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Plan B: Emborracharla.

No quedaba de otra.

Se armò con una botella de vino, un par de copas y queso beaufort para no ser tan evidente. Al llegar, la rubia se habia quitado las botas y la chaqueta y la esperaba sentada en la cama, cuando la vio le regalò una amplia sonrisa que Chaeyoung con una buena dosis de todo su encanto.

-Malas noticias.- le dijo sentandose en el borde de la cama mientras llenaba una copa.-Tendremos que esperar un poco, mi prima se va a duchar, es que estaba entrenando.

-Esperaremos entonces.- acordò ella dandole un sorbo a la bebida.

Chaeyoung puso su copa sobre la mesa de noche y se metio en la cama, acomodandose frente a ella se sentò sobre sus talones, llevò las manos a su cuello y la acercò, besandola con fervor, dejandola sin aire. Ella se alejò y Chaeyoung guio su copa hacia los labios para que bebiera, ella en respuesta, estuvo màs complaciente y receptiva de lo que pudo esperar.

La fiscal repitio la accion una y otra vez, entreteniendola con besos que tambien parecian embriagarla. Menos de una hora despues, ella se disculpò y fue al baño, al verla caminar, dio por hecho su plan B. Cuando ella regresò, se dejò caer acostada en la cama hablando un montòn de estupideces, mientras ella la desvestia y la acariciaba.

Quiso gritar de jùbilo al ver que se habia quedado dormida, pero no queria perder màs tiempo, corrio para salir de la habitacion y cerrò la puerta con llave, no queria que Momo se le diese por entrar y la encontrara en medio de la inconsciencia.

Tratando de hacer el menor ruido, subió a su habitación, pasó de largo al baño y se lavó el rostro, al terminar, su mirada recorrió su cara a través del espejo, estubo allí detenida por varios minutos, no podía creer que realmente estaba en víspera de hacerlo.

Estaba decidida, había llegado la hora y apenas comenzaba, había esperado dieciocho años para verlos nuevamente a la cara, esta vez, al menos uno de ellos, no pudo evitar que los recuerdos de esa noche la atacaran y que el sabor amargo que siempre la acompañaba se recreara tan cruel en su boca como lo fue hacia ya tantos años.

-Ha llegado la hora, yo te lo juré.- susurró frente al espejo.-Te lo juré, van a pagar todo el dolor que te causaron, lo van a pagar.- sus ojos ardían en lágrimas, rencor, ira, dolor y odio.

Tomó una toalla y se secó la cara, se desvistió rápidamente y buscó esa ropa que ya tenía preparada para ese día, y que había adquirido desde que Kim Seokjin le había entregado los expedientes de esos malditos. Pantalón negro, camiseta del mismo color, botas mustang de corte militar, y una pasamontañas que ya estaba preparado.

Agarró el bolso y las llaves, abrió con cuidado la puerta, bajó las escaleras y tomó el ascensor privado, pero en vez de detenerse en el lobby o en el estacionamiento, lo hizo en el segundo piso, donde estaban instaladas las oficinas de la administración y el cuarto de servicios. Se deslizó sigilosa como una sombra, y descendió hasta la calle por la escalera de incendios.

Al salir, corrió hasta el estacionamiento del edificio de al lado, ahí tenía una moto Kawasaki negro, al llegar se agachó y abrió el bolso, buscó la matrícula falsa y se la puso a la motocicleta, sin perder más tiempo se montó, se acomodó el casco y se puso en marcha.

Chaeyoung tenía a su favor las calles despejadas durante la madrugada, así que el viaje le llevaría menos tiempo. Sabía que el lugar hacia donde se dirigía era peligroso, pero en realidad no podría haber nada más peligroso que ella, por lo que estando cerca se estacionó y sacó del bolso la HK USP 45mm y se la asió en la espalda, asegurándola con el pantalón, también buscó los nudillos de acero y se los colocó, los cuales enfundó con las vendas negras, mientras su corazón ansioso latía frenéticamente.

Dulces mentiras, amargas verdades. [Michaeng]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora