Yo

4.9K 18 0
                                    

Hola a todos, aquí les paso a contar lo que fue mi vida un año después de haber contraído matrimonio con un hombre que siempre me brindó todo de él y que hoy en dia lo sigue haciendo.

No me conocen, pero espero que puedan conocerme y que disfruten paso a paso este camino que vamos a transitar.

Me llamo Pao, soy una persona normal, con caracter algo fuerte creo, aunque también manejo de forma natural una simpatía que le cae bien a la gran mayoría de las personas con las que trato. Me acompaña mi sonrisa, que es como mi carta de presentación y me han dicho muchas veces que mi mirada es muy expresiva, como que puedes leer lo que pienso con solo ver mis ojos café. En lo que respecta a mi imagen, siempre fui bajita, chaparrita o petisa, no más de un metro y cincuenta y dós, algunas veces sí, un taco engaña pero no logré robar más que un puñado de centimetros, lo cual no cambió mucho realmente. Soy delgada, bastante y también si, soy presa de la balanza, hoy a la mañana, cuando me controlé el peso, no superé los cincuenta kilos, con lo cual si sumamos mi baja estatura y mi delgada figura, soy casi de bolsillo en un mundo de personas que suelen todas superarme en contextura fisica - tanto de peso como de altura -. Si eres hombre y estás leyendo esto, entonces quieres que me adelante a la parte donde describo mi cuerpo, mis curvas femeninas seguramente, pues bien, te lo contaré lo mejor que pueda, aquí va: Mis pies son pequeños, es más cuando suelo comprar calzado, usualmente consigo en tiendas para adolescentes. Mis piernas son delgadas y tonificadas, creo que se debe a que gran parte de mi vida, desde mi niñez hasta fin de mi adolescencia realicé mucha gimnasia. Mis muslos son gruesos ya que el atributo más grande que tengo hacia los hombres es mi cola, que es redonda, grande y sobresale con cualquier prenda que me ponga. Mi cintura es muy fina, es más, se notan mis huesos pélvicos, producto de mi delgadez, algo que para algunos resulta sensual o llamativo. Mi abdomen es plano, suave. Mis brazos son delgados y terminan con unas manos pequeñas, en concordancia con mis pies. Mis pechos si bien son pequeños, son firmes, duros, acompañados por unos pezones gruesos rodeados de una areolas rosadas de un tamaño grande. Mi cuello es fino, arranca desde los huesos de mi esternón que se notan y termina en mi mentón pequeño, redondeado y muy delicado. La confección de mi rostro es acorde al resto de mi cuerpo, mi boca es lo que se dice chiquita, mi labio inferior es grueso aunque mi labio superior es una frágil línea que solo crece cuando aplico un fresco pinta labios. Mi nariz es normal, respingada o suele también conocerse como celestial. Mis pómulos acompañan al contorno del rostro, dandole la forma de diamante. Mis ojos son pequeños, color café como les conté líneas atrás, nunca tuve la suerte de tener unas grandes pestañas ni tampoco unas cejas muy marcadas. Soy de sonreir muy a menudo, con lo cual, mis ojos se achinan y me dan una expresión tierna y agradable. Tengo el cabello largo, algo ondulado, hasta arriba de donde comienzan mis gluteos, eso sí, me encanta pasarle la planchita, alisarlo, que se yo, me gusta más así.

Tengo veintiseis años, me casé joven, a los veintitrés. Un octubre primaveral, una jornada fantástica donde todo salió como se esperaba y mejor. De blanco, pura e inocente, virginal diría (aunque eso no fuera tan cierto jeje). Nunca había convivido, la realidad es que desde adolescente siempre estuve de una relación en otra, no sé en parte si es porque soy un target deseado para varios hombres que conozco o si también es porque no me gusta pasar mucho tiempo sola. Odio la soledad, me gusta estar acompañada, compartir, vivir, relacionarme. Post casamiento, nos fuimos al departamente que pagaríamos una renta durante los próximos cuatro años.

El primer año comenzó con incertidumbre y la verdad que tuve miedo, pero mi esposo es excelente, me hizo sentir segura y me brindó toda la confianza para sobrevivir una convivencia que me aterraba pero que se dió todo de forma tan natural que disfrutamos mucho, la vida en pareja, el sexo constante, fresco, producto de vivir solos. En ese primer año, nos conocimos mucho más, en las tareas diarias, en la intimidad y si, también hablamos de temás tabú que no todos se atreven a tocar pero por suerte, elegí una persona que tiene una mente libre para conmigo y me da el espacio para poder confiar mis más oscuros deseos y no ser juzgada. Aunque sí, siempre dejé en claro, que del dicho al hecho hay un largo trecho. Una cosa es fantasear, otra es realizar.

Días de OficinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora