Días de Oficina

Jazmín

Mis días de Felipe habían concluído hacía tiempo. Estoy tranquila, creo que hice un buen cierre, eso no quiere decir que me haya olvidado un segundo lo que ese hombre me hizo sentir hasta el puto último segundo que estuvimos tendidos desnudos en mi sillón, ahora bautizado como el sillón cogedor. Bah' bautizado es un decir, yo uso ese termino en mi cabeza nomás.

Estaba tranquila, volví a enfocarme en mi marido, no tenía pensamientos ni escenarios que no lo involucren en una sintonía buena y agradable. No había nadie más, o eso pensaba. Tenía que entender que hacer cada vez que veía a Jazmín. No creo que ser infiel sea algo fácil, lo veo como algo tortuoso, complejo de sostener en el tiempo pero si entiendo que hay una diferencia que lo hace cambiar sustancialmente. Yo siendo mujer, serle infiel a mi esposo con otro hombre es más complicado, implica desde una red de mentiras hasta un riesgo de quedar embarazada si resultás ser como yo, que pierdo los estribos en la cama y me olvido rapidamente de los protocolos del sexo seguro o al menos hago que me olvido y no los uso. Yo siendo mujer, serle infiel a mi esposo con otra mujer, es más disimulado porque nos escondemos bajo el manto de la amistad que transformamos en encuentros sexuales desmedidos.

No quería dejar de vivir este romance eterno con mi voluptuosa rubia amiga pero tampoco quería que condicionara mi matrimonio porque yo soy una persona que le cuesta poner un freno. Ahora, les reconozco a ustedes que ya leyeron hasta acá, me encanta el sexo, en todos sus estilos con hombres y con ella, asi que si es por el tema de coger, no puedo parar, pero con ella me sucede que me siento resguardada desde un lado intimo, femenino, delicado. Puedo estar desnuda frente a ella y hacer mi vida sin tener que caer en nuestros deseos más primitivos de inmediato, cosa que nunca me va a pasar con un hombre. Me volví tan objeto sexual para el sexo masculino que aún con poca ropa, no ven otra cosa en mí, salvo ya saben quién.

Jazmín me desnudó el alma, con su simpleza, su erotismo, su verdad, su forma de ver la vida y disfrutarla. Me enseñó que un buen amante no necesariamente tiene verga. Amaba a esa mujer y todo lo que representaba para mí al ser alguien del mismo sexo con la cual tenía una relación más allá de la amistad.

Un viernes feriado de Febrero,  Jazmín me invitó a su departamento. Llegué cinco minutos después de la hora pactada. Me había puesto un minishort blanco y una camisa azul, la cual descuidé abrochar los botones del escote. Mis anteojos de sol hacían tono con mis zapatillas negras de lona. Me hice dos colitas de pelo y ahí estaba. Toqué timbre y por el portero eléctrico me atendió. Subí al doceavo piso. Departamento doce E.

'Hola morocha culona' - me dijo ni bien se abrió la puerta del ascensor. Se acercó y me besó cual novio besa a su novia. 'Hola rubia tetona' - devolví el saludo.

Me llevó de la mano hasta adentro de su departamento. Nos sentamos,  charlamos y tomamos una rica merienda de masitas secas y jugos naturales. Todo estaba bien,  me sentía muy bien.

'Vamos a la terraza?' - me dijo y agregó: 'Trajiste la malla, no?'. Me había olvidado por completo. 'Noo boluda, me re colgué' - dije encogiendome de hombros. 'Tranquila, usá una mía. Vení.' - me llevó a su cuarto. Me sentó en la cama y sacó algunas bikinis muy sensuales. Elegí un modelo rojo fuerte y una color blanco. Ambas eran micro tangas y los corpiños no se ataban como las comunes sino que hacían presión en los pechos y se ajustaban como con un elástico. 'Probate,  quiero ver...' - dijo y se empezó a desvestir para ponerse una bikini también. Ella se puso una de animal print clásica,  muy cavada y el corpiño apenas cubría sus enormes tetas. Me puse la roja,  parecía pintada. 'Me encanta, te queda para el crimen.' - me dijo y me agarró de un glúteo mientras acomodaba el corpiño tocándome sin pudor las tetas. Dios, amo que me toque siempre. 'Vamos!' - agarró unas botellas, dos toallas, protector solar y unas galletitas. Yo agarré mi cartera y la acompañé.