Gemelos - Parte 2

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Llegué a la quinta. Me recibió Rodrigo y Gregorio. Yo estaba con unos leggings gris claro capri, unas zapatillas de lona,  una remera, buzo y campera. Frío,  mucho frío. Me hicieron pasar a escondidas a un cuarto sin que nadie me pueda ver. 'Los chicos ya estamos todos. Cuando estés lista, avísame por teléfono.  Tenés el playlist?' - me dijo Rodrigo. - 'Si, es este y le di un pendrive ya preparado' - respondí y comencé a vestirme. 'Te traigo algo para tomar?' - me preguntó Gregorio. 'Vino? Hay?' -  dije, necesitando perder mi inhibición. 'Tinto o blanco?' - me preguntó de nuevo Gregorio. 'Blanco' - le dije mientras me sacaba el buzo. Pasaron unos minutos y apareció Rodrigo con una botella de blanco dulce bien frío y dos copas. 'Tomá, yo te hago el aguante' - me dijo mientras llenaba su copa, después de llenar la mía y alcanzarmela. Me tomé dos copas seguidas y el vino hizo lo suyo,  entré en calor. Rodrigo seguía ahí y yo más suelta, me saqué el legging y la bombacha detrás de una mesada, me puse una micro tanga roja y un pantalón de cuero. Me coloqué unas medias de red rojas con portaligas y unas botas cortas con taco aguja bien alto. Cuando me saqué la remera y quedé en corpiño,  Rodrigo me miró las tetas como relamiendose. Me reí y le dije: 'Estoy nerviosa'. 'Tranquila,  ya con eso los vas a volver locos' - haciendo referencia a mis globos gigantes y para subir todo más de tono, me saqué el corpiño y me puse uno muy chiquito de color rojo a tono con la lencería. Cuando vio mis tetas libres se incomodó para bien. 'Wow morocha... Estás terrible' - dijo y sin disimulo acomodó su verga. Eso me encantó. Me maquillé mientras tomé otra copa. Solté mi pelo y le pedí ayuda para abrochar mi camisa blanca. Sus manos temblaban cuando tuvo que abotonar cerca de mis pechos. 'Qué?' - le dije haciéndome la desentendida. 'Hacete la boluda...' - me dijo riéndose. Ya estaba lista. 'En diez minutos vuelvo,  voy a hacer que todos se sienten y te preparo la silla, cuando empiece la música, entrá por la puerta principal y empezá. Te va?' - ordenó. 'Si...' - le dije mientras acomodaba mi escote y le miraba la boca.

Comenzó Love Hurts, antes de entrar, me imaginé a todos sentados tipo público de teatro y lo que sería mi escenario adelante de ellos, yo bailaria y todos contentos. Entré, estaban en ronda y la silla donde bailaria estaba en el medio. Diez tipos excitandose conmigo solo con lo que ven. Ya eso me gustó. Empecé a mover mis piernas y mi cola lentamente. El pantalón de cuero apretaba sobrenaturalmente mis glúteos  y en la luz que había parecía que en realidad estaba pintada mi cola de negro brillante. Sus miradas devorandome de a poco. Mis pantalones volaron en la segunda canción. Bailé silla por silla y dejé que sus manos acariciaran mis piernas y mi cola. Logré identificar al comprometido, guardaría la última canción para él.

Que linda sensación, todas esas manos que tocaban a la pasada mi cuerpo. Yo meneaba y agitaba mis piernas. De pronto,  me puse en cuatro y fue gateando hacia el agasajado, justo cuando terminó Love Hurts. Esperé unos segundos y empezó Crazy, me incorporé solo el torso y me saqué la camisa, se la revoleé hacia su silla. Mis pechos firmes y grandes rebotaban como queriendo soltarse. Sus expresiones de deseo me motivaban aún más. Seguí bailando, apretaba mis tetas, los acariciaba,  les movía la pelvis haciéndoles el gesto del tan necesitado sexo. Algunos gritos masculinos bien groseros alimentaban mi show. Me senté en la silla y abrí bien las piernas,  los músculos de mi ingle se tensaron y mi tanga se me incrustó más en mis labios. Terminó Crazy. Ellos bebían y se emborrachaban mientras mi cuerpo serpenteaba a su alrededor.

Me agarré de la silla,  del respaldo y abrí las piernas en modo helicóptero, la tanga de hilo difícilmente cubría mi ano rosado. Cherry Pie sonaba estruendosamente. Miré a Rodrigo, su mirada me comía segundo a segundo. Me acerqué a él y  dandole la espalda, bajé de atrás mi tanga descubriendo mi cola carnosa,  voluminosa ya transpirada de tanto moverse. Tomé sus manos y las puse en mi cadera. Presioné a propósito contra su ingle,  oh Dios, que excitado estaba ese pibe. Sentí su bulto crecer en mí. Subí y bajé simulando una penetración. Que rico.

Días de OficinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora