a una facultad de medicina de la cual no recuerdo el nombre.
Y yo... bueno, qué puedo decir. Ya me conocen.
A Ethan también se le puso la situación difícil y ya casi no nos visitaba. Mis padres se habían unido mucho esos últimos meses, se la pasaban casi todo el día juntos.
De vez en cuando los notaba tristes. Sabía que se iban a sentir muy solos cuando yo me fuera a la universidad, pero al menos se tenían el uno al otro.
Procuré pasar más tiempo con ellos, hacer cosas juntos, salir, etc. Quería que me aprovecharan mientras estaba en la casa y así yo poder aprovecharlos a ellos también.
Los dos primeros meses del año los sentí larguísimos. Siempre me pasaba eso. Ya después todo pasó en un abrir y cerrar de ojos.
Mis amigos, exceptuando a Kilian, ya tenían dieciocho y una universidad esperando por ellos.
La graduación nos llegó rápidamente. Todo fue hermoso e inolvidable. Para ese entonces, Azael ya había salido de vacaciones de verano.
El verano llegó de nuevo y junto a él, mi cumpleaños número dieciocho. Mis padres hicieron una pequeña reunión con mis amigos y las familias de estos.
Todo estuvo bien, fue estupendo. Tenía todo lo que quería y a quienes quería conmigo. No me faltaba nada más para ser feliz.
Ya todos se habían ido del patio cuando Azael me tomó de la mano y me puso una cajita negra de gamuza en la palma.
—Sé que odias los regalos, pero es que no me pude resistir —dijo. Yo le sonreí ampliamente.
—¿Qué es?
—Ábrelo y lo sabrás —instó.
Destapé la pequeña caja y me encontré con una cadenita dorada fina que tenía un colgante de sol, también dorado, con un pequeños diamantes. Resplandecía mucho.
—¡Dios mío, está precioso! —exclamé.
—¿Te gusta?
—Me fascina —aseguré.
—Ven, te ayudo a ponértelo —indicó, sacando la cadenita de la caja.
Me di la vuelta y me sostuve el pelo en alto, dejando mi cuello expuesto. Azael me puso el collar con delicadeza y luego me acomodó el pelo.
Miré a mi pecho y vi el sol dorado brillando. Sonreí y miré al castaño.
—Gracias, Azael.
—De nada, solecito —contestó.
Lo abracé con fuerza. Él me devolvió el gesto de la misma forma.
Luego de mi cumpleaños, él se fue de vacaciones con su familia. Al tiempo me confesó de que había insistido a sus padres para que se fueran después del día de mi cumpleaños.
Mi verano se hizo un poco aburrido y solitario sin él. De alguna forma, estaba acostumbrada a su presencia.
Volví a meterme en el voluntariado del orfanato ese verano, aunque sola. Ayudé con los eventos que se celebraban normalmente en el pueblo e hice muchas cosas más.
Al principio casi no salía de casa, luego casi no estaba en ella. Empecé a interesarme por muchas cosas como leer, cocinar, ver deportes —lo de practicarlo no se me daba bien—, dar clases de natación, entre mucho más.
Se podría decir que ese fue mi verano.
Estuve tan ocupada haciendo tanto, que se me olvidó revisar mi correo.
Fue la primera semana de agosto. Ethan ya había regresado a la universidad y Azael ya había regresado de su viaje familiar, pero aún no nos habíamos visto.
Estaba chateando con Zoey y eran las dos de la mañana. Ella me contaba que se iba a la universidad en una semana. Al final se decidió por la UCLA. Ese detalle fue el que me hizo despedirme de ella y saltar de la cama.
Fui directa a mi computadora y me senté en la silla del escritorio. Abrí mi correo y, efectivamente, había un mensaje en bandeja.
Lo leí rápidamente y al final solté un grito de emoción.
—¡No puede ser! —chillé, y a los segundos ya tenía a mis padres asomados en mi habitación.
—¿Se puede saber qué te pasa? Son las dos de la mañana, Mia —me riñó papá.
Tomé la laptop y se la puse en la cara.
—Miren y lean —indiqué, y eso fue lo que hicieron. Al terminar, ambos levantaron las cejas y me miraron con sorpresa.
—¿Cómo...? —mi padre estaba en trance.
—¿Pediatría? —preguntó mi madre, mirándome a la cara
—Sí —asentí con la cabeza repetidas veces.
—Pero... ¿cuándo? —logró preguntar mi padre.
—Antes de verano. No me acordaba hasta hace un rato.
—Ahí dice que te tienes que ir en una semana —señalõ mi madre.
—¿Qué? —miré la pantalla de nuevo y, en efecto, decía eso—. Joder —murmuré.
—¿Por qué no nos dijiste nada? —preguntó el rubio con mirada seria.
—Porque no estaba segura, solo... quise probar mi suerte. No quería hacerme falsas ilusiones a mí misma ni a ustedes.
—¿Por qué eso?
—Bueno, esa es un una historia un poquito más larga.
Les conté mis motivos y lo que me llevó a hacer todo eso. Ellos me escucharon atentamente todo el rato y no me interrumpieron en ningún momento, cosa que agradecí.
Al final, se alegraron mucho por mí. También me dieron todo su apoyo y me dijeron que estaban muy orgullosos de mí, que iban a estar para mí en todo momento y que me querían mucho.
Luego se fueron a dormir y yo los imité. Aunque la emoción y los nervios no me dejaron descansar.
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VIENEN Y VAN
Ficção AdolescenteLas personas vienen y van en nuestras vidas. Algunas vienen y van. Y vuelven a venir. Y se vuelven a ir. Hasta volverse continuo. Supongo que Azael era una de esas.