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(Ésta historia es una adaptación, todos los créditos a Lily Perozo)

Me disculpo por no cumplir el horario correspondiente.

[***]

El orgullo de Son Chaeyoung era más grande que su ego, muchas veces rayaba en la soberbia, razón por la cuál no insistió más en pedirle disculpas a Myoui Mina. Lo había intentado, se había tragado su orgullo, pero pasó una semana y no recibió ninguna respuesta, así que la había desechado; haría de cuenta que nunca existió, ni siquiera para llevar a cabo sus planes, ya encontraría otros medios.

-¿Nos vamos?- Preguntó una voz femenina en su oído atravesando la ruidosa música del club, acariciándole con sensualidad el interior de uno de los muslos, preparándola para la madrugada que les esperaba.

Chaeyoung asintió en silencio y desvió la mirada al sentir cómo la chica rozaba con la yema de los dedos su entrepierna. Dispersas pulsaciones retumbaron en su miembro, levantó una de sus manos y con violencia sexual la tomó por el cuello inmovilizándola por completo, la atacó con un beso desesperado, robándole el aliento, ahogándola con su lengua.

-Vámonos.- Murmuró rozando sus labios contra los de ella, dejando su tibio aliento dentro de la boca de la rubia. Se puso de pie, la tomó de la mano y la guió hacia la salida.

Abordaron el Lambroghini y condujeron hasta su apartamento. Al llegar, Chaeyoung trató de hacer el menor ruido posible, sabía que Momo necesitaba descansar, tendría una importante reunión temprano en la mañana. Entraron en el cuarto blanco de la planta baja, jamás llevaba a las mujeres a su habitación, era su santuario, para pasarla bien había otras tres habitaciones disponibles.

Momo se levantó más temprano de lo usual. Ser impuntual era su sello personal pero esta vez no se podía permitir llegar tarde a la oficina. Se preparó un café y estaba justo por salir cuando alguien tocó el timbre, recogió el portafolio que aún odiaba, pero que era necesario y se encaminó a abrir y a salir inmediatamente.

-Buenos días, señorita...- Lo saludó con una reverencia la deslumbrante mujer en el umbral. A pesar de su apuro, Momo se detuvo a contemplar la belleza de ojos cristalinos, seguramente se trataba de la diseñadora de interiores que haría las adecuaciones en el gimnasio. Ella no tenía ni puta idea sobre diseños, pero varios de sus colegas le habían recomendado la firma Myoui's Boutique, y no porque ellos estuvieran relacionados con el oficio, si no porque sus esposas adoraban el trabajo de la prestigiosa firma, y los hombres el increíble cuerpo de la diseñadora.

-Buenos días.- La interrumpió en un tono conciliador, ella había olvidado por completo la bendita cita.-De hecho se me ha hecho tarde, ¿es usted la encargada de organizar los espacios, verdad?- Le preguntó fijándose en los labios sensuales y voluptuosos de la mujer.

-De decorarlos y rediseñarlos, señorita.- Aclaró.

-Eso...- Momo carraspeó.-Si, eso mismo, bueno, le expliqué a su asistente lo que necesitaba.- Ella asintió.-El gimnasio está a la derecha por el segundo pasillo al final.- Se movió y dio un paso fuera del apartamento.-Queda en su casa, haga lo que tenga que hacer y después envíeme el presupuesto a la oficina, yo me tengo que ir.- Soltó sin más.

-Señorita, me gustaría que usted estuviese presente para conocer su opinión sobre las ideas que puedo plantearle.- Le sugirió ella teniendo que elevar un poco la cabeza para poder mirarla a la cara, la mujer era más alta que ella. Bien podría parecer la hermana de Brad Pitt en la película "¿Conocen a Joe Black?", pero con la contextura de Aquiles en "Troya".

-Estoy segura que lo hará bien, sea lo que sea lo hará bien, confío en usted.- Momo extendió el brazo señalándole el salón.-Pase, adelante.- La invitó, salió al corredor y oprimió el botón de llamado del ascensor.-Si tiene cualquier duda, porfavor llameme.-

Dulces mentiras, amargas verdades. [Michaeng]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora