5

55 5 1
                                    

(Ésta historia es una adaptación, todos los créditos a Lily Perozo)

[***]

Mina, aún en medio en medio de las súplicas de Jihyo y Bangchan para que los acompañara a cenar, decidió no hacerlo, prefirió quedarse una hora más en la boutique y así cambiar los diseños a los maniquíes, prácticamente exigiéndoles que se marcharan ya que no querían dejarla sola.

Se encontraba en la vitrina colocándole unos accesorios a uno de los maniquíes, ya casi terminaba y se había llevado unas dos horas, mucho más tiempo de lo esperado debido a la maldita férula que, aunque tuviese una semana con ella, aún no se había acostumbrado. Vio una camioneta Lincoln MKX gris plomo estacionarse detrás de su auto y se le hizo extraño porque no tenía ningún pendiente. Desvió la mirada y prosiguió con su trabajo pensando que talvez era clientela de Louis Vuitton.

Alguien golpeaba el cristal de la vitrina y volvió la mirada, encontrándose con una mujer, de tez blanca y cabello negro, vestida de traje, percatándose que era realmente atractiva, seria e interesante; la imagen de la individua enfundada en lentes que casi la atropellaba la semana pasada saltó de inmediato.

-¡Está cerrado!- Le gritó, lo que menos quería era atenderla, sobre todo por ese magnetismo inexplicable que una vez más subía por sus pies y germinaba desde su centro, expandiéndose por todo su cuerpo. La vio caminar hacia la puerta de cristal y recordó que no estaba cerrada.-Le he dicho que está cerrado.- Prosiguió saliendo de la vitrina tan rápido como su falda tubo y sus zapatos Chanel negros y suela roja se lo permitía, observando a la mujer que entraba.-Al menos que haya venido a disculparse.-

-Buenas noches señorita, no tengo porqué hacerlo, fue usted quién se atravesó; de hecho he venido a traerle la cuenta del taller ya que al descargar sus emociones sobre mi auto le ha causado abolladuras.- Expuso mirándola fijamente a los ojos.

Mina sintió cierto acento en la voz de la mujer -aunque ella no era coreana- haciéndola realmente seductora, además de una mirada penetrante, los ojos eran cafés claros, parecían miel por los destellos que desprendían. Evidentemente no llegaba a los treinta años y las parejas que había tenido pasaban los treinta y cinco, por lo general siempre fueron hombres.

La miraba con tanta intensidad, que sentía que podía atravesarla, le tomó un momento procesar las palabras dichas por ella, pero al ser consciente abrió y cerró la boca mientras negaba en un gesto instintivo ante el descaro.

-Es usted... ¡¿está loca?!, ¿cómo puede tener la desfachatez de pedir que yo le pague algo? Cuando la afectada he sido yo, ¡mire!- Le dijo mostrándole la mano con la férula.-¿Cómo demonios me ha encontrado?- Inquirió con una mezcla de rabia y excitación recorrerla.

-No ha sido difícil, la matrícula del Nissan 370z Roadster blanco que está allá afuera me ha traído aquí.- Respondió sin mostrar ninguna emoción más que la recia que había tenido en todo momento. Tanto que ella pensaba que la tenía tallada, como esas muñecas hermosas.

-¿Es una acosadora?- Preguntó sin poder creer que la había rastreado.-¿Cómo es que tiene mi matrícula?-

-Digamos que tengo buena memoria, en cuanto a lo de ser una acosadora si lo sería; no es usted mi tipo de presa, es más del tipo de Kim Hyun-bin.-

-¡Es usted una abusadora!- Exclamó sumamente violenta.-Lárguese antes de que tenga que ponerme otra férula, porque también le daré un derechazo en la quijada que también tendrá que traerme la cuenta del traumatólogo.-

-No es necesario la agresividad, señorita.- Hablaba mientras buscaba algo en su saco-Aquí tiene la cuenta.- Le hizo saber extendiéndole un papel.

-¿Sabe quién le va a pagar esa cuenta?- Preguntó sintiéndose cada vez más irritada.

Dulces mentiras, amargas verdades. [Michaeng]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora