Me desperté a media noche con sed, pero no quería moverme, Dylan me estrechaba con fuerza entre sus brazos y me daba pena tener que dejarlo. Pude aguantar unos minutos más hasta que la garganta me empezó a picar. Maldije por lo bajo y empecé a moverme suspirando, procurando no despertarle.
Me levanté de la cama y recogí mis bóxers del suelo. Me los puse camino de la puerta, pero no me atrevía a abrirla... ¿y si estaba levantada Gina?
Miré mi media desnudez y me mordí los labios suspirando. No me apetecía vestirme del todo solo para ir a por un vaso de agua... Di media vuelta y vi sobre el respaldo de una silla una camiseta de Dylan y me la puse sin pensármelo dos veces.
Me quedaba amplia, y larga. Me llegaba casi hasta las rodillas, era alto pero Dylan me sacaba una cabeza por lo menos. Mejor, de esa manera quedaba medio cubierto.
Salí de la habitación de Dylan y caminé descalzo hasta la neverita que tenían en el salón. Cogí una botella de agua y al no saber dónde había vasos me la llevé de vuelta a la cama, parándome de golpe al ver como se abría la puerta de la habitación de Gina.
Nos quedamos mirándonos el uno al otro, cada uno petrificado en su sitio. Vi que Gina me hacía un repaso de arriba abajo y yo se lo hice a ella sin poder evitarlo. Llevaba un pantalón de pijama largo y una camiseta de tirantes que dejaba muy poco a la imaginación.
Carraspeé y desvié la mirada avergonzado, solo faltaría que le dijera a su hermano que la había hecho una radiografía...
— ¿Tenías sed?—preguntó Gina cruzándose de brazos.
—Si...no sé dónde hay vasos—contesté avergonzado.
—Están en el armario de abajo, ven que te lo enseño—dijo Gina pasando por mi lado.
La seguí tratando d no mirar cómo se estiraba por el camino. Abrió el armario que me había indicado y me tendió un vaso que bogí en mi temblorosa mano.
— ¿Tienes frío?—no pudo evitar preguntar Gina al verme temblar.
—Un poco—mentí.
Eran los nervios los que me hacían ponerme así...
—Vuelve a la cama antes de que pilles algo—me aconsejó Gina.
Asentí con la cabeza y tras decirle adiós con la mano hui a la habitación de Dylan. Me senté en la cama y allí tomé un sorbo largo de agua. Dejé el vaso en la mesilla y me recosté en las almohadas dándole la espalda a Dylan.
Pero me lo pensé mejor y me giré, haciéndome hueco entre sus brazos y acomodándome contra su pecho suspirando, más cuando le sentí moverse y besarme el pelo en sueños.
Cerré los ojos sonriendo, y pasé una noche más entre sus fuertes brazos....
A la mañana siguiente fui despertado por unos besos dados en mi estómago. Abrí un ojo y sonreí al ver a Dylan inclinado sobre mí mientas me hacía cosquillas con la lengua. Bajé las manos y le tiré del pelo con suavidad, sintiéndole sonreír contra mi piel.
—Eres malo—le reñí—Me has despertado.
Le escuché gruñir y al momento lazó la cabeza para apoderarse de mis labios. Rodamos por la cama y quedé encima de él.
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¿Quién soy yo?
RomanceEso mismo se preguntaba Bill Kaulitz. ¿Quién era realmente? ¿El famoso cantante del grupo de moda? ¿O el chico de 19 años que no sabía aun que era lo que no le gustaba de su vida?