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(Ésta historia es una adaptación, todos los créditos a Lily Perozo)

[***]

La delicada espalda desnuda de Chaeyoung ascendía y descendía acompasada por la calmada respiración del sueño tranquilo, y un brazo fuerte descansaba sobre una línea dorsal delicada, más abajo, la torneada pierna de Mina reposaba encima de su trasero. Sus rostros lucían serenos y parecían estar plácidamente sumergidas en el más profundo de los sueños, recuperando las energías consumidas después de haber hecho un derroche con sus cuerpos enredados, en dos oportunidades durante la madrugada y parte de la mañana.

-¡Mina!, ¡Mina!, ¿estás en casa?- La estridente voz de Jihyo resonó demasiado animada desde algún lugar en el apartamento.

Mina escuchó la voz lejana que se acercaba cada vez más a medida que la sacaba del sueño. Sus párpados se abrieron reticentes y se despertó con una deliciosa sensación de irrealidad, se pasó las manos por el cabello, parpadeando varias veces dejó que sus ojos recorrieran el cuerpo de Chaeyoung tapado desde la cadera hacia abajo.

-¡Mierda!- Exclamó sorprendida. Se incorporó con violencia, haciendo que sus cabellos se agitaran con energía y le cubrieran el rostro. Los pasos de su amiga aproximándose a su habitación hicieron que entrara en pánico.-Chaeyoung... Chaeyoung levántate.- Le pidió en susurros, pero ella en medio del sueño sólo le llevó el brazo al torso obligándola a acostarse de nuevo.-¡Que te levantes!-

-¿Qué pasa?- Preguntó ella. Quejándose con un sensual ronroneo la pegó aún más contra su cuerpo. Apenas abriendo sus ojos claros, casi dorados.

-Corre... Jihyo, mi amiga... escóndete.- Trató de levantarla, halando su mano.-Esa puerta de ahí es el armario.-

-¿Ahora somos adolescentes?, ¿qué no eras suficientemente madura?, ¿una mujer dueña de sus actos?- Decía ella aún adormecida.-Ni de joda saltaré desnuda por la ventana.-

Chaeyoung entrecerró sus ojos mirándola con sospecha y desaprobación; sí, la estaba llamando absurda y cobarde con la mirada, pero justo en ese momento le importaba una mierda. Responder incómodas preguntas de Jihyo implicaba que ella misma se detuviera a pensar en el asunto, y sabía que su línea de pensamiento la llevaría inevitablemente a un lugar al que no quería ir.

-Cállate y escóndete.- Ordenó empujándola con las manos en dirección hacia el armario.

-¿Y por qué lo haría?- La cuestionó.-¿Qué me darás para que obedezca?- Mina arqueó una ceja.

-¿Una patada entre las piernas?-

Chaeyoung le sonrió mordiéndose los labios.-No creo que eso me motive mucho a mantenerme quietecita.- Le dijo antes de girarse y abalanzarse contra ella, pegándola a una pared.-¿Al menos obtendré luego una recompensa si me porto bien?- Habló contra la piel de su cuello, rotando la pelvis contra ella.

Mina gimió bajito, sintiendo que su pulso se desbocaba entre las provocaciones de Chaeyoung y el medio de ser descubierta in fraganti por Jihyo.

-Talvez...- Susurró.

-Me tomaré eso como una promesa.- Sentenció ella liberándola.

La dejó dentro del armario, tomó un albornoz magneta que fluía ondulante sobre su cuerpo. Al amarrárselo con rapidez, salió del vestidor cerrando la puerta y se encontró con Jihyo entrando a su habitación.

-Hola.- Saludó a su amiga recuperando el aliento, frunció el ceño fingiendo confusión, tomó una liga negra que reposaba desprevenida sobre la mesa de noche y se recogió el cabello en una cola de caballo.-¿Qué pasó Jihyo?-

-¿Qué pasó?- Replicó ella con sarcasmo.

-Sí.- Continuó Mina con el gesto demasiado serio.-¿Qué haces aquí?-

Dulces mentiras, amargas verdades. [Michaeng]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora