Capitulo 18: Destrucción.

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Dolor, que desintegró el amor
Rencor, que fluye desde mi interior
Mi ser, tan solo anhela destrucción
Y comenzó, por mi corazón.

Set lloraba a moco tendido, como una fuente de agua rota que dejaba escapar ríos y ríos de lágrimas sin cesar. A su alrededor, un pueblo entero había sido desintegrado completamente, polvo, arena roja y cadáveres de Dioses hechos carne picada en medio de charcos de sangre y órganos secos.

Y encima de Set, el sol brillaba con todo su poder y resplandor, mientras que un infante Dios destructor suplicaba y lloraba por se atendido por su madre como en aquel momento de su vida, en aquel momento en dónde supo que su misión en el universo era el de ser nada más que un monstruo de destrucción.

Hace apenas un par de años, Set era un niño nacido de una de las relaciones más hermosas y envidiadas por los Dioses.
Pues Nut, la bóveda celeste y Geb, la tierra de Egipto se habían unido en sagrado matrimonio y habían concebido a cinco hijos: Khepris, Isis, Osiris, Set y Neftis quienes crecieron bajo la estricta supervisión y cuidados de sus padres pero sin olvidar ni privar a los niños de una sana y divertida niñez.
Khepris era un dios con cabeza de Escarabajo y era sumamente inteligente, a los pocos años de vida ya era capaz de entender complejas ecuaciones universales y se estipulaba que en el futuro, sería el supremo gobernante de su propia galaxia sintética.

Isis era idéntica a Nut y había nacido con un hermoso par de alas que brillaban como el más hermoso de los diamantes. Tenia una poderosa habilidad para la magia, y curiosamente para los negocios, pues siempre sobornaba y estafaba a Khepris con proveerlo de mas conocimientos, siempre y cuando él le diera una mano con su estudios de magia y hechicería.

Osiris era la viva copia de Geb y desde muy joven mostró un gran sentido del liderazgo, así como una visión más religiosa y cuadrada de las cosas, así como también creía en la libre comunicación y que los Dioses tenían derecho a ser juzgados y tratados todos por igual, que todos eran inocentes hasta probar lo contrario y que la igualdad y justicias solamente podían ser aplicadas mediante a una previa investigación y juicio.
Desde niño, ya jugaba a darle vida a soldaditos de arena y a controlarlos bajo un régimen igualitario y dominante, así como juzgarlos todo el tiempo.

Neftis no era tan parecida a Nut ni a Geb, pero aún así era bastante hermosa gracias a la genética perfecta de sus padres.
Era bajita y sumisa, amaba las labores del hogar y mantener su casa y habitación de manera impecable.
Era la Diosa del hogar y velaba porque todo en su hogar marchara de la mejor manera posible, desde la limpieza hasta la buena comunicación y relación de todos sus hermanos. Además de siempre cuidar y proteger de invasores o intrusos que quisieran dañar su patrimonio.

Y al final, tenemos a Set quién era el último hijo varón y radicalmente opuesto a sus padres y hermanos tantos en apariencia como en personalidad. Set había nacido con el poder de la destrucción y casi siempre rompía todo lo que tocaba, desde sus juguetes hasta artículos de su hogar y en una ocasión, por poco y desintegra a un Dios por accidente.
La magia de Set era caótica y difícil de controlar, pues a dónde quiera que iba, lo perseguía la destrucción y el desorden aunque él no lo quisiera.

Odiaba su poder, pues todo lo que tocaba, parecía en el acto.

Una tarde, en la habitación de los cincos hermanos, cada uno estaba en lo suyo; Khepris era el más distante, leyendo y jugando con sus libros y artículos tecnológicos. Isis estaba sentada enfrente de una copa de vidrio llena de agua y buscaba la manera de convertirla en leche, un hechizo simple. Osiris jugaba con sus soldaditos de arena, juzgando a uno de robar las galletas de su hermana menor y castigandolo por eso. Neftis caminaba de un lado a otro, observando todo el templo y la habitación en la que estaban, buscando las manera de aumentar la seguridad y el resguardo.

𝙎𝙝𝙪𝙪𝙢𝙖𝙩𝙨𝙪 𝙉𝙤 𝙑𝙖𝙡𝙠𝙮𝙧𝙞𝙚: 𝙇𝙚𝙜𝙚𝙣𝙙𝙨 𝙤𝙛 𝙍𝙖𝙜𝙣𝙖𝙧𝙤𝙠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora