En carretera, a la mitad del recorrido rumbo a la perla tapatía, Eliseo, Liliana y sus padres, se detuvieron en un restaurante a desayunar, el hambre surgió después de cuatro horas de viaje. Luego continuaron su camino. En la carretera Eliseo observaba el típico paisaje del territorio: abundantes agaves por todos lados.
Transcurrió una hora de charlas. A Eliseo le dio un poco de sueño; los padres de Liliana le aconsejaron dormir y ellos le avisarían antes de entrar a la ciudad. Él y Liliana se quedaron dormidos por casi una hora. Ella fue la primera en despertar, había escuchado a Eliseo quejarse al estar dormido, había gemido y hecho un movimiento brusco de su cuerpo, antes de que Liliana lo despertase. Ella, tocándole el brazo y haciéndolo despertar se disculpó con él:
—Perdóname, tuve que hacerlo, te notabas con sufrimiento.
—No te apures Lili, que bueno que me despertaste, tuve un sueño desagradable —respondió todavía con sorpresa Eliseo.
—¿De qué se trataba el sueño?
—La verdad, no quiero hablar de eso en este momento, pero te lo diré más adelante. Deja calmarme porque no quiero recordar eso.
—Está bien Eliseo, cambiemos de tema. Tienes pensado visitar algún lugar en especial cuando lleguemos —dijo Lili.
—Sí, me gustaría que me acompañes a un lugar, que tengo mucho tiempo sin visitar, digo, si te parece buena idea. La última vez que fui, si mal no recuerdo, fue hace unos cinco años.
—Dime Eliseo, ¿cuál es ese lugar?
—Guachimontones. ¿Conoces ese lugar? —dijo entusiasmado Eliseo.
—No conozco ese lugar, jamás he ido allí, sólo lo escuché de una tía hace mucho tiempo, pero, no tenía curiosidad sobre ese tema.
—Y tú ¿quisieras acompañarme?
—Claro que sí Eliseo, vamos para conocer ese lugar —sonrió.
Cuarenta minutos después, entraron a la zona metropolitana de Guadalajara, se les veía muy contentos y con muchos ánimos de arribar a la ciudad. Los padres de Liliana acordaron con Eliseo de llevarlo a la casa de su tía por la tarde, primero llegarían a descansar unas horas con su familia.
Alrededor de las dos de la tarde llegaron a su destino, fueron recibidoscon alegría, amabilidad y emoción por la familia. Platicaron por unas horas,recordando tantas vivencias de la juventud y sobre la última visita hace variosaños en ese lugar. Posteriormente, decidieron llevar al joven con su tía.Eliseo se despidió agradecido. Al llegar a casa de Gabriela fueron recibidoscon agrado y amabilidad; se presentaron y agradecieron mutuamente. Los jóvenesquedaron de verse al siguiente día por la mañana.
Eliseo entró en la casa y Gabriela muy contenta lo abrazó, le dio un beso en la mejilla izquierda y le dijo:
—¡Estoy muy contenta que estés aquí Eliseo! ¿Tienes hambre o sed?
—Estoy bien tía, gracias. Tenía muchas ganas de verla, pero venir aquí me trae más recuerdos terribles que buenos.
—Sí me imagino, hijo. No recuerdes eso, mejor dime ¿estas aún en la preparatoria? —agregó Gabriela.
—No tía, hice tramites y hace poco me enteré que salí en listas de la universidad.
—Que gusto hijo, cuéntame a que carrera vas, cuéntame de mi hermana, cuéntamelo todo, tenemos lo que resta de la tarde y toda la noche para platicar —siguió con alegría.
Eliseo y Gabriela conversaron por horas, cenaron tranquilamente y siguieron conviviendo hasta la media noche.
Por la mañana, al levantarse Eliseo, salió de la habitación y se dirigió a la sala, desde allí observó a Gabriela preparando el desayuno y le dijo:
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Los Jóvenes del Símbolo
Science FictionCorre el año 2012 cuando tres jóvenes y un agente investigador, con vidas demasiado opuestas, se enfrentan a diversas circunstancias y dificultades en los barrios donde viven; lo que los llevan a coincidir y enlazar sus vidas. Los sucesos anormales...