Tres días después, me encontraba de nuevo en la facultad de medicina. Pero con motivos diferentes a los de mi última visita.
Sin embargo, fui en dirección a los dormitorios de la zona oeste. Entré en el vestíbulo y subí las escaleras al segundo piso.
Crucé la salita de descanso que está en medio y me encaminé al pasillo de la izquierda, pero una voz me detuvo.
—¿Mia? —volteé a ver y me encontré con Charles y una chica con el pelo verde oscuro en las puntas.
—Hola, Charles —lo saludé con una sonrisa.
—Espérame ahí un momento —me indicó, luego miró a la chica. Le dijo algo y ella asintió, se despidió y se fue. El chico se acercó a mí—. ¿Cómo estás? No sabía que venías, Azael no me dijo nada.
—Es que Azael no sabe que vine. Es una sorpresa —aclaré.
—Ah, vaya. Bueno, seguro que le gusta. Vamos, debe estar durmiendo todavía —empezamos a caminar hacia el pasillo.
—¿A esta hora? —pregunté, escéptica.
—Tiene clases en la tarde, así que debe estar durmiendo —respondió.
—Fácilmente sería yo —Charles se rió y yo lo imité. Cruzamos a la derecha y entramos a otro pasillo de habitaciones.
—¿Qué te trae por aquí? —preguntó.
—Prefiero decírtelo luego de darle la sorpresa a Azael, la verdad. ¿Tú cómo has estado? ¿Qué tal tu verano?
—Aburrido, como siempre.
—Eso no suena bien.
—¿Y el tuyo?
—Muy ocupado.
—Azael me dijo que hacen muchas cosas en su pueblo en esa época.
—Sí, muchas. Deberías pasarte algún verano con nosotros.
—No suena mala idea, si te soy sincero. Puede que el próximo me vaya con Azael.
—Vale.
Llegamos a la puerta del dormitorio de ellos y Charles la abrió.
—Bella Durmiente, te traje una sorpresa... ¡Joder! —así como la abrió, la cerró de golpe.
Los dos nos quedamos pasmados, mirando al frente.
Jamás me imaginé encontrar a uno de mis amigos... bueno, ya saben.
—La sorpresa iba a ser para él, no para mí —dije, sin mirar a mi acompañante.
—Es raro encontrar a tu amigo follando.
—Casi follando —corregí.
—Eso —lo miré y él hizo una mueca de desagrado—. Pasarán mañanitas para que borre esa imagen de mi mente.
—Y yo tendré pesadillas —le seguí la broma, haciendo que él se riera.
De repente, me empecé a reír nerviosamente y poco a poco se me unió Charles. Terminamos riéndonos a carcajadas.
—Joder, Mia.
—Es gracioso, admítelo.
—Lo hago.
—¿Cómo no sabías que iba a estar con alguien? —inquirí.
—No dormí anoche aquí.
—Ah, vale.
—Pues eso —miró el principio del pasillo y me hizo un gesto con la cabeza—. Venga, mejor lo esperamos en la salita.
—Sí, mejor —coincidí.
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VIENEN Y VAN
Подростковая литератураLas personas vienen y van en nuestras vidas. Algunas vienen y van. Y vuelven a venir. Y se vuelven a ir. Hasta volverse continuo. Supongo que Azael era una de esas.