Las tormentas no duran para siempre así como el caparazón de un corazón frío no puede permanecer siempre intacto, a veces llega una razón para desmantelar lo que pensabas que era impenetrable y de nuevo, ese corazón comienza a latir con fuerza bajo...
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Tenía que decirlo pero no lo haría en voz alta, la presencia de Porchay y Wolfgang estaban comenzando a afectarlo de alguna insana manera. ¡Lo odiaba! Ya era mucho tener a Wolfgang merodeando cerca de él todo el tiempo, ahora ese chiquillo parecía que tenía la habilidad para poner su mundo de cabeza, y tanto que él se había esforzado para que nada fuese de esa manera, para que él pudiera tener el control de sus acciones pero con Cherry todo control se iba a la mierda.
En primera estancia, y la más importante, se había dejado besar por ese chico... ¡Gran error! Nunca debió haber cedido, nunca debió caer en ese pequeño juego, debido haberlo enviado a la mierda, haberse ido pero no, él no era un cobarde, quería ver hasta donde Porchay podía llegar... y entonces lo había besado, y Kim le había correspondido, no tanto como realmente quiso, pero simplemente cedió, permitió que Porchay metiera su maldita lengua exquisita hasta el fondo de su garganta y el tuvo que hacer uso de todo su cordura o lo que quedaba de ella para no empujar al chico contra el asiento y besarlo como anhelaba.
Porque por supuesto que ese beso lo había alterado, por su puesto que no fue nada olvidable y eso era lo que más lo ofendía, que de todas las personas que había besado en su jodida vida, Porchay fue la más relevante... detestaba sentir que una parte de él era vulnerable a los encantos de ese chico.
En el momento en que dijo lo que dijo delante de Wolfgang definitivamente no fue para causarles problema, pero estaba harto de pensar que ese beso si había existido, que Porchay estaba tratando de hacer algo... clandestino cuando NO ocurrió nada importante, estaba neurótico pensando que era la segunda mierda de alguien, Kim no era ningún daña relaciones o el amante de nadie, ¡jamás! Y lo que hizo solo fue para simplificar que no le podría importar menos ese beso, aunque evidentemente... no era muy cierto que digamos y el único que se estaba engañando era Kim, lo cual potencializaba su maldita molestia.
– Khun Kim – Jaideen entró a la oficina – Khun Kan llamó, dice que quiere reunirse con usted lo más pronto posible.
Kim desvió la mirada a Wolfgang que había vuelto al sofá negro de su oficina, el guardaespaldas se colocó de pie acercándose a la secretaria.
– ¿Cuándo llamó? – preguntó
– Hace cinco minutos como mucho – respondió – Dijo que no podía comunicarse directamente con usted.
Kim miró a Wolfgang – ¿Fue por el bloqueo?
– Sí, neutralizamos todos los números conectados con Kan desde tu teléfono, así que habría peligro de rastreo o intercepción de llamadas – respondió Wolfgang – Si necesita hablar contigo, lo mejor es que se vean aquí.
