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(Esta historia es una adaptación, todos los créditos a Lily Perozo)

[***]

había metido al jacuzzi por casi dos horas luego de llegar del Banpo Hangang Park, había sido capaz de admitir que el beso le había movido algo más que el piso, y que sus ganas de acostarse con Dahyun no habían hecho más que incrementarse, pero también sabía que todo aquello le requería un esfuerzo extra. La chica era virgen y probablemente querría regordetes cupidos encargándose de todo el asunto, ella no quería enredarse y terminar enlodada en pegajosos dramas rosas, pero había llegado a la conclusión que ellos podrían lograr un buen acuerdo. Si bien no le daría una primera vez romántica, si podría darle una de lujo, podía llevarla a donde siquiera y hacer lo que ella quisiera, pondría el Kama Sutra mismo a su disposición. A cambio, ella se aliviaría el dolor palpitante entre sus piernas.

No había rastro de Chaeyoung y la verdad no le interesaba que apareciera, la cabrona era realmente buena en lo que hacia, y no le tomaría más que unos cuantos minutos saber que escondía algo, y otros tantos en deducir de qué se trataba. El estómago le gruñó y se decidió por salir a buscar algo de comer, salió del apartamento buscando algún restaurante cerca, y resultó que nada se le antojaba, ¿Qué diablos le pasaba?

Se detuvo en algunos puestos ambulantes y frente a varios restaurantes, pero no se decidió por ninguno. Más de cuarenta minutos después caminaba por la avenida y su estómago le gritaba a su incoherente cerebro que se detuviera de una maldita vez a comer lo que fuera. Torció la boca en una mueca y se detuvo en una calle donde frente a ella, un discreto toldo rojo mate llamó su atención. Era un restaurante pequeño, y al salir uno de los clientes, la puerta entreabierta la llenó de los olores más pecaminosos. Justo lo que estaba buscando.

El lugar era muy acogedor, repleto de booths marrones a la usanza de los años cincueta y pequeñas mesas esmaltadas como salidas de alguna película de gánsters. Al parecer no había ningún maître ni nadie que le diera una mesa, se encogió de hombros y caminó hasta llegar a la barra. Tuvo que aguantar la risa cuando una chica mascando chicle se le acercó a atenderla, le preguntó si podía ordenar comida en la barra, y ella le dijo que no había ningún problema, esta vez se permitió sonreír y la chica se sonrojó hasta las orejas.

La comida había estado perfecta, y por primera vez en horas, alejó su mente de la maraña de planes absurdos que intentaba diseñar para llevarse con la menor cantidad de inconvenientes a Dahyun a la cama.

La deliciosa y refrescante copa de vino estaba a la mitad cuando el celular vibró en el bolsillo de sus jeans, tomó un sorbo más y lo revisó.

"Acabo de recordar cuanto me gusta tu boca".
"K. Dahyun."

Y ahí estaba de nuevo la razón de su obsesión, con aquel mensaje tan inofensivo, calentándola hasta niveles indecibles. Definitivamente debía revisar sus fijaciones con aquello que estaba fuera de su alcance.

"Tenemos que hacer algo al respecto."
"S. Momo."

"¿Qué propones señora Son?"

"¿Señora?"

"Ja, lo siento, Momo..."

"¿Qué estás haciendo?"

"Tareas #!*%&$"

"¡Las niñas buenas no usan malas palabras!"

"No quiero ser una niña buena... &$!%@"

"Eso suena prometedor..."

Dulces mentiras, amargas verdades. [Michaeng]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora