Capitulo 19: Yo lo haré.

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En el momento en que entiendo verdaderamente a mi enemigo, en el momento en que le entiendo lo suficientemente bien como para derrotarlo, entonces, en ese preciso instante, también lo amo.”

Orson Scott Card.-





Alejandro Magno soltó el aire que estaba conteniendo en sus pulmones, miró su apariencia en el espejo y sonrió levemente cuándo aprecio su vestimenta ceremonial.
Consistía en una toga abierta desde el cuello hasta por debajo del pecho, un pantalón de armadura y un calzado largo que llegaba hasta sus rodillas.
Su cabello estaba cuidadosamente peinado y en su cintura reposaba una espada dentro de su vaina.

En pocas horas él sería coronado el rey de Macedonia, la ansiedad lo estaba consumiendo. Después de todo lo pasado, jamás pensó sentir esto en este momento preciso, pero ahí estaba y no podia hacer nada para evitarlo.
Su padre, Filipo había fallecido hace un par de semanas, en una cama justo cuando Alejandro arribó hacía Macedonia y llegó al palacio real.

No pudo divagar más en sus memorias porque la puerta de su habitación hizo ruido, se trataba de su maestro Aristóteles quién venía caminando lentamente hacía él con la cabeza agachada y vistiendo igualmente su ropa ceremonial.
Alejandro se sintió muy mal cuando su maestro dobló rodillas delante de él y lo llamó "Alteza"; definitivamente no estaba acostumbrado a ello.

- Todo está en orden, el capitán Leónidas preparó a los soldados y el pueblo está reunido para ver su coronación.- Informó el hombre anciano.

Pero Alejandro no dijo nada solamente, titubeó por unos cortos segundos, mientras miraba nuevamente su apariencia. No decía nada, pero al mismo tiempo lo decía todo.

- Joven rey, haz deseado tanto este día y aún no estás preparado para él.- Murmuró Aristóteles acercándose.

- Se suponía que ellos estarían aquí este día, pero estoy complemente solo.- Confesó, haciendo que Aristóteles ladeara la cabeza.

- ¿Sólo? ¿Acaso piensas eso? - Preguntó nuevamente su maestro.

- Así es. Pese a los guardias, pese a usted, pese a mi pueblo; me siento completamente solo en un reino que tal vez sea demasiado grande para mi.- Y mientras hablaba, tomaba asiento y se apretaba los cabellos.

Aristóteles se acercó y tomó asiento a su lado, mientras ponía su mano en la espalda del joven rey y se quedaba así por un largo tiempo. Alejandro lo miró de reojo y sintió que de alguna manera estaba sintiéndose reconfortado.

- Se que debe ser difícil, hacer esto solo y no tener a alguien que lo comparta contigo cuando en un inicio fue lo que más soñaste. Pero esas personas no han sido decepcionadas y no se han perdido de nada.- Dijo, ganándose la mirada de su alumno.

- ¿Que quiere decir? - Quiso saber Alejandro.

- Joven rey, el cielo es tan grande y tan desconocido para nosotros que aún no hemos descubierto que secretos se esconden en él.

» Pero lo que sí sé, es que en todas las almas de encuentran en el cielo y desde el cielo, todas las ambas pueden ver hacía abajo y si existe algo después del cielo o algo aún más allá, pudo garantizar que tú padre está viéndote y está orgulloso de todo lo que haz logrado.

Magno comenzó a llorar.

- ¿Por qué tuvo que irse antes de esto? ¿Por qué los dioses se lo llevaron? ¿No sé suponía que los Dioses eran buenos? - Preguntaba Alejandro, con el rostro bañado en lágrimas.

- No lo sé hijo mío, pero lo que sí sé, es que los Dioses solamente están ahí para dar y quitar, crear y destruir y nada más. Ningún Dios bajará a resolver tus dudas, ningún ser divino podrá darte las respuestas y ningún Dios jamás te dará nada.
» Llegaste hasta aquí por tí mismo, por tus decisiones, por tus aciertos y fracasos, por lo que eres y lo que serás. Tu eres la respuesta, y tú eres el Díos más grande, el único Dios que necesitas.

𝙎𝙝𝙪𝙪𝙢𝙖𝙩𝙨𝙪 𝙉𝙤 𝙑𝙖𝙡𝙠𝙮𝙧𝙞𝙚: 𝙇𝙚𝙜𝙚𝙣𝙙𝙨 𝙤𝙛 𝙍𝙖𝙜𝙣𝙖𝙧𝙤𝙠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora