Finalmente recibí la invitación a la fiesta que organizaban la empresa para la que trabajaba y otras tres más. Importante. Imponente. El lugar no lo conocía pero mis compañeros me contaban que era mágico, la ambientación, la música, el show, la comida, la bebida con barra libre y los regalos que nos llevábamos.
En dos semanas sucedería el evento y fingí no estar muy convencida de ir para que mi esposo me insistiera y me convenciera de ir y pasarla bien.
De mi oficina iban todos, nadie se lo perdía y por lo que supe, de las otras oficinas también.
La invitación era exclusiva para empleados, sabor agridulce para mí que por un lado quería que mi marido estuviera en la fiesta, lo que me daba cierto morbo que socializara tal vez con alguien que ya me haya visto desnuda en las poses más sensuales. Por otro lado, ir sola, vestida para matar, beber y disfrutar sonaba como un excelente plan - ustedes que están leyendo supongo que sabrán que ideas tengo en mente, no? - para pasar una velada ideal en un entorno de fiesta. Necesitaba una buena fiesta y como pronto leerán, la tendría de forma suprema.
La previa a una fiesta importante genera buen clima laboral. Todos están exultantes, enajenados con ganas de disfrutar y relajarse como premio de un año arduo, al fin y al cabo, la fiesta es para los empleados. Como me habían anticipado, la fiesta contaba con cuatro salones separados y una pista central donde se bailaba. El orden de eventos constaba de una recepción con cócteles y tragos, una cena en el salón asignado a cada firma y desde la medianoche baile y barra libre para cerrar el evento con una intensa lluvia de fuegos artificiales.
Hablemos del dress code: elegante. ELEGANTE. Por favor, entre las cuatro firmas eramos un total de quinientas personas, de esas quinientas, eramos cuarenta mujeres en rango de edad de veinticuatro a sesenta y seis años, con lo cual, habría cada una docena de hombres, una mujer. Entienden, no? Mis hormonas empezaron a alterarse con anticipación. Habría cuatrocientos sesenta hombres vestidos de gala. Hermoso y fascinante. Una noche pensada para mí.
La semana transcurrió tranquila en materia carnal, no tuve contacto físico con nadie, ni mi adorado esposo. En la oficina, se hablaba mucho y me hablaban mucho a propósito. No quiero sonar creída pero era una mujer deseada por más de uno y varios me decían frases del estilo: 'Vas a bailar conmigo morocha?', 'En la fiesta vas a tomar algo conmigo?', entre otras. Todas frases sanas e inocentes que alimentaban mi egocentrismo.
En las semanas anteriores de la fiesta, pegué mucha onda con tres operadores: Marcelo, Victor y Esteban. Marcelo era un hombre arriba de los treinta y cinco, de cabello corto castaño bien peinado siempre, con ojos color miel y un porte muy masculino y lleno de confianza. Tenía mucha facilidad para adularme y a mí me encantaba ser adulada en todo sentido.
Victor era calvo, con barba candado y ojos celestes, tenia unos treinta años. Destacaba su físico porque era una persona de hacer crossfit, así que era una montaña de músculos con sus dos metros de altura. Tenía una cualidad en su mirada que penetraba en mí, sentía deseo en sus ojos y una sonrisa que me dejaba embobada.
Esteban era el más joven, estaba en los fantásticos veintidos años, había entrado hacia un mes. Era delgado, carilindo y muy entrador. Siempre me decía los piropos más dulces y era quién me regalaba golosinas cada día.
Los tres se llevaban bárbaro, almorzaban juntos y compartían deportes y hobbies fuera del ámbito laboral.
Sospeché que los tres me pusieron en su
radar a fin de tener alguna chance conmigo en esa noche y a mi me encantó que hicieran eso.'A qué hora termina amor? - preguntó mi marido cómo extrañandome. Me derritió de amor, estaba ahí sentado viéndome envuelta en el toallón rosa clarito mientras alisaba mi largo cabello. 'Dice que hasta las seis de la mañana. Igual no sé si aguante tanto. ' - respondí como desinteresada. 'Capaz que a la vuelta alcanzó a alguno de los chicos, viste que Felipe y Gabriel viven acá a unas veinte cuadras más o menos, así que en una de esas los alcanzo. No te jode, no?' - dije mientras seguía embelleciendo mi pelo. 'Noo, no hay drama. Usá forros por las dudas' - dijo y se rió esperando mi reacción. 'Ayy sos un salame ' - le dije entre risas, aclarandole que son mis compañeros y nada más, pero ahí me di cuenta, tenía que pasar por el kiosco a comprar condones por las dudas. 'Bueno bebé, me voy a la casa de Guillermo, después salimos a tomar algo, calculo que tipo tres vuelvo a casa.' - se acercó, me partió cariñosamente la boca de un beso profundo mientras manoseó mis tetas y se agachó para darme un agasajo. 'Para que no me extrañes y pienses en mi' - dijo mientras separaba mis muslos. Se dan cuenta lo mal que hizo, no? Me consideran una mujer muy atractiva y sexy, que encima está por ir sola a una fiesta rodeada de hombres y él se agachó a comerme la concha durante unos quince minutos. Lo interrumpió el timbre y tuvo que irse con su amigo que lo había pasado a buscar. Yo quedé desnuda, con las piernas abiertas, empapada, caliente y con el líbido por las nubes.
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Días de Oficina
FantasiaHola, soy Paola, tengo 26 años, me casé a los 23 y a los 24 me convertí en hotwife.