Coger, Gozar, Acabar

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Pasos calculados con cada nota del bajo que tronaba en los oídos de esos hombres. Mis muslos subiendo y bajando, mis piernas volando, atreverme a acercarme y rozarlos. Sugerentemente me subí el vestido, dejando expuesta mi cola cubierta por el fino hilo de la tanga y me froté intensamente durante unos segundos al ritmo de la melodía sobre el regazo de Felipe, siempre dandole la espalda a él y mirando fijo a Tomás.

Sin bajarme de Felipe, subí mis pies al regazo de Tomás, permitiendo que quitar mis sandalias, dejando mis suaves pies desnudos. Me acarició cada curva de mis dedos y mi empeine hasta tomarme del tobillo y llevarse mis dedos a su boca. Oh, que excitada ya estaba. Me levanté, agarré la botella de vodka y le di un sorbo, corto para desinhibirme aún más.

Seguí bailando, lento, suave, sexy. Me puse entre medio de los dos, de pie en el sillón. Ellos podían contemplar mi culo y mi concha aún protegida por la ropa interior. Meneé las caderas y comencé a bajarme el vestido. Tomé sus manos para que me ayudaran y lentamente, con ese rock and roll de fondo, quedé en corpiño y tanga frente a dos hombres que me iban a comer en cuestión de minutos y aunque no lo sabía, me harian suya más de una vez en mi propia casa.

Me dejé caer entre medio de ellos y el concierto de manos en mi cuerpo comenzó. Cerré los ojos y apoyé mi cabeza, dirigiendo mi rostro hacia el techo. La canción terminó y empezó 'Pour Some Sugar On Me' de Def Leppard. El show continúa y de la mejor manera, Felipe comenzó a rozar con sus dedos mi concha babosa por arriba de la tanga que ya empezaba a filtrar mis fluidos. Abrí las piernas para que tenga un mejor alcance. Tomás lentamente bajó mi corpiño para descubrir mis tetas, ya duras, mis pezones tan erectos que casi alcanzaban el centimetro de longitud, mis areolas rozadas y erizada su piel en todo su esplendor. Sentir su lengua, devorandome. Dios, si esto no es placer, nunca sabria lo que era. Incliné mi cuerpo hacia adelante y Felipe desabrochó mi corpiño, dejandolo caer en mi pelvis para luego quitarlo bruscamente y revolearlo al medio de la alfombra de bienvenida de mi casa. Ahí estaba yo, siendo picoteada por dos hombres, en mi sillón, casi desnuda y con la boca abierta de gozo.

Me reí cuando intentaron besarme, primero uno, luego el otro. Esquivé esos besos calientes para pedirles que se pararan frente a mí, para lo que iba a hacer eso sí, tenía que priorizar la comodidad antes que las ordenes de mi libido. Ambos se pusieron de pie frente a mí, me encantó Felipe, que se notaba que se había mojado su jean con ese delicioso liquido preseminal que probaria en unos momentos. Mi mirada bailaba de un par de ojos a otros, mientras mis manos acariciaban cada una entrepierna distinta. Con astucia, bajé ambos cierres y saqué a la luz esas dos pijas hinchadas, coloradas, calientes y largas. Los miré fijo mientras se las acariciaba, las tomé con mis manos y los masturbé brevemente, estimado lector, si hubieran visto desde mi punto de vista las caras de esos hombres, se daria cuenta que estaban experimentando algo irrepetible y no pestañeaban con tal de no perderse nada. El hombre es cien por ciento visual en cuanto al sexo, mientras que nosotras somos sensoriales. Lo que a ellos les gusta ver a nosotras nos gusta sentir asi que con una mirada depravada, besé el glande de Tomás y lo succioné con mucha paciencia mientras mis ojos apuntaban a los de Felipe, luego procedí a la inversa. Sentía como se contraía cada pija cuando se las chupaba suavecito, despacio, casi pausando cada succión que hacía mi boca. Junté ambas vergas y sin descuidar sus expresiones, abrí la boca y lentamente las dos se interiorizaron en mí, cubriendolas de saliva y mimandolas con mi lengua en un torbellino de lujuria.

Se imaginan estar en la casa de la secretaria con la cara más angelical, que encima es una mujer de bien, casada, que esa mujer petisa, sexy, inteligente, esté sentada en un sillón haciendo una doble mamada y que la esté haciendo como si fuera su talento natural? Bueno, eso estaban viviendo estos muchachos y yo lo disfrutaba con ojos cerrados, sintiendo ese juguito que entre succión y succión, tragaba y alimentaba a la ninfomana que llevo dentro. Por favor, siempre soñé con dos pijas al mismo tiempo y la verdad que ahora no quería dejar de soñar.

Días de OficinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora