Salimos del cine y dimos un agradable paseo hasta el bar, había mandado un mensaje a Tom nada más salir del cine y quedé en reunirme allí con él en una hora. Pasamos dentro y nos sentamos a la barra para contarle a Gina la preciosa película que habíamos visto. A mí se me saltaban las lágrimas al recordar la escena en la que el protagonista pensaba que su chica había muerto y lloraba desesperado, hasta que le comunicaron que estaba en coma pero que se despertaría sana y salva al cabo de los días.
Era tal la angustia vivida en esos momentos, que aún se me ponía la piel de gallina al recordarlo. Pensar que has perdido al ser amado...era para ir tras él, pues tu vida ya carecía de sentido alguno.
Dylan me sintió estremecer y me cogió la mano apretándomela con fuerza. Suspiré y esbocé una sonrisa con esfuerzo, siempre me pasaba igual. Veía una película que me dejaba fascinado, y tardaba unas horas en reponerme, más si había alguna escena triste.
—Se te ve apagado—susurró Dylan sin dejar de apretar mi mano.
—Se me pasara, no te preocupes—contesté suspirando.
Al momento Gina puso delante de mí un plato con una ración de tarta de manzana. Al momento sonreír encantado, nada mejor que azúcar para subirme el ánimo. La comí despacio mientras que Dylan pedía solo un café y hablaba con su hermana de su nuevo trabajo.
—Al parecer me va a tocar viajar dos días la próxima semana—explicaba—Tengo que presentar el proyecto y que me lo aprueben. Por lo visto un pez gordo le tiene que dar el visto bueno.
—Yo también estaré ausente dos días la próxima semana—comenté de repente.
Me acababa de acordar de un viaje que nos había planeado David hacía meses. Teníamos que ir a Berlín a actuar en un programa y luego no sé que más, no le presté mucha atención pues no tenía relación directa con el grupo.
— ¿Qué días?—preguntó Dylan.
—Miércoles y jueves—contesté con la boca llena.
—Como yo—dijo Dylan riendo.
Al parecer me había manchado de tarta la mejilla, y Dylan me la limpió enseguida con el pulgar de su mano derecha. Se lo llevó a la boca u lo chupó extasiado, haciéndome separar los labios y gemir sin poder evitarlo.
Me sonrojé cuando Dylan se echó a reír con más fuerza, al igual que Gina. Suspiré desviando la mirada y fijándola en el reloj de pared que había sobre la barra. Casi las 10, Tom debía estar ya esperándome. Quedé en que no entrara en el bar, cuando encontrara el momento adecuado le presentaría a Dylan encantado.
Al momento sentí que el móvil me vibraba en el bolsillo de la cazadora. Era un toque de Tom, no me metía prisa alguna, solo me recordaba que me estaba esperando.
—Tengo que irme, ha llegado mi hermano—dije levantándome.
Dylan me imitó y miró por la ventana. Efectivamente, Tom estaba sentado al volante esperándome y fumando. Veía una de sus manos apoyada en la ventanilla que había bajado, sus dedos se movían rítmicamente, señal de que estaba escuchando la radio.
— ¿Te acompaño?—se ofreció Dylan.
—Otro día, ¿vale?—pedí en voz baja—Tom es...algo tímido.
Me sentía mal mintiendo, más sabiendo que Dylan me había pillado a la primera. Entendía que no se lo presentara todavía, que aún era pronto y con el tiempo conocería a Tom.
Le vi echar un vistazo al bar, solo había dos clientes enfrascados en una partida de cartas. Era un domingo por la tarde, la gente estaba en sus casas descansando del fin de semana. Aprovechó que no había nadie y se me acercó. Puso una mano en mi cintura y me atrajo a su cuerpo. Cuando se apoderó de mis labios, yo ya los había separado. Nos dimos dos besos breves, terminando con un profundo tercero.
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¿Quién soy yo?
RomanceEso mismo se preguntaba Bill Kaulitz. ¿Quién era realmente? ¿El famoso cantante del grupo de moda? ¿O el chico de 19 años que no sabía aun que era lo que no le gustaba de su vida?