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(Ésta historia es una adaptación, todos los créditos a Lily Perozo)

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El famoso festivas Shakespeare In The Park que llevaba a cabo un pequeña gira en varios países, esta vez durante los meses de junio y julio en Banpo Hangang Park, pone en escena dos obras al azar del famoso escritor, con la colaboración de actores célebres del teatro y el cine, y es por excelencia una de las grandes tradiciones en Seúl.

El famoso parque, pese a su magnitud solía atestarse con más gente de lo habitual durante los días del festival, histéricos equipos logísticos, maquinaria, elementos del escenario y gente de los más particular se estrellaban unos con otros a lo largo del día.

Sin embargo, eso no representaba un impedimento para que Chaeyoung interrumpiera su rutina semanal. Procuraba salir a correr al menos tres dias a la semana, y este era justamente uno de ellos. El sol sobre su cabeza picaba despiadado, su pantalón de chandal negro y su camiseta de algodón se habían empadado de sudor rápidamente, su reloj deportivo marcaba 120 pulsaciones por segundo y sus auriculares bañaban sus oídos con Slide Away de Oasis. Esquivó sonriendo a varios niños, y aumentó la velocidad.

Realmente disfrutaba sus mañanas, pero no sería tan tonta como para engañarse tan estupidamente, no era solo el bonito día, o las endorfinas navegando en sus venas por la actividad deportiva. No, sabía que había algo más, y ese algo tenia nombre propio; Myoui Mina.

Debía tomar distancia, lo sabía, esa parte supuestamente racional en su mente se lo repetía una y otra vez, pero como escucharla después de haberla besado de esa manera, después de haber disfrutado su pasión, de cómo se habia movido sobre su cuerpo dándole placer, y aquello ni siquiera alcanzaba la categoría de abrebocas, había sido muy poco, y aun así, estaba completamente loca por repetirlo. Y claro, quería más.

Pero ella no podía perder la concentración en lo verdaderamente importante, debía mantenerse enfocada y no arriesgarlo todo por un par de piernas. Pero había que ver que piernas eran las de Mina . No lo negaba, la mujer estaba buenísima, era preciosa y su cuerpo la ponía sedienta, era impetuosa y apasionada, y parecía llevar en sus ojos la promesa de llevarla al delirio en la cama.

Un grupo de estudiantes de algun colegio católico pasó por su lado entre risitas murmuradas, ella sonrió sin mirarlas intentando evadir lo que su cerebro le gritaba. Al final no tuvo más remedio que escucharlo. Había algo más, algo que ella no podía decifrar, algo acerca de Mina que la halaba, que la hacia querer desear estar en su presencia, provocarla, verla rabiar, hacerla enfurecer. Pero también quería verla sonreir y talvez compartir con ella varias de las cosas que disfrutaba en la vida, aunque habia sido un juego de insinuaciones en el club, de verdad quería enseñarle capoeira, el bendito lío era que no entendia por qué.

Ella era una distracción, por tal razón debía evitarla. Empezó a repetírselo mentalmente una y otra vez, lo haría hasta convencerse. Entonces una chica le bloqueó el camino con toda la intención, haciéndola detenerse. Después de un minuto logró reconocerla, con ropa deportiva y un mejor semblante casi parecía otra persona, su gesto se endureció cuando la asaltaron varias emociones a la vez; rencor, simpatía, rabia y lástima, todas tan de repente que la cabeza le daba vueltas.

Se quedó en silencio admirando la belleza y la jovialidad en ella, tenía una sonrisa hermosa y ojos grises, un gris impactante, no verdes oliva como le pareció hacia varias noches atrás en el estacionamiento, eran brillantes con pequeñas pintas verdosas, casi amarillas cerca de la pupila. La muchachita tenia una cara muy bonita.

-Hola, ¿no me recuerdas?- Le preguntó ella sonriente.

-Sí... sí, claro que te conozco.- Respondió Chaeyoung quitándose los audífonos.-Dahyun, ¿verdad?-

Dulces mentiras, amargas verdades. [Michaeng]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora