Super Héroes - Parte 1

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Se acerca fin de año, una época maravillosa de fiestas, reencuentros y despedidas. Todos con la más que justificada razón de dejar el año atrás y poner lo mejor en el próximo. El veinte de diciembre, sábado, era la fiesta de disfraces de los operarios. Alquilaron una quinta, con un salón con luces y una barra con cerveza tirada y tragos por doquier. Faltan dos semanas y tengo que conseguir mi disfraz.

Las cosas con mi esposo habían vuelto a andar sobre ruedas. Siempre me enamoro de él y me hace sentir segura, protegida y por sobre todo amada. Otra vez volvió a sacar el tema de las fantasías y hablando mucho de sumar a un tercero a la cama en breve. Yo no le decía que no pero tampoco le decía que sí, más bien lo dejaba con el mensaje de que lo consideraba posible pero tendríamos que coincidir en el tercero, estar cómodos y tener garantías que lo nuestro no se arruinaría. Ya lo sé,  estas leyendo esto y pensas lo peor de mí,  pero no, en cierta medida lo protegía incluso de mí.

Él ya estaba al tanto de la fiesta de disfraces, incluso podía venir conmigo pero hay algo en esta relación que siempre les digo, de tanto en tanto me encantaría que hiciera conmigo algo distinto. El día de la fiesta había él decidido ir a un recital, con lo cual, pensé en opciones para no ir sola pero eso podría llevar a que no pudiera disfrutar como ustedes y yo saben que me gustaría.

Mis compañeros me sugerían distintos disfraces,  ángel, diablita,  gatita, policía y otros más todos típicos de la mente perversa del hombre y sus locas fantasías sexuales. Me debatí entre gatita, ser una felina sexy o un demonio sexy. Finalmente,  yendo de compras lo conseguí, piloto con muy poca ropa. Ideal. Excelente. Me pareció oportuno para una fiesta rodeada de gente que trabaja en el aeropuerto.

El día llegó,  mientras me daba mi baño de inmersión relajante, mi esposo se fue de camino al recital,  no volvería hasta el otro día. Entró al baño, y otra vez hizo el mismo error,  me pidió que se la chupara antes de irse.

La verdad que no me inspira nada que venga y saque su pija, deliciosa por cierto, y me pida que le haga el favor,  pero si, esposa dedicada, amorosa y siempre para su esposo,  se la chupé un rato hasta que se vino en mi boca. 'Tragá amor' - pidió y con desgano le mostré mi lengua llena de su lechita espesa y mirándolo fijo, glurp, adentro todo su juguito. Un gusto agrio que casi me dan arcadas, pero por suerte, pude lograrlo. Claramente esa situación me dejó un poco caliente. Me depilé bien la concha y el culo, las piernas hasta estar toda pelada.

Era temprano, dos de la tarde así que aprovechando una hermosa tarde de sol, decidí darle más color a mi piel, cubrí con un pañito mi zona vaginal y me puse en la reposera en el balcón,  anteojos de sol y todo libre,  a broncearse. Al cabo de media hora, me puse boca abajo con la cola para arriba.  'Tremendo culo vecina!' - escuché desde uno de los balcones aunque no moví mi cabeza para buscar desde donde, solamente me reí y disfruté el halago.

Entrada la media tarde,  me fuí a la cama y me dormí dos horas de siesta. Tenía que estar con la batería cargada al cien para disfrutar de una fiesta que prometía demasiado y que entrada la noche, se tornaría memorable.

Desperté como a las ocho, me preparé un café bien cargado y decidí volcar en la cama mi outfit. Voy a intentar describirles con todos los detalles que pueda, porque en esta noche calurosa, así voy a salir de casa y así voy a volver cuando amanezca. El disfraz consta de un vestido azul super corto que apenas cubre del todo la cola,  o sea, me agacho y se sube dejando nada a la imaginación. El vestido es hermoso, pegado al cuerpo y tiene un mega escote que descubre la unión de ambos pechos hasta el ombligo.  Un gorrito de capitana, unos guantes y yo le sumé unas sandalias negras con taco chino divinas.

Me arreglé,  alisado hecho, maquillaje completo,  uñas de color rosa en manos y pies,  tanga de hilo blanca, corpiño no, rompía la magia del disfraz,  me puse mis joyas, me rocíe de mi mejor perfume, tomé la cartera y salí a la cochera a buscar el auto. Me crucé con dos vecinos que son un matrimonio joven, nos saludamos y noté como él, me comió con la mirada varias veces y noté también como ella lo notó. Alguien tendría una noche conflictiva y no sería yo.

Días de OficinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora