Las tormentas no duran para siempre así como el caparazón de un corazón frío no puede permanecer siempre intacto, a veces llega una razón para desmantelar lo que pensabas que era impenetrable y de nuevo, ese corazón comienza a latir con fuerza bajo...
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– ¡Ah, cabrón! ¿Qué es lo que tienen entre ustedes? – preguntó Aleksander masticando su manzana verde – Es que no lo entiendo, Tu besas a Chay, Chay besa a Kim y tu besas a Kim, ¿por qué todos besan a Kim? –
Wolfgang tenía la cara entre las manos – No se porque mierda hice eso, pero ahora no se que hacer – susurró – Lo besé hace dos días y no le he dicho a Chay porque está muy ocupado con la campaña, Kim a duras penas me dirigí la mirada... y yo no se que hacer con todo lo que siento, de alguna forma, haberlo besado me explotó en la puta cara todos los sentimientos reprimidos que tengo por él.
Ivan silbó – Que dilema tan jodido tienes, amigo – susurró
– Lo sé, soy un puto desastre, Ivan – estiró las piernas encima de la alfombra – Obviamente no puedo aspirar a nada más, al menos no con Kim.
Aleksander suspiró y se sentó a su lado pasándole un brazo por los hombros.
– ¿Sabes qué necesitas? Una jodida salida con tus mejores amigos, para olvidarnos de todo solo por una noche – dijo – Nada de protegidos, nada de peligro, nada sobre Kan y la loca madre de Kim, nada sobre Porchay... Solo nosotros pasándola bien.
Ivan asintió en frente de ellos – Sí, creo que eso es justo lo que necesitamos.
A Wolfgang no se le apetecía tanto esa idea pero tampoco quería negarse a pasarla bien durante un momento, ¿qué más da de todos modos? Naturalmente quería olvidarse de todo lo que sentimentalmente le jodía, sabía que eso no haría que olvidara cada cosa por la que está pasando, pero al menos despejaría su mente durante un momento y eso siempre es bueno, sobretodo con la clase de amigos que tienes.
– Podemos hacerlo mañana – asiente Wolfgang con una sonrisa – Hoy hablare con Chay y le contaré lo que sucedió entre Kim y yo.
– Bueno, ya está dicho, mañana será noche de guardaespaldas rusos en un jodido antro de Bangkok – Aleksander sonrió ampliamente – ¿Hace cuanto no salimos a divertirnos?
Ivan bufó – Hace más de un año, creo –
– Mierda, ¿no hay un sindicato tailandés donde podamos quejarnos por la explotación de trabajadores extranjeros? – preguntó Aleksander aparentando seriedad pero después se rio –
– ¿Y tu serias el que le dijera a mi papá? – preguntó Wolfgang
– Cariño, tu padre nos capa – replicó
Wolfgang sonrió y continuó comiendo la manzana que Ivan había pelado para él, hace mucho no disfrutaba un tiempo en amigos así que definitivamente le parecía la idea.
