Capítulo 21|Regalos.

14 2 6
                                    

Cuando me desperté, parpadeé varias veces para aclarar mi vista y ubicarme en espacio y tiempo.

Un par de segundos después, fui consciente de estar tumbada encima del cuerpo de Azael. Él tenía sus brazos alrededor de mi cintura y su barbilla apoyada en la coronilla de mi cabeza. Por otra parte, yo lo rodeaba con los brazos y piernas, apoyando mi cabeza en su pecho.

Estiré mi mano con cuidado hasta la mesita de noche y tomé mi teléfono. La luz que emanaba la pantalla me encandiló por un momento y cuando recuperé la vista, me fijé que tenía varias notificaciones.

La que más me llamó la atención fue la de las noticias. Habían abierto las carreteras ya que la tormenta había desaparecido en la madrugada.

"Ahora sí, ¿verdad? Después de haber pasado la navidad lejos de mi familia". Pensé.

Bueno, tampoco era que me arrepintiera de haberla pasado como lo hice, pero bueno, eso es otro tema.

Azael se removió y me apretó más fuerte a su cuerpo desnudo.

—Buenos días —dije con la voz ronca.

—Estos sí que son buenos días —respondió. Yo sonreí.

—Ya abrieron las carreteras —informé.

—Si fuera por mí, me quedaría todo el día así. Contigo —masculló, haciéndome reír.

—Lástima que tenemos que irnos.

—Lástima.

—Iré a darme una ducha —me erguí y quedé sentada a horcajadas encima de él. Azael pasó sus manos por mi cintura las dejó quieta en mis caderas. Me incliné y le di un beso casto en los labios, luego salí de la cama—. ¿Vienes? —pregunté a medio camino al baño.

—No hace falta ni preguntar —salió de la cama y me siguió. Me abrazó por detrás y besó mi cuello.

Juntos entramos en el baño y él preparó el agua tibia. Nos duchamos juntos, enjabonándo al otro y jugando con la espuma del champú.

Yo me reía a carcajadas mientras que él me restregaba la espuma en en pelo. Cuando fui a devolvérsela, me sujetó de las muñecas y las llevó detrás de su espalda. Se inclinó y me besó.

Dios mío, como me encantaba el contacto de sus labios contra los míos. Era la gloria pura. Y una adicción enorme.

Finalmente, salimos y nos secamos. A él no le quedó de otra que ponerse la misma ropa de la noche anterior y luego se fue a preparar sus cosas.

—Nos vemos dentro de un rato —se despidió, dándome un beso en la sien.

—Vale —respondí, y él se fue.

Terminé de alistar mi equipaje y salí de mi dormitorio. Fui a la cafetería por algo de desayunar y me senté a esperar a Azael. Él llegó junto a Charles unos veinte minutos después.

El ojiazul me saludó y se sentó a mi lado, mirándome con una sonrisita pícara. Me ruboricé cuando caí en cuenta de que me miraba así porque seguramente había deducido lo que pasó anoche.

—Y bueno, ¿tú qué? —le pregunté a Charles.

—¿Yo qué de qué?

—¿Te vas a quedar aquí?

—Ah, sí. Según vi, varios de los mejores clubes de la ciudad estarán abiertos en fin de año. La cosa se ve interesante —explicó.

—Bueno, no suena tan mal —comenté.

—En lo absoluto —aseguró, sonriéndome.

Azael y yo terminamos de desayunar y nos levantamos para irnos.

VIENEN Y VANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora