Pasé esa noche sin dormir entre los brazos de Tom. No podía cerrar los ojos y soñar con que todo seguía igual, que al día siguiente iría al bar y me fundiría en un abrazo con Dylan.
No, el sueño había terminado y debía dejar de pensar en el pasado.
Me moví en la cama sin despertar a Tom. Me levanté y cogiendo el móvil me metí en el baño. Me senté en el suelo y me quedé mirando la pantalla. No sabía el número de Gina, en esos momentos la necesitaba como amiga.
Alcé la cabeza al ver que se abría la puerta. Tom se asomaba a ella con una tímida sonrisa en los labios, que no pude devolverle. Le escuché suspirar y tenderme una mano para que me levantara.
—Te vas a enfriar ahí sentado—murmuró cuando me puse de pie a su lado.
Me encogí de hombros como respuesta, en esos momentos me daba igual el grupo y mi carrera. Solo deseaba ser un chico normal, solo quería volver a ser Chris...
— ¿Vas a llamarle?—preguntó Tom pasando un brazo por mis hombros.
—Creo que ayer nos lo dijimos todo—murmuré negando.
Caminamos sin soltarnos hasta la cama. Me quedé sentado en ella mientras que Tom me miraba de brazos cruzados.
—Dime que puedo hacer por ti—pidió con un hilo de voz.
— ¿Hacer retroceder el tiempo?—contesté soltando una risa—No, eso es imposible. Iba a llamar a su hermana, pero no tengo su teléfono...y necesito hablar con ella...
—Búscalo en las páginas amarillas—murmuró Tom.
— ¿Cómo?—dije abriendo más los ojos.
—Que busques el teléfono del bar, vendrá en las páginas amarillas—repitió Tom satisfecho de mi cambio de humor.
—¡Pues claro!—exclamé levantándome— ¿Por qué no se me habrá ocurrido antes?
Pasé por su lado y poniendo las dos manos en su cara le hice inclinarla para besarle en la frente. Le solté y corrí a la mesilla, pero allí no había ninguna agenda ni nada. Miré a Tom desesperado, pero una vez más halló la solución adecuada.
—Llama a información.
Asentí sonriendo y descolgué el teléfono. Pedí que me dieran línea y al momento marque el número de información. Cuando me contestaron les di el nombre del bar de Gina y su dirección, y al minuto tenía apuntado el teléfono en la palma de mi temblorosa mano.
—Ella hablará con Dylan—expliqué mirando a Tom—Me dijo que nunca antes le había visto tan feliz y que era por mí. Sabe quién soy y me puede ayudar...es mi última esperanza...
—¡Pues llámala!—dijo Tom sentándose en la cama a mi lado.
Asentí y cogí el móvil. Marqué el número y espere unos minutos. Eran casi las 9 de la mañana, estaría abriendo el bar y a lo mejor estaba ocupada. Pero al sexto tono escudé su voz al otro lado de la línea.
— ¿Hallo?
—Gina, soy yo...Bill—dije sin aliento.
—Bill Kaulitz, ¿qué tal te va?—me saludó muy emocionada Gina.
—Tu hermano lo sabe todo—murmuré mordiéndome los labios.
Sentía los ojos llenos de lágrimas, me costaba respirar e incluso hablar.
— ¿Ah sí? ¿Cómo, si está de viaje?
—Resulta que es el arquitecto encargado de parte del escenario que usaremos en la próxima gira—expliqué por encima—Me ha visto y...se ha enfadado...me ha gritado...
Dejé de hablar, se me había escapado un sollozo y Gina lo había escuchado. Cerré los ojos y sentí a Tom cogerme con firmeza la mano al tiempo que me pasaba la otra por la espalda.
—Bueno...se ha llevado una sorpresa, pero no creo que se haya enfadado—murmuró Gina—Te habrá gritado por la impresión, pero fijo que en estos momentos se está arrepintiendo y te pedirá perdón.
—No lo creo...te llamaba para ver si podías hacer algo. No quiero dejarle escapar, le amo con todo mi corazón—confesé entre lágrimas.
—No te preocupes Bill, ahora mismo le llamo y le hago ver el error más grande que va a cometer si te deja escapar—dijo con firmeza Gina.
Asentí en silencio y me despedí de ella. Dejé el móvil en la mesilla, tenía que darme prisa. David nos mandó estar listos a las 10 en punto y no quería defraudarle en mi trabajo.
—Voy yo también a prepararme. Luego te vengo a buscar y bajamos juntos a desayunar—dijo Tom levantándose.
Me dio un beso en la frente y salió de mi habitación. Entré en el baño y me desnudé suspirando, cada vez que salíamos al escenario debíamos dejar a tras nuestros problemas personales. Nos debíamos a las fans, y no podía cancelar una actuación solo porque me hubieran roto el corazón.
Bajé al comedor de hotel arrastrando los pies. Mis compañeros habían empezado sin mí, pero Tom se levantó nada más verme y me retiró la silla. Ese simple gesto me trajo un doloroso recuerdo...Dylan era todo un caballero, y le iba a echar mucho de menos...
Me serví un vaso de leche y cogí una magdalena que me tendía Gustav, antes de que Georg se diera cuenta de que le faltaba un par de ellas. Sonreí sin poder evitarlo, al menos tenía a mis compañeros y hermanos para poder superarlo.
David se nos unió a desayunar mientras nos ponía al tanto de la agenda. Había habido unos cambios de última hora, tendríamos una sesión de fotos justo en el lugar donde se estaba montando el escenario. Había una parte ya terminada que recreaba las ruinas de una ciudad y la discográfica había pensado que sería ideal.
Nos pusimos en marcha nada más terminar de desayunar, David nos dio el tiempo suficiente para subir a nuestras habitaciones a coger lo que nos hiciera falta. Lo decía más bien por mí, sabiendo que para una sesión de fotos querría llevarme ropa de repuesto.
Pero en esos momentos no estaba para pensar. Cogí lo primero que me pareció y lo metí en mi bolsa de mano que me cargué al hombro suspirando. Cogí una gorra y me la calé para ocultar parte de mi triste cara con la visera. También me puse unas gafas de sol y salí al pasillo.
Tom me estaba esperando y entrelazando su brazo con el mío entramos en el ascensor y fuimos a hacernos esas fotos improvisadas.
Regresamos a la sala en donde estaban montando el escenario. Procuraba caminar con la cabeza inclinada, tenía miedo de alzarla y verle de nuevo, el odio que brillaría en sus ojos y la decepción pintada en la cara.
Nos dieron unos minutos mientras el fotógrafo lo preparaba todo. Di con un rincón apropiado en donde dejar mi bolsa de mano. Me arrodillé en el suelo y la abrí rebuscando mi neceser de maquillaje. Lo cogí y saqué de el un espejo con el que me apliqué mi típica sombra negra y rímel en las pestañas.
A los labios me di un poco de cacao para que brillaran, ya que mi mirada estaba muy apagada.
—Bill...
Me paré en seco al escuchar su voz de nuevo. Tragué con esfuerzo y cogí aire antes de girarme. Ahí estaba Dylan, mirándome con una extraña expresión en la cara. A lo lejos vislumbré a Tom sin quitarme los ojos de encima, dispuesto a actuar si Dylan me hacía daño o me volvía a atacar.
—Bill... ¿me podrás perdonar?—suplicó Dylan.
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¿Quién soy yo?
RomanceEso mismo se preguntaba Bill Kaulitz. ¿Quién era realmente? ¿El famoso cantante del grupo de moda? ¿O el chico de 19 años que no sabía aun que era lo que no le gustaba de su vida?