Capítulo 10| Voluntariado.

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Azael me llamó al día siguiente para darme los detalles del voluntariado y explicarme todo.

Hoy era el día en que nos tocaba ir. Teníamos que ir dos veces a la semana. Había otro grupo que iban tres veces.

Me levanté en la mañana para alistarme y alistar mis cosas. Azael iba a pasar por mí en cualquier momento. Desayuné un sandwich de jamón y queso con un vaso de jugo de naranja.

El día avecinaba ser caluroso, pero eso no me bajó los ánimos. No iba al orfanato desde que Ethan y yo salimos de ahí. Saber que iba a estar en ese lugar de nuevo me ponía un poco nerviosa.

Y no era porque tuviera malos recuerdos, no, simplemente me había acostumbrado tanto a mi familia que no pensaba tan seguido de dónde venía.

Siempre me ha gustado dejar el pasado en donde pertenece y abrirme camino como sea, sin mirar atrás.

Azael llegó a recogerme y juntos emprendimos viaje al sur del pueblo. Puse música para tranquilizarme un poco y saqué conversación con el castaño.

—¿Qué tal anoche? —le pregunté.

—Bien. Kilian se metió una borrachera increíble, pero de resto todo bien —respondió, y yo me reí.

—Ojalá yo —dije.

—¿Y tú?

—Mis padres, Ethan y yo fuimos a cenar, y luego a casa. Quise ir un rato con ustedes, pero mi cuerpo ya no daba para más. Hasta me quedé dormida en el sofá.

—Vaya, si que estabas cansada.

—Y mucho —afirmé. Luego miré por la ventana. Bajé el cristal y apoyé mi cabeza en la puerta—. ¿Has venido antes? —indagué.

—No desde que salí.

—Ya. Yo tampoco.

—¿Tienes miedo?

—No es miedo, es... una mezcla de nervios y nostalgia. ¿Me explico?

—No hace falta. Yo también me siento así —lo repasé con la mirada.

—No lo parece. Tienes el mismo semblante de siempre.

—¿Cómo es mi semblante de siempre? —preguntó con una sonrisa.

—Despreocupado. Nunca te alteras por nada.

—Me gusta estar en calma.

—Me he dado cuenta —él me miró con una sonrisa y volvió su vista al frente.

Saqué la mano al aire y me quedé mirando como la brisa chocaba contra mi palma abierta. Se empezó a reproducir "Do I Wanna Know?" de Arctic Monkeys y me dediqué a cantarla en voz baja. Luego se me unió Azael.

Lo miré y sonreí. Él también ancló su mirada con la mía.

Tardamos como una hora más en llegar al orfanato. No recordaba lo lejos que quedaba, la verdad. Cuando llegamos, nos reunimos con otros cinco chicos voluntarios y una señora de mediana edad nos guió por el lugar, exolicándonos lo que teníamos que hacer.

Éramos siete en total: cuatro chicas y tres chicos. Las tareas que teníamos que hacer eran fáciles. A mí me mandaron con uno de los chicos a la cocina. Dos de las chicas restantes las mandaron con las niñas y a los chicos restantes los mandaron con los niños. La señora se llevó a la otra chica.

Según lo que nos explicaron, íbamos a rotar en las diferentes áreas en los días que hiciéramos voluntariado. Ese día estábamos así, en el próximo íbamos a hacer otra cosa.

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