Y así lo hice, tras pasarme todo el día sonriendo al fotógrafo regresé junto con mis compañeros al apartamento. Teníamos una entrevista al día siguiente pero sería por la tarde. Podría disfrutar de Dylan también por la mañana...
Entré en mi habitación y me cambié de ropa de inmediato, no olvidándome de lavarme la cara quitando de ella el exceso de maquillaje. Tom entró cuando me estaba cambiando de ropa y se sentó en la cama como hacía siempre.
— ¿Esta noche también...?—empezó a preguntarme.
—Si—contesté sin más.
— ¿Le has dicho algo...de quien eres en realidad?—preguntó Tom mirándome fijamente.
—No—contesté suspirando—Pero su hermana lo sabe, me descubrió el otro día.
— ¿Y no va a decir nada?—preguntó Tom extrañado.
—No, es una buena chica y se preocupa mucho por Dylan. He decidido decírselo cuando regresemos de viaje la próxima semana, tendré dos días para pensarlo...y echarle de menos—comenté suspirando.
Tom se levantó al escucharme y abrazándome por detrás me besó en el cuello sonriendo.
—Ya verás como no se enfada...y si lo hace, le parto la cara—amenazó tratando de ponerse serio.
Sonreí con esfuerzo, Tom al igual que Gina se preocupaba por mi felicidad, ninguno de los dos quería que su hermano fuera desdichado y harían todo lo que estuviera en sus manos para impedirlo.
Me despedí de Tom hasta el día siguiente y llamé un taxi de nuevo que me dejó delante del bar. Me subí el cuello de la cazadora e incliné la cabeza, era absurdo que me pusiera las gafas de sol siendo de noche...
Entré en el bar y vi a Dylan sentado en la barra hablando con su hermana. Se giró cuando Gina le dijo que había entrado por la puerta un chico muy guapo. Sonreí agradecido y tras saludarla con la mano, cogí la que Dylan me tendía.
Subimos al apartamento y entramos en la habitación de Dylan. Sonreí al ver la escena, había velas sobre la mesilla y el ordenador encendido al lado. A través de el me llegaba una suave música clásica. Me pasé la lengua por los labios, me esperaba una dulce velada...
—Su mesa está lista, señor—bromeó carraspeando Dylan.
Me señaló la cama y tras hacerme entrar del todo en su habitación cerró la puerta tras de mí. Me puso las manos en los hombros y me deslizó la cazadora por los brazos, dejándola bien colgada en el respaldo de una silla.
Sobre ella había una bandeja con lo que iba a ser nuestra cena. Dos grandes bistec y unas latas de coca colas. Sonreí al verlo y vi que Dylan me señalaba la cama. Caminé hacia ella y me descalcé antes de sentarme para estar más cómodo.
Desde allí vi como Dylan cogía la bandeja y la ponía en el centro de la cama. Se sentó a mi lado y comenzamos a cenar. Pero no tenía mucha hambre, sentía el estómago preso de los nervios. Comí solo la mitad y vi como Dylan negaba con la cabeza.
— ¿No quieres más?—preguntó alzando una ceja.
Negué suspirando con la cabeza.
—Estás muy delgado, come un poco más—insistió acercando su tenedor a mis labios.
—Todos me dicen lo mismo, y ya me estoy cansando—comenté resoplando.
— ¿Tus padres te lo dicen?—preguntó preocupado.
—Si...bueno, no. Vivo solo con Tom y mis amigos, mis padres solo saben de mí por las fotos y cada vez que vamos a hacerles una visita mi padrastro me echa la charla—expliqué por encima.
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¿Quién soy yo?
RomanceEso mismo se preguntaba Bill Kaulitz. ¿Quién era realmente? ¿El famoso cantante del grupo de moda? ¿O el chico de 19 años que no sabía aun que era lo que no le gustaba de su vida?