Como cada mañana, Momo y Dahyun se encontraron en Banpo Hangang Park para su rutina de ejercicios; sin embargo, aquella mañana la rubia tenía pensado saltárselos. Así que llevó su auto al parque y cuando su novia estuvo los suficientemente lejos de su chofer, la tomó por la mano y la instó a correr hasta donde había aparcado.

-¿Puedo robarte un par de horas?- preguntó abrochándole el cinturón de seguridad y acercándose para darle un beso que ella correspondió con notablé entusiasmo.

-Me parece perfecto, pero primero déjame apagar el GPS.- dijo distraída, luego le mordió los labios y le sonrió con contradictoria inocencia, perdiéndose en la mirada brillante que estaba llena de cosas no dichas, que definitivamente quería descubrir. Se alejó un poco y dejó a su padre desorientado solo con un toque de pantalla.-¿A dónde me llevarás?

-¿A dónde quieres ir?- indagó Momo con picardía, ella se mordió el labio inferior, mientras pensaba en un montón de posibilidades.

Momo levantó las cejas, y repasándose los labios con la lengua bajó la mirada negando repetidas veces.

-Deja esos pensamientos.- pidió con una sonrisa, tocándole con la yema de uno de sus dedos, la punta de la nariz.-Dos horas no serán suficientes.- susurró, posando su mano en su cuello, besándola con embeleso, robándose el oxígeno de la boca de Dahyun, introduciendo su lengua, hurgando hasta hacerla jadear.

Emociones desconocidas brotaron en Dahyun desde sus muslos hasta su pecho, dos horas no serán suficientes.

-No estaba pensando... lo que imaginas.- murmuró contra los labios rojos e hinchados de Momo, rectificándose inútilmente.

-¿Y qué pensabas entonces?

-Ay Momo ¿por qué no me dices a dónde vamos?- preguntó, cambiando el tema sin nada de tacto.

Momo sonrió rozando sus dientes superiores con la lengua. Ella sabía perfectamente en lo que estaba pensando, pero más le valía a ella desviar a su mente de esos pensamientos.

-Está bien, vamos a desayunar.- informó acomodándose y encendiendo el vehículo.-Yo no tuve tiempo de hacerlo esta mañana.

Esa noticia no le gustó mucho a Dahyun, no estaba acostumbrada a desayunar y sabía que ella insistiría en que lo hiciera, pero trató de disimular su temor por comer con media sonrisa que no llegó a su mirada.

El restaurante Noona's del hotel Le Park les daba la bienvenida con sus techos altos y paneles de madera, las mesas estaban enmarcadas con bordes de plata, todo era elegante y acogedor; con un toque clásico, pero con detalles modernos que lo hacían más que agradable.

-Buenos días, Quiang.- saludó Momo estrechando su mano al joven de rasgos chinos que la recibía, tomando por sorpresa a Dahyun, ya que trataba al empleado como si fuese alguien de su entorno.

-Buenos días, Momo.- pese a la familiaridad de su saludo, el chico marcaba cierta distancia, tal vez manteniendo la diferencia entre cliente y empleado.

-Te presento a mi novia.- dijo Momo desviando su mirada hacia Dahyun, que le regaló una sonrisa tímida al chico, y aunque dudó un poco en hacerlo, le tendió la mano.

Aquello era nuevo para ella, no estaba acostumbrada, nunca había interactuado con empleados en ningún sitio, su padre había inculcado en ella un respeto casi ortodoxo por la diferencia de clases, donde a las personas de un estatus social inferior se les trataba con distancia y no por respeto, sino porque no merecían que se les brindase confianza.

-Mucho gusto, me llamo Dahyun.- respondió sintiendo que no se iba a morir, ni a desgastarse por recibir el cordial apretón del amable mesero.

-Un placer conocerla señorita.- Quiang le estrechó la mano sonriéndole con franqueza.-Por favor acompáñenme.

Dulces mentiras, amargas verdades. [Michaeng]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora