Llegamos a Alemania a la hora de comer. El autobús nos dejó en la discográfica donde nos habían preparado un ligero almuerzo. Al parecer querían hablar con nosotros de algunos temas que no podían esperar más.
—La gira la empezaremos en dos meses—empezó a decir David—El escenario se ha retrasado un poco pero esperemos que para entonces esté todo terminado. La primera ciudad en la que actuaréis será Luxemburgo, allí veremos si les gustan a las fans la puesta en escena.
Dejé de escuchar lo que decía David, bajé la mirada y me entretuve jugando con mi comida que apenas probé. Cada vez que mencionaban el escenario, en mi mente aparecía Dylan con un martillo en las manos.
Me mordí el labio para no reír, mi mente me jugaba una mala pasada y solo podía imaginarme lo que sería hacer el amor sobre la moto que íbamos a usar de atrezzo.
Terminamos la comida y un coche nos llevó al apartamento, pero no me apetecía pasarme encerrado el resto del día. Tom lo sabía y sin decir nada cogió las llaves del coche y me hizo una señal.
Les dijimos a los muchachos que salíamos a dar una vuelta y los dejamos terminando de deshacer las maletas. Entramos en el coche y Tom arrancó suspirando.
— ¿Dónde quieres que vayamos?—preguntó mirándome.
Me quedé pensando, solo había un lugar en donde me gustaría estar pero no estando Dylan...aunque tenía que agradecerle su ayuda a Gina...
— ¿Me llevas al bar de Dylan?—pregunté con timidez.
Tom asintió y se puso en marcha. Ya se sabía el camino de memoria y llegamos en pocos minutos. Aparcó el coche y apagó el motor.
—Te espero—dijo acomodándose en el asiento.
—Entra, hay una persona que te quiere conocer—le rogué.
Tom asintió y salió del coche. Yo le imité calándome mis gafas de sol. Echamos una mirada a la carretera y cruzamos cuando no veía ningún coche. Eran casi las 7 de la tarde, habría poca gente en el bar. Hasta la noche no se llenaba y así podía hablar con Gina con más calma.
Tom abrió la puerta y me dejó pasar primero. Nada más entrar, mis ojos localizaron a Gina tras la barra. Estaba de espaldas, preparando un café. Cogí aire y entré del todo seguido de Tom. Ocupamos dos taburetes en una esquina de la barra y cuando Gina se dio media vuelta, esbocé mi mejor sonrisa.
— ¡Chris!—saludó Gina entre risas.
Dejó el café sobre la barra y salió de ella. Me dio un fuerte abrazo y un beso en la mejilla.
—Gina, permíteme presentarte a mi hermano—dije tras devolverle el saludo.
Gina se sonrojó de inmediato, sabía que había ido con alguien pero no había reconocido a Tom. Llevaba sus rubias rastas cubiertas con la capucha de la sudadera y cuando Gina le miró se la quitó y esbozó su mejor sonrisa, tan dulce como la mía.
—Encantado de conocerte—dijo Tom poniéndose en pie.
Saludó a Gina con dos besos en la mejilla y sonreí al escuchar el suspiro que se le escapó.
—Venía a darte las gracias, por lo de Dylan—expliqué cuando se repuso de la impresión.
— ¡Si no hice nada!—exclamó Gina entre risas—Le llamé para decirle lo cabezota que era, y me dijo que se había pasado toda la noche investigando. Él mismo se dio cuenta de lo duro que había sido contigo y que te iba a pedir perdón nada más verte.
—Y así lo hizo—le expliqué—Me pidió perdón, estuvimos hablando....
—Y luego se vino de fiesta con nosotros—intervino Tom guiñándome un ojo.
Ahora me tocó a mí el turno de sonrojarme. Estaba claro que Gina ya sabía a qué clase de fiesta se refería...
—Lo que importa es que las cosas vuelven a estar como antes—dijo Tom carraspeando—No me gustaba ver a Bill tan hundido.
—Y todo por un malentendido—asintió Gina—Esto hay que celebrarlo, os invito.
—Bill me ha hablado de cierta tarta de manzana que preparas—susurró Tom pasándose la lengua por los labios.
Gina soltó una carcajada y rodeando la barra nos puso dos raciones acompañadas de un batido de chocolate. Pasamos con ella el resto de la tarde, hasta que se empezó a llenar el bar y nos despedimos.
Regresamos al apartamento y sintiendo lo cansado que estaba del viaje me fui a acostar. Estaba ya metido en la cama cuando llamaron a la puerta. Me di la vuelta y dejé entrar a Tom.
—Venía a desearte buenas noches—explicó Tom sentándose en el borde de la cama.
—A partir de hoy, todas las serán—dije entre bostezos.
Tom me miró sonriendo. Levantó una mano y la llevó a mi pelo, retirándome un mechón.
—Descansa, estos días han sido duros—susurró.
Asentí y antes de poder decir algo más mi móvil vibró. Tom me lo alcanzó y se inclinó para despedirse.
—Dale recuerdos de mi parte—susurró contra mi mejilla.
Asentí y le devolví el beso. Esperé a que cerrara la puerta y entonces cogí la llamada de Dylan.
—Hola, guapo—saludó sonriendo Dylan.
—Te echo de menos—contesté suspirando.
Le escuché suspirar a él también. Me había prometido no dejarle ver lo mucho que le extrañaba, no quería preocuparle...pero fue oír su voz y venirme abajo. Era inevitable...
—Terminé el trabajo—explicó Dylan cambiando de tema—En una semana os terminarán el escenario.
—Entonces mañana regresas a casa—comenté más ilusionado.
—Vete pensando que quieres hacer, trata de conseguir un día entero para los dos solos—dijo Dylan con firmeza.
Sonreí mientras lo pensaba. ¿Qué mejor lugar para pasar un día entero...que en la cama? De momento era algo pronto para traerlo al apartamento, me daba mucho corte que Tom o los demás nos escucharan...o se imaginaran lo que estábamos haciendo todo el día encerrados en mi habitación.
— ¿Se te ha comido la lengua el gato?—preguntó Dylan riendo.
—No, pensaba....vayamos a tu piso. Mañana no saldremos de la cama.
—Me has leído el pensamiento—dijo Dylan asintiendo.
—Esta tarde fui con Tom a ver a Gina—le expliqué cambiando de postura en la cama—No sé si será cosa mía o que...pero diría que mi hermano se la estaba ligando.
— ¿Cómo dices?—preguntó Dylan poniéndose tenso—Tendré que hablar con Tom, ver cuáles son sus intenciones antes de dejarle poner un dedo sobre mi hermana.
Me eché a reír sin poder evitarlo. Dylan era como Tom, si alguien se metía con su hermano pequeño, se las tenía que ver con él primero.
—No corramos, que solo han sido imaginaciones mía—aclaré antes de que se presentara en el apartamento a darle a Tom un buen tirón de orejas.
—Me encanta tu risa—dijo de repente Dylan—Y mañana...quiero escucharla todo el día...
—Y toda la noche—añadí entre risas.
Estuvimos hablando media hora más hasta que se me escapó un bostezo. Dylan también estaba cansado y tendría que levantarse pronto. Quedamos en vernos tras comer, Tom me llevaría al bar y entonces podía ver con sus propios ojos lo bien que le había caído Gina.
Me despedí de Dylan y dejé el móvil en la mesilla. Cerré los ojos suspirando, me dispuse a dormir sin poder evitar lucir una amplia sonrisa en los labios...
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¿Quién soy yo?
RomanceEso mismo se preguntaba Bill Kaulitz. ¿Quién era realmente? ¿El famoso cantante del grupo de moda? ¿O el chico de 19 años que no sabía aun que era lo que no le gustaba de su vida?