Mi nueva vieja vida seguía normalizandose. Si bien sentía la falta de sexo casual, mi vida matrimonial cubría bien todos los aspectos y estaba contenta. En la oficina, resistía alguna que otra invitación a alguna fiesta o salida. Estaba enfocada en mi marido. Mantuve obvio, mi amistad con Jazmín, ella iba a casa, nos juntábamos a tomar algo, nada, le conté mis problemas y ella me sumaba mucha calma y ayuda para sobrellevarlos y enderezarme un poco. Habíamos sido amantes, si pero también éramos amigas.
Les voy a contar algo que noté, cuando llevé a mi amiga a casa la primera vez que coincidieron y estaba mi esposo, noté que él la miraba mucho y le dedicaba mucha atención las primeras veces. Nada, eso.
Un sábado por la mañana, salimos con mi esposo a comprar algunas cosas por el centro de la ciudad. Víveres y otras cosas menos necesarias, caminábamos por una de las calles laterales a la calle principal donde están todos los negocios, por una calle donde pasan distintas líneas de bus locales. Les juro, seríamos seis personas en dos cuadras caminando. De pronto pasó un bus y desde una ventanilla alguien gritó agrediendo: 'Cornudooooo'. Me helé, me sentí aludida y me di cuenta que el insulto era para él. Creo que él también lo notó así pero decidió disimular.
Las semanas pasaron sin sobresaltos. Un martes de Noviembre llegué tarde, había mucho tráfico y la vuelta a casa con tormenta es complicada, hay que tener mucha precaución. Llegué cansada pero con muchas ganas de verlo. Al abrir la puerta del departamento, encontré todo apagado salvo la luz del celular de él y a él sentado a oscuras en una silla al final de la simple mesa del comedor. 'Hola amor que manera de llover!' - le dije mientras dejaba mi cartera y colgaba las llaves del auto. No me contestó. 'Estás bien?' - le pregunté con un tono de preocupación. Acto seguido subió el volumen de su celular y escuché mis gemidos y la frase: 'Donde querés la lechita putita hermosa?'y mi voz diciendo: 'En la boquita papi'. Me congelé. Era un video de un minuto, donde se me veia a mi en un trío la noche de la despedida de soltero. Cabalgando a un tipo y chupando a otro mientras un tercero paseaba con su celular y me acariciaba mi cuerpo desnudo y maltratado. Me puse nerviosa y temblaba. 'Cuándo pasó esto?' - me dijo. Frío.
'Hace mucho...' - dije sollozando. 'Por qué? Qué te hice? - dijo claramente en un tono que practicó y meditó todo el día. 'Me mandaron esto a mi correo, al principio no quise abrirlo pero no aguanté y lo vi. Sos vos, no hay dudas, te cogiste a todos estos flacos como si nada. Como si yo no te importara.'
Me mantuve en silencio, dándole el espacio para el desahogo. No me gritó, no se enojó, no, nada de eso, se decepcionó. Mucho.
'Perdoname,...' - supliqué. Quise abrazarlo pero él no quería ser abrazado, no al menos por mí. Salió al balcón cerrando tras él la puerta ventana. Se encendió un cigarrillo y se quedó en silencio. No sabía que hacer. No sabía. Todas mis mentiras me habían llevado a ese punto y no podía escapar con nada de lo que se me ocurriera. Tenía que afrontar mis consecuencias.
Salí al balcón, me senté frente a él aún con mi uniforme de trabajo. 'Podemos hablar?' - rogué casi susurrando. 'Si, solo si me contás la verdad'. - agregó él. No podía contarle todo. No me animaba. Lo destruiría y destruiría nuestro matrimonio. Como juntaria valor para contarle que estuve con tantos hombres en tan poco tiempo, tal vez incentivada por su estímulo de sembrar esa semilla de depravación en mi mente por tanto tiempo pero si por liberar a mi bestia interior que disfrutó cada minuto que tuvo sexo sin compromiso con cualquier persona. Podría culparlo un poco, pero no, yo fui, yo quise y yo hice. Le conté de esa noche, la de la despedida de soltero. Ahorré detalles. Culpé lo que pude, al alcohol y a que me dejé llevar. No emitió palabra.
- 'Con cuantos estuviste?' - preguntó.
- 'No, pará, no me hagas hacer esto por favor' - rogué.
- 'Contéstame Paola, a cuantos te cogiste esa noche?' - insistió.
- 'Tres' - mentí.
- 'Les chupaste la pija, no?' - indagó.
- 'Si..' - respondí mordiendome las uñas con los ojos brillosos y nerviosa.
- 'Tragaste?' - preguntó.
- 'Si, solo un poquito de uno' - admití. Mintiendo otra vez.
- 'Usaste forros?' - exigió.
- 'Siempre' - volví a mentir.
- 'Te acabaron adentro?' - me dijo.
- 'Si, pero con el forro puesto' - dije mientras dos gotas caían por mis mejillas.
- 'Te hicieron el culo?' - la pregunta que creo que más le importaba.
- 'No. Nunca. Solo con vos y lo sabes. ' - fingí seguridad y volví a mentir. Creyó mis palabras.
- 'Te cogió alguien más además de esa noche?' - a quemarropa.
- 'No.' - mentí mientras por mi mente se reproducían mini clips de todos mis polvos.
- 'Ok' - gélido.Los siguientes días fueron totalmente olvidables. Días fríos en plena primavera, oscuros a plena luz del día, depresivos, solitarios. Estaba sola con mis pensamientos. Él no me hablaba. Eramos dos desconocidos conviviendo. El amor salió por ese balcón esa tarde para tomarse un descanso y aún no había vuelto. Nos amábamos si, pero mi accionar fue demasiado para él. Yo esperaba impaciente que no me dejara.
Pasó una semana y yo había llegado del trabajo antes que él, decidí agasajarlo, preparé una buena cena, pastas caseras rellenas, vino y postre. Él llegó y se sintió a gusto. Aún estaba frío pero se mostró dispuesto a compartir esa cena dedicada a él. Hablamos de trivialidades y luego pasamos a la habitación. Nos besamos, mi beso era ardiente, el de él era helado, sin pasión. No aguante más.
'Qué tengo que hacer para que me perdones? Si. Me equivoqué y acá estoy remando en dulce de leche todo esto.' - dije angustiada. 'Ahora es mi culpa? Vos estas sufriendo y yo no?' - me dijo. 'Qué tendría que hacer cogerme otras minas? Eso?' - agregó. Lo miré y le dije: 'Si con eso te sirve para perdonarme, hacelo. Yo no me imagino la vida sin vos Agustín.' - rematé. Punto para Paola. Gané una discusión acudiendo a la sinceridad total.
Me miró sorprendido y a su vez, enternecido por mi postura de derrota frente a él y por plantear que haría lo que fuera por salvar nuestro amor. 'Ya veremos si es así.' - me dijo y me hizo el amor. Brutal, furioso, me puso en varias poses y me penetró la vagina y la cola. Yo gocé, necesitaba esto. Sacó su verga de mi concha irritada después de quince minutos de bestialidad y me dijo: 'Ahora tomate mi leche'. Estaba desahogandose, enojado pero eso a mi me gustaba, esa dominación a la que me ponía. Obedecí, terminó con su chorro espeso en mi boca.
Agrio. Asqueroso. Me lo tragué todo. En silencio. Me miró fijo mientras limpiaba su semen de su pija con la boca. Ahí estaba desnuda, sumisa, arrepentida. Me acarició la cabeza. 'Te amo Paola'. Reconciliación leve, pero todo se fue acomodando. Nuestra vida continuó mejorando. Había más diálogo, más sexo y más amor de a poco. Otra vez el sol brillaba para nosotros.
Me quedó en la cabeza dando vueltas la posibilidad de él cogiendose a otras mujeres. No quería compartir a mi marido con nadie, pero no estaba en posición de decirle que no. Noche tras noche me iba a dormir con esa imagen, la de él buscando alguna puta como yo o tal vez más linda y más joven, sin nada que perder más que disfrutar de comerse un casado, un hombre prohibido. Tenía que hacer algo. Jazmín.

ESTÁS LEYENDO
Días de Oficina
FantasyHola, soy Paola, tengo 26 años, me casé a los 23 y a los 24 me convertí en hotwife.