Capítulo 5

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No quería irme de allí. Tras tomar dos raciones de la sabrosa tarta de Gina, volvimos al apartamento. Nos sentamos en el sofá y Dylan puso algo de música en su ordenador, tampoco tenían mini cadena ni nada parecido.

— ¿En qué siglo vives?—no pude evitar bromear.

—Hey, que tengo ordenador—se defendió Dylan.

— ¿Tienes acceso a Internet?—pregunté poniéndome tenso.

Podía ponerse a trastear y dar con alguna foto mía por casualidad, estaba toda la red llena de ellas. En muchas aparecía casi sin maquillaje y con el pelo lacio, fijo que si la estudiaba con entretenimiento sacaba algún parecido entre Bill Kaulitz y Chris...

—Por allí estará, no se me da bien—contestó Dylan haciendo un gesto en el aire con la mano—Si no fuera por Gina perdería la cabeza, ella es la que se preocupa de que me alimente bien y no pierda todo mi trabajo dentro del caos que es mi ordenador.

—Se parece a Tom—musité sonriendo—Siempre encima de mí para que me abrigue, y si caigo enfermo...

—Se pasa la mañana a tu lado cuidándote—terminó Dylan mi frase.

Asentí en silencio, sintiendo que me sonrojaba cuando me cogió la mano y se la llevó a los labios. Besó cada una de las puntas de mis dedos, pasando la lengua por mis afiladas uñas largas...

Separé los labios y dejé escapar un suspiro. Dylan sonrió y tirando de mi mano me hizo inclinarme, apoderándose de mis labios que besó suavemente hasta que los separé y dejé que me poseyera con la lengua.

Sentí que me rodeaba con los brazos y hacía el beso más profundo, haciéndome gemir desesperado. Si no fuera porque estaba sentado en el sofá y entre sus brazos, me habría caído al suelo de inmediato.

Dejé que me recostara de nuevo y se acomodara sobre mí sin despegar nuestros labios en ningún momento. Dejé que pasara sus manos por mi pecho, subiéndome la camiseta...solo entonces abandonó mis labios y bajó por mi cuello dejándome un camino de húmedos besos.

Cerré los ojos y suspiré sonriendo. Sentía como pasaba la lengua por mi piel, poniéndomela de gallina. Me estremecí sin poderlo evitar y le sentí sonreír sin dejar de bajar. Pero al llegar a mi vientre se detuvo, no quería ir más abajo porque yo...no estaba preparado.

Sentía sus manos acariciarme los costados, su lengua jugar en mi ombligo....alcé las caderas por instinto, pegando mi sexo peligrosamente contra su cuello. Solo tendría que bajar los labios, y me haría suyo en ese sofá mismo...

Pareció sentirlo y decidió que había llegado el momento de separarnos. Fijo que pensaba lo mismo, en mandarlo todo al carajo y hacerme el amor en ese momento. Pero sabía que yo no lo quería...aún, y me respetó.

Carraspeó y se incorporó. Me tendió de nuevo una mano y nos pusimos en pie los dos a la vez.

— ¿Qué hora es?—pregunté cuando al fin recuperé algo de lucidez.

—Casi las 9—contestó Dylan tras mirar su reloj de pulsera.

— ¡Tom me mata! Me dijo que no volviera tarde y mira—le reñí.

Sí, él también tenía algo de culpa. No iba a ser toda mía, ¿verdad?

Busque mi cazadora con los ojos, la habíamos dejado sobre el respaldo del sofá y se había caído al suelo en un momento dado. Tenía el móvil en el bolsillo interior. Antes de subir al apartamento lo había silenciado, no quería ser molestado...

Y allí estaban las consecuencias. Tenía 5 llamadas perdidas de mi hermano y 3 mensajes parpadeando. Leí con rapidez el último, era de hacía minutos escasos. Me ordenaba que regresara a casa o saldría a buscarme y me traería por las orejas. Eso y que encendiera el móvil de una maldita vez.

¿Quién soy yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora