Mi cumpleaños era el 3 de julio. Un día antes de la independencia de Estados Unidos.
Azael llegó a finales de junio, por lo tanto, pasó ese día a mi lado.
—¿No es horrible cumplir años en verano? —me preguntó Kilian, y después se llevó una papita frita a la boca.
Luego de conocerlo y encontrármelo un par de veces más, Kilian y yo desarrollamos una amistad muy cercana. Era algo así como mi mejor amigo. Nos contábamos todo.
Muchas personas nos dijeron que podría ser que nos gustáramos, pero que no lo queríamos admitir. Cuando escuchábamos ese tipo de comentarios, simplemente nos reíamos. Eso era imposible, si teníamos en cuenta que Kilian era gay y yo seguía perdida en la vida.
—No. A mí me gusta. Así celebro en privado —respondí.
—Eres rara —dijo. Siempre lo hacía.
—No me gusta ser común —repliqué.
Mis padres organizaron un asado para mi cumpleaños número diecisiete. Fue una reunión sencilla, en la que solo estuvieron familiares y amigos cercanos. Odiaba las fiestas grandes.
—¿Qué harán mañana? —preguntó Azael, quien estaba ayudando a mi padre a preparar la carne.
Curiosamente, se volvieron amigos. Extraño, si me lo preguntan. Mi padre no es nada fácil de tratar.
—Iremos a la plaza del pueblo. Todos los años se organiza algo para celebrar el 4 de julio —respondió Zoey.
—Suena bien —opinó el ojiverde.
—A veces pareciera que no vives aquí —comentó en broma mi hermano.
Poco a poco fue aceptando que Azael era mi amigo y empezó a relacionarse con él.
—Técnicamente no lo hago. Vivo la mayor parte del año en la facultad. Y en los años anteriores nunca pasé un verano aquí —contestó Azael.
—Tiene sentido —concedió Ethan.
—¿Vendrás? —le pregunté al castaño, mientras él le llevaba una tazón de carne sazonada a mi padre.
—No lo sé. Mi padres tienen planes para mañana y estoy incluido en ellos, pero puede que me pase un rato —respondió.
—Vale.
Me centré en beber de mi refresco y sacar información a Kilian sobre su novio.
—Ni siquiera lo conoces —se quejó el pelirrojo ante mi insistencia.
—¡Porque no me lo has presentado! —rebatí.
—Es que es...
—... tímido. Ya, lo sé —terminé la frase que tantas veces le he escuchado decir.
Sentía una mala espina acerca del novio de mi amigo. No me convencía del todo.
Ojalá le hubiera hecho caso a mi instinto de ese entonces.
—Deja al pobre chico, Mia. Lo asfixias con tantas preguntas —bromeó Ethan.
—¡Cállate, Ethan! ¡Tú no sabes nada! —le tiré un cojín que estaba en uno de los sillones del patio.
Mi madre nos riñó y ordenó que pararamos. Así que eso hicimos. Ethan se reía y Sarah, su novia, le decía que me dejara en paz.
Porque sí, tal y como yo lo sospeché, Ethan se hizo novio de Sarah. Lo conocía perfectamente como para apostar por eso.
—¿No te bebiste el café del día? —me preguntó mi pelirrojo amigo.
—Me levanté a lo que ustedes llegaron, así que no me dio tiempo.
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VIENEN Y VAN
Novela JuvenilLas personas vienen y van en nuestras vidas. Algunas vienen y van. Y vuelven a venir. Y se vuelven a ir. Hasta volverse continuo. Supongo que Azael era una de esas.