Fiesta de Fin de Año - Parte 2

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Allí estaba, viendo a tres hombres lujuriosos acercándose como una manada de leones hambrientos y yo una gacela herida, entregada a su merced esperando que me coman. No me dieron tiempo a apoyar el celular en la mesita de noche pegada a la cama. Marcelo se sentó a mi derecha, Victor a mi izquierda y Esteban adelante mío.

En la inmediatez, comencé a sentir sus manos acariciándome,  manoseandome. Sus bocas llevarme lentamente a despertar la erupción de mi cuerpo y mis manos parecían no alcanzar para agarrar todas esas pijas aun en sus pantalones. Señalé uno por uno y les pedí que se desnudaran. El compás de sus hebillas soltandose enloquecidas,  sus calzones mojadas cayendo al piso y sus pijas duras rebotando como espadas que atravesarian al más duro enemigo y romperian la resistencia más fuerte.

Marcelo me acostó suavemente boca arriba, me agarró de los tobillos mientras yo me sacaba la tanga ya muy pero muy húmeda y un fuerte y embriagador aroma salía de mi concha, me separó las piernas mientras besaba mi hueso pelvico derecho y sentí su lengua recorrer desde mi hueco vaginal hasta llegar al clitoris y subir por mi prolija línea- más bien como una crestita fina y delicada - de vello púbico correctamente recortado. Me retorcí de placer y gemí fuerte. Lo bueno de esa habitación es que podía por fin gritar de placer y era lo que se esperaba de mí. Observé hacia el techo, el espejo gigante me daba una perspectiva que nunca había tenido, veía manos acariciar mis tetas y mis hombros y la nuca y espalda musculosa de un hombre que estaba comiéndome con muchas ganas.

Años después averiguaria sobre ese colchón.  Les cuento que era suave, esponjoso, como una nube donde se producían los encuentros sexuales más salvajes y firme, tanto que podías incluso ponerte de pie y no perdías el equilibrio. Así,  mirando hacia el espejo,  a mi lado pude ver a Esteban y Victor colocarse estrategicamente y como sus pijas quedaban a la altura de mis hombros. Que imagen que nunca borraría de mi mente, incluso hoy sigo masturbandome recordando eso.

Después de haber estado con un pijón como el de Gustavo, difícilmente me sorprendería pero ahí tenía una pija gorda, gruesa, muy musculosa, depilada y no tan larga que pertenecía a Victor y una pija joven, peluda, larga y más fina que pertenecía a Esteban. Amé lo grande de sus cabezas rosadas. Las tomé con mis manos y mientras Marcelo me hacía enloquecer de placer oral, los masturbaba tontamente con mucha rapidez.

Victor me observaba mirarlos y mirar cada tanto a Marcelo saborearme para luego tirar mi cabeza hacia atrás como queriendo hundir mi nuca en el colchón y gemir agudo,  fuerte. Esa secuencia se repetía cada pocos segundos. Literalmente,  el placer era demasiado y me daba vueltas todo, producto del alcohol y de la excitación. Creo que estudió mis movimientos porque a la tercera vez que hundí mi nuca, cerré los ojos y abrí la boca para gemir, sentí en mis labios la presión se su verga caliente y chorreante y al abrirlos, ahí estaba esa pija que veía en el reflejo, lista y expectante en la puerta de mi dulce boca carmesí.

Envolví su cabeza con mis labios como si se tratara de un chupetin y succioné todo lo que largaba, sentí las manos de Esteban levantar mi cabeza para que me metiera la pija más adentro de la boca. Como una serpiente que engulle a su víctima sin masticarla, la verga de Victor desaparecía poco a poco hasta tocar con mi nariz su pelvis. 'Aaay bebé,  que buena sos con la pija' - dijo Victor, claramente disfrutando lo que sentía pero sobretodo lo que veía.

Sin dejar de mamarsela,  senté a Esteban adelante mío y lo empuje a fin de que quedara boca arriba y cerré las piernas para que Marcelo frenara. Me di vuelta, quedando en cuatro, con mi concha y mi culo al borde de la cama y mis tacos brillando, dandole un toque cinematográfico al momento.

Me saqué la dulce y caliente verga de Victor de la garganta y lo obligué a semi acostarse al lado de Esteban. Un largo hilo preseminal quedó colgando de mi boca hasta la cabeza de la verga de Victor. Esa imagen los volvió locos a ambos. 'Uyyy petii, que linda, te gusta mucho la pija, no?' - dijo Victor. Esteban agregó: 'A ver como es eso?' y agarró la base de su pija, la puso lo más recta posible y me invitó a chuparsela.

Días de OficinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora