Mi hermoso sueño fue interrumpido por mi madre, quien fue a avisarme sobre la llegada de Azael.
Me desperté y a los segundos me volví a dormir. Volví a la tierra cuando sentí un suave golpeteo en mi mejilla.
—Despierta, dormilona —la voz de Azael llegó a mis oídos.
—Cinco minutos más —me quejé.
—Tu mamá dijo que si no te despiertas, vendrá a hacerlo ella con un balde de agua fría.
—Ya voy —mascullé, y me senté en la cama—. ¿Qué hora es? —pregunté.
—Hora de que te levantes.
—No es gracioso —salí de la cama y empecé a buscar mis cosas—. Si te vas a quedar en la habitación, deja la puerta abierta, así mis padres no pensarán que estamos haciendo algo no apto para menores —advertí.
—¿Tus padres serían capaces de pensar eso? —inquirió con una mueca.
—Mis padres serían capaces de dejar un paquete de preservativos en mi cómoda de noche —miré la cómoda por unos momentos y luego abrí el primer cajón. En efecto, había un paquete de condones ahí—. Toma, te los regalos —le tiré la pequeña caja al castaño y él la atrapó en el aire.
—¿Qué carajos?
—No actúes como si no follaras tanto como te cambias de camiseta —Azael empezó a toser, sosteniéndose el pecho.
—¡Mia! —exclamó.
—Iré a bañarme —tomé mis cosas y me metí en el baño. Media hora después, salí ya arreglada.
Bajamos y busqué a mis padres para despedirme. Un inconfundible olor a lasaña me llegó a las fosas nasales, así que me fui directo a la cocina.
—Me vas a guardar mi porción, ¿cierto? —le pregunté a mi madre.
—No, a ti Azael te dará comida y yo me comeré tu porción —dijo Ethan.
—Ni de coña —negué.
—Mia, Azael te está esperando —remarcó mamá.
—Yo no me voy de aquí hasta que me prometas guardar una porción para mí.
—Vale, te lo prometo.
—Confío en tu palabra, mamá. Adiós —me despedí, y salí de la casa con Azael.
Antes del partido, fuimos a comer algo en el Coffe & Music.
—¿Por qué siempre pides lo mismo? —me preguntó Azael, mirando mi orden.
—No lo sé —me encogí de hombros y me llevé una cucharada del pastel de vainilla a la boca.
—Yo creo que te asusta probar algo nuevo y que este deje de ser tu favorito o que ya no te guste más —comentó, distraído.
—¿Me estás analizando? —cuestioné, entrecerrado los ojos.
—Solo fue una observación —aclaró.
Miré mi pastel de vainilla y mi malteada de chocolate con un puchero.
—Creo que tienes razón. No me gustan los cambios y me cuesta adaptarme a ellos —admití.
—No sabes si el cambio será para bien o para mal si no te arriesgas, Mia —lo miré a la cara.
—Supongo que no es un mal momento para hacer un cambio, ¿no?
—Nunca hay un momento específico para hacer algo. Solo lo haces y ya.
—Está bien, pero como tú lo sacaste, tú pagas.
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VIENEN Y VAN
Fiksi RemajaLas personas vienen y van en nuestras vidas. Algunas vienen y van. Y vuelven a venir. Y se vuelven a ir. Hasta volverse continuo. Supongo que Azael era una de esas.