Capítulo 7 Reencuentro en Tierra Santa Parte 1

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El reposo prolongado que vivieron en el vuelo, ocasionó que un par de horas antes de que el avión tocara suelo, Jim y Castiel finalizaran cansados y desesperados. Al salir del aeropuerto poco después de las diez de la noche, tomaron un taxi rumbo al hotel. En el transcurso rectificaban lo planeado y cincuenta minutos después se hospedaron. Se prepararon para descansar frente al televisor. El sueño los sorprendió al poco tiempo.

   Temprano en la mañana, Jim y Castiel desayunaron en el restaurante del hotel. Alrededor de las nueve de la mañana se dirigieron hacia donde encontrarían al traductor, quien años atrás ayudó a Jim. Poco después de las diez de la mañana arribaron a la casa de la abuela Shoshana. Los tres hombres se pararon frente a la casa y Jim tocó la puerta. Sin dejar de mirar la entrada a Castiel le empezó a palpitar fuertemente el corazón mientras Jim lo agarraba del hombro derecho. Pasó medio minuto y se abrió la puerta lentamente, luego se asomó Shoshana y lo primero que vio fue al Joven, enseguida al traductor y al final a Jim, reconociendo a estos dos últimos. Dirigió rápidamente la vista hacia Castiel entendiendo lo que estaba por ocurrir. Ella con un cambio drástico en su semblante dijo en su idioma y con voz alegre: "¡Castiel, hijo mío!"

   Ella se acercó al joven y ambos se abrazaron tiernamente por un buen tiempo. Después saludó llena de alegría a Jim y los invitó a todos a entrar a su morada. El intérprete les traducía todas sus palabras. Shoshana les convidó una taza de té y llena de alegría compartía:

—Es una alegría inesperada e inmensa verte de nuevo hijo, eres ya un muchacho grande y fuerte. Tus padres estarían muy orgullosos de verte.

—Abuela, mi papá me contó todo sobre mi mamá Leora y lo que pasó conmigo. Me dijo que hiciste un gran esfuerzo para ir a Estados Unidos a conocerme y aunque sólo recuerdo muy poco de aquella ocasión y no era consciente de que mi abuela estaba a mi lado, quería conocerte de nuevo y que te enteraras por mí que estaré siempre al pendiente de ti y que, si no puedes ir a visitarme, yo trataré de venir en las vacaciones de verano año tras año. Ahora quiero pedirte que me cuentes algunas cosas para intentar aclarar las lagunas que hay de mi vida, me refiero a mis padres, mi abuelo, lo que tú creas necesario que deba saber. Claro, si tú lo quieres y si estás en condiciones de hacerlo —agitado por la emoción Castiel terminó de hablar.

—¿Shoshana cómo está de su salud? —le preguntó Jim—. Recuerdo que hace tiempo me comentó que tenía hipertensión. ¿Se siente bien hoy para que pueda platicar con nosotros?

—No tienen de que preocuparse, yo me siento muy bien hoy. A lo mejor escucharás cosas que ya te dijo tu padre Jim —dijo Shoshana.

—Aun así, quiero escucharlo de su voz abuela, puede ser que usted nos diga detalles que no sabíamos, además tenemos tiempo suficiente para estar aquí.

—Tus padres se conocieron en un festejo de boda, tu padre comenzó a frecuentar a Leora y con el tiempo se hicieron pareja para unirse en matrimonio ante Dios. Tu padre se llamaba Oren Elad Leib era parte de la corporación de la policía de la ciudad, fue una persona trabajadora, noble y justa, cuidaba mucho a tu madre, se le notaba en su rostro el amor que le tenía a Leora.

»Lamentablemente un día Dios no lo favoreció y posiblemente por su falta de experiencia en su empleo tuvo que soportar una vivencia terrible que lo llevó a su muerte. Ese día estaba cumpliendo con su horario diario de trabajo, solitario se encontraba recorriendo en las orillas del centro de la ciudad; lamentablemente estaba en el lugar y la hora errónea. Caminaba en esa zona cuando vio a un grupo de hombres muy extraños y ellos al ver a tu padre se comportaron raros. Él caminó hacia ellos y antes de llegar se dio cuenta que estaban a punto de atacarlo con armas; él lidió por un momento en lo que llegaban los refuerzos, al parecer fueron seis hombres quienes lo agredieron. Tu padre resistió y logró asesinar a tres de ellos, luego de estar soportando por minutos los ataques, uno de ellos encontró la manera de herirlo y matarlo. Después comenzaron los disturbios de los actos de terrorismo y esa tarde terminó en un caos, como siempre ha sucedido desde que pasan esas acciones incontrolables en la región. La impaciencia siempre estuvo en su vida llevándolo a responder de esa manera aquel día... Tal vez si hubiera decidido no caminar hacia ellos habrían pasado las cosas diferentes.

Los Jóvenes del SímboloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora