Es el segundo viernes del mes final del doceavo grado en el nivel superior del joven Castiel. Al salir de clases se despidió de sus compañeros y rumbo a su casa se notaba un poco distraído y pensativo. Recordaba las palabras de sus padres donde le pidieron al joven esperar un día después de su fiesta de graduación, para revelarle su verdadera historia. Un par de años atrás su familia le tuvo que decir que ellos no eran sus padres biológicos, aunque siempre lo han querido como un verdadero hijo; le rogaron esperar un tiempo para decirle toda la verdad.
Castiel, después de haber escuchado lo poco que sus padres le informaron aceptó esperar que se cumpliera el tiempo que pactaron y así acabar con la incertidumbre de su pasado. Sabía que la espera terminaba en una semana. El joven pudo soportar por tanto tiempo el no preguntar nada de ese tema; lo consiguió al razonar en cómo lo trataron siempre sus padres, aún sin ser su verdadero hijo. Él nunca tuvo malos tratos por parte de ellos y siempre le dieron todo lo que podían ofrecerle. Castiel desde niño fue tranquilo, paciente, honrado, buen estudiante y muy respetuoso, pero, con el tiempo se agregó a su personalidad ser impulsivo y protector; no le gustaban las injusticias.
Al llegar a casa, saludó a su madre; ella lo recibió con un amoroso beso y le preguntó:
—¿Cómo te fue en clases, hijo?
—Bien, mamá, estoy impaciente porque llegue la próxima semana.
—Sí, lo imagino, y... ya sabes qué color de traje quieres ponerte para la fiesta de graduación.
—Sí, mamá, deseo llevar un color gris oscuro brillante. ¿Qué te parece?
—Te verás hermoso independientemente del color del traje. Recuérdale hoy a tu padre para que se pongan de acuerdo para ir al centro comercial y comprarlo mañana.
—Claro, mamá, yo le comento en cuanto lo vea. Sabes, también espero la plática pendiente de hace tiempo. ¿Tú sabes a que me refiero verdad?
—Sí, hijo, lo tenemos en mente desde hace meses. Pero, primero a disfrutar de tu baile de graduación, va ser una noche muy especial para todos ustedes en la siguiente semana.
Castiel se retiró a su dormitorio a ponerse cómodo por un rato, en lo que llegaba su padre para platicar del baile. Se cambió de ropa y se quedó descansando en el diván que se encuentra en la ventana de la alcoba, recordaba el gran año escolar que estaba por concluir, en especial, ese día de la primera semana del mes de mayo cuando recibió una de varias cartas de universidades importantes que le habían llegado para su incorporación y donde sus padres le dejaron decidir cuál universidad escoger.
Castiel había decidido aceptar la invitación en ese gran campus sur perteneciente a la Universidad de California ubicada en Westwood, en la ciudad de Los Ángeles. Esa oportunidad se convirtió en una realidad, gracias al gran esfuerzo que realizó en esos cuatro grados, en especial en el último, consiguiendo elevar su puntuación al anotarse para estudiar en las clases de nivel avanzado (AP), sacrificando tiempo para estar con amigos y familiares por cumplir esos cursos de verano antes de comenzar los dos últimos grados, el examen (SAT), esas muy buenas cartas de recomendación de los maestros y el gran ensayo general que elaboró y envió a las universidades del País. Todo este esfuerzo fue contundente y el joven consiguió una puntuación de dos mil doscientos veinte, que, por ende, dio origen a las invitaciones de esas grandes universidades. Decidió estudiar en ese campus por ser de las mejores del País y del mundo, la cual exigía un puntaje mínimo de dos mil ciento cincuenta y un GPA de 4.0. Quería estudiar Ingeniería Química.
Transcurrió una hora de que Castiel llegó a casa cuando se oyó el ruido incomparable del motor del auto de su padre estacionándose en el garaje. Al entrar al hogar Jim vio a su esposa y le dijo:
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Los Jóvenes del Símbolo
Science FictionCorre el año 2012 cuando tres jóvenes y un agente investigador, con vidas demasiado opuestas, se enfrentan a diversas circunstancias y dificultades en los barrios donde viven; lo que los llevan a coincidir y enlazar sus vidas. Los sucesos anormales...