Pude abandonar la cama al día siguiente. Bajé a ensayar con mis compañeros tal y como me había ordenado David. En el bolsillo trasero de mis pantalones llevaba el móvil con el sonido quitado, no quería que Dylan me enviara un mensaje y tardar toda la mañana en contestar.
Tom se puso algo celoso cuando paramos el ensayo por tercera vez, se me acercó y preguntó quién era, tratando de mirar con disimulo por encima de mi hombro.
—Nadie...un mensaje publicitario—murmuré mordiéndome los labios.
Se me escapaba la sonrisa con facilidad, esa había sido una tonta mentira.
—Apaga el móvil de una vez, nos retrasas—intervino Georg molesto.
—Un minuto—murmuré entre dientes.
Contesté a Dylan dándole un sí como respuesta, esa tarde nos veríamos sin falta. Quedamos en el bar, no quería que me viniera a buscar ni ir a otro lugar público.
—Ya está—dije guardándome el móvil de nuevo—Dos canciones más y lo dejamos.
—Para comer, a la tarde....
—Saldré a dar un paseo. Estar todo el día de ayer metido en cama me ha levantado dolor de cabeza y necesito algo de aire—dije casi sin aliento.
Georg iba a decir algo, pero Tom le miró y negó con la cabeza. Sabía que me apoyaría y si decía que me sentía mal, pararía el ensayo de inmediato. Llevábamos toda la mañana, a la tarde podíamos hacer un largo descanso.
Terminamos el ensayo y comimos una pizza que pedimos. Siempre eran así las comidas, nada sano como decía mi madre. Cuando venía a hacernos alguna de sus queridas visitas, nos traía comida preparada por ella, platos fuertes en vitaminas y saludables. Nada de pizzas, ni hamburguesas ni nada que se le pareciera.
Subí a cambiarme de ropa, con Tom pegado a mis talones. Entré en mi habitación y mientras abría el armario le vi sentarse a los pies de mi cama.
— ¿Puedo acompañarte?—me suplicó.
—Tom....solo quiero que me dé un poco el aire, no te ofendas—murmuré resoplando.
—Que misterio, parece que has quedado con alguien—dijo riéndose de su chiste.
Porque así era, Tom no se hacía a la idea de que el día menos pensado el amor llamara a mi puerta. Creía que seguiría así por muchos años, solo y a su lado. Pero la verdad era que tarde o temprano nuestros caminos se separarían...
—Venga, podemos ir...de compras, seguro que necesitas ropa nueva—me siguió insistiendo.
Suspiré y negué con la cabeza, con todo lo que tenía en el armario podía abrir una tienda. Escogí algo discreto, vaqueros negros y camiseta del mismo color con un estampado de una calavera en el pecho.
Me quité el chándal que usaba para estar en casa y me vestí ante la interrogante mirada de Tom. Me calcé unas deportivas y cogí mi cazadora de cuero más usada que tenía y que me daba pena tirarla. Entré en el baño y lavé mi cara a conciencia, la primera vez que vi a Dylan no iba tan maquillado y eso podía delatarme. Tendría que dejar mi....disfraz de famoso cantante.
Tom no pasó por alto ese detalle cuando me vio salir del baño.
— ¿Saldrás sin maquillaje? ¡Aún tienes fiebre!—siguió con sus bromas.
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¿Quién soy yo?
RomanceEso mismo se preguntaba Bill Kaulitz. ¿Quién era realmente? ¿El famoso cantante del grupo de moda? ¿O el chico de 19 años que no sabía aun que era lo que no le gustaba de su vida?