Como Preparar Un Polvo

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Inhalar. Exhalar. Inhalar. Exhalar. Que ejercicio sencillo y automático de nuestra existencia. En este episodio, te contaré la receta sobre cómo preparar la situación para un encuentro casual, espontáneo de sexo duro y desenfrenado.

Paso 1: Inocencia inconsciente

Este paso es sencillo, me basta con mostrarme ajena al doble sentido, ingenua. Mis compañeros siempre fueron de darme constantes mensajes de doble vía, ambiguos con segundas intenciones. Acá es donde el catálogo al menos para mí, está libre para elegir cuál de todos entraría en mi juego y sería parte de esta receta desbocada y descarada de seducción y erotismo.

Tomás, si, ese, ya elegí. Ya tengo el ingrediente principal, ahora vamos a sazonarlo un poco con palabras y actitudes de una mujer inocente.

Tomás solía llegar a las ocho, mientras que yo ya contaba con la llave de la oficina y siempre abría la misma alrededor de las siete cuarenta y cinco. La siguiente persona era Andrés, que llegaba alrededor de ocho y veinticinco porque era el horario que lo dejaba el bus en el aeropuerto.

De a poco en un ámbito laboral, uno tiende a tener afectos y más afinidad con unos que con otros, con Tomás me llevaba bien, tenia algo más allá de lo físico que me atraía y era uno con quién siempre hablaba en la mañana y recién en el almuerzo.

- 'Desayunaste peti?' - dijo Tomás de forma agradable.
- 'No, vas a preparar algo?' - pregunté de forma desinteresada.
- 'Cafe, querés un poco? - me dijo mirandome mientras yo dejaba mi cartera debajo de mi escritorio.
- 'Dale, por fa' - le dije haciéndole mirada inocente.
- 'Lo cortas con leche?' - preguntó y le respondí: 'No, no, no tomó leche.. con el café ' y él comenzó a reir y me dijo: 'Sos tremenda eh...' y yo fingí no entender hasta luego hacerme la ofendida en sentido figurado y diciéndole: 'Ayy sos un mal pensado, tenés la idea fija vos!'.

Fue, preparó el café y a las ocho en punto me escribió por el mensajero web interno del trabajo: 'Venis peti? La leche te la doy después jajaja' seguido de un emociones guiñando el ojo y sacando la lengua. Le respondí con un 'jajaja' y un minuto después un 'Yendo!'.

Esta escena se repetía a diario. Sus chistes de doble filo y yo que simulaba no captarlos rápidamente. Una semana después, luego de tantos idas y vueltas matutinos, logré plantar en él las palabras justas para hacerme una pregunta que daría pie al paso 2: 'nono, no te creo, vos te haces la santa y alguna te habrás mandado! O me equivoco? Me vas a decir que vos nunca hiciste nada indebido?' - indagó curioso.

Paso 2 - Palabras y evidencias

Ahí nomás me animé y le conté que el último año me había sacado fotos con lencería de encaje que me habían regalado, fotos según creía yo, bastante provocativas. Obviamente, es hombre, es calentón y en una mañana fría, uno a uno, insistía con que le mostrara.

'No las tengo acá, están en mi computadora en casa...' - le dije sonrojandome. Me dijo: 'decime que mañana las traes y me mostras'. 'Se me ocurre que me pases tu número y te las puedo pasar si queres, no, mejor las traigo y te muestro' - le dije, primero dándole la idea de pasarle desnudos míos por privado fuera del horario laboral y luego arrebatandole esa idea pero mostrandole interés por compensarlo, cuando en realidad pensaba en mí y en lo mucho que me gusta sentirme deseada.

Un jueves, llegué temprano como siempre, abrí la oficina pero Tomás no había llegado, estaba enfermo y no había ido a la oficina, con lo cual, le envié un mensaje: 'Espero que te mejores. Te extrañé hoy.' y adjunté una foto mía, en portaligas negro con una tanga diminuta, de pie, de espaldas, mirando de reojo y sonriendo sugestivamente. La respuesta no se hizo esperar: 'Nooo, me enamoré mal de vos eh! Mañana voy y me mostrás el resto? Besito.' me respondió excitado. Sonreí y mi entrepierna tomó un calor inesperado, mis palpitaciones aumentaron y me subió una adrenalina impensada, mal calculada, porque nunca antes había hecho eso en esta última relación - si, ahora lo sabe querido lector, lo he hecho antes, fui infiel reiteradas veces y nuncamearrepentí - y me encontraba sonrojada pero no por vergüenza sino porque mi erotismo se había elevado subitamente.

Días de OficinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora