Fin de Semana Para Mí

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Este nuevo episodio, les prometo algo, será muy largo pero la pasaremos super bien.

Habían pasado casi dos semanas de la fiesta de disfraces. Mi cuerpo estaba al fin recuperado. Colaboró al descanso sexual la época de navidad y fin de año y también, porque no, que estuve una semana en mis días.

La relación con mi marido se encontraba en auge, planificamos en Febrero unas bellas vacaciones en un punto geográfico paradisíaco, conseguí pasajes gracias a mi hermosa amiga y nos quedamos esperando la llegada de ese momento necesitado para descansar y afianzar nuestro amor.

Ya durante el comienzo del nuevo año, la carga laboral en verano y el flujo de empleados y gente en la oficina disminuía. Todo estaba muy tranquilo menos yo, mi cuerpo necesitaba calmar sus ansias de sexo casual de manera desesperada.

A mediados de Enero, mi esposo siempre organizaba una escapada de fin de semana con sus mejores amigos y yo siempre arreglaba algo para mi.

Desde qué mostré mi libertinaje y actitud de chica débil frente al sexo oportuno, recibía invitaciones a fiestas y reuniones donde predominaba el alcohol y la libertad de acción. Obviamente que debía medir mis impulsos, no debía ir a toda fiesta que me invitaran pero los muchachos al saber que estaría todo el finde sola, jugaron todas sus cartas para esta vez ofrecerse a visitarme o invitarme a cenar, al fin y al cabo, el próximo fin de semana, estaría sola en casa, finde largo de cuatro días.

Jorge era uno de los objetivos de operaciones que se me había escurrido en más de una ocasión. Un hombre de buen fisico con una habilidad por la cocina que encantaba, siempre llevaba cosas muy interesantes y ricas para compartir en la oficina y todas de producción propia. Su sueño era terminar la carrera de chef y abrir su propio restaurante. De veinticinco años, piel trigueña, carilindo, galantería que brotaba por sus poros. Su cuerpo escondía un fabuloso torso trabajado y unas extremidades fibrosas, para ser alguien que cocina mucho, seguía una dieta estricta que lo hacía tener su musculatura magra. Esa parte, la física, era un diez. Su actitud y caballerosidad, otro diez. Su mente algo pícara, era sin dudas el terreno a explorar. Hablamos, cambiamos números y quedamos en contactarnos el finde.

Los demás pronto se enteraron que la secretaria petisa culona iba a estar disponible, sin marido cerca, todo el finde. Julian me invitó a cenar el viernes, era atractivo y encarador, sin vergüenza, eso me gustó y su humor me provocaba alegría. Acepté su invitación con gusto un miércoles y quedamos que el viernes nos encontraríamos en un restaurante cercano a mi departamento.

Hablaba a diario con Jazmín y cuando le conté que quedaría sola esos días, me propuso hacer un día de chicas el domingo, comeríamos algo rico, engordante, mucho vino, hablaríamos de todo y pasaríamos tiempo juntas. Ella el lunes a la madrugada tenía que tomar un vuelo. Obviamente accedí, era una gran amiga que en poco tiempo me conocía más que muchas personas de toda la vida.

El jueves Agustín, uno de los clientes nuevos que visitaba la empresa seguido y con el cuál no nos costó entablar una buena onda y tener afección, me contó que desde el lunes estaría sólo porque su novia se iba de viaje con sus amigas al caribe. Dudé unos minutos, intercambiamos números de teléfono y quedé en enviarle un mensaje para juntarnos a compartir una tarde.

Llegó el viernes, y durante el día, me encontré a escondidas con Marcelo en la terminal C y le di una hermosa mamada. Era nuestra rutina semanal, él se cargaba de leche y yo para ser precisa, lo deslechaba una vez por semana, o con la boca o dándole la cola sin reparos. Me encantaba que me coja y así me aseguraba retenerlo como aliado al supervisor en jefe de toda la parte de operarios. Yo le sacaba la calentura y él estaba siempre para mí. Nuestra relación era puramente física y así queríamos mantenerla. Después de quince minutos de saborear su verga, me bebí todo su esperma. Continuamos nuestras labores como si nada.

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