Las tormentas no duran para siempre así como el caparazón de un corazón frío no puede permanecer siempre intacto, a veces llega una razón para desmantelar lo que pensabas que era impenetrable y de nuevo, ese corazón comienza a latir con fuerza bajo...
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A Chay le encantaba broncearse, pero más que por tener un tono bonito y uniforme, le gustaba recibir la vitamina del sol y también le gustaba nadar un poco, la alberca del edifico de Kim era hermosa y grande, quedaba en azotea y básicamente era privada, estaba viendo una revista de modas y trataba de vaciar su mente de los acontecimientos recientes, su declaración ante los inminentes celos, la horrible discusión que tuvo con Kim y luego básicamente, irse a dormir sin hablar con Wolfgang, esta mañana nadie se dirigió la palabra y Chay no insistió en hacerlo, cada uno necesitaba su tiempo, él también.
No podía descubrir particularmente como se sentía con respecto a Kim, le parecía insólito que fuera una persona tan fría y... bueno también sentía un dolor horripilante por haber visto los ojos tristes de Wolfgang, sentía que había tocado una fibra que lo hirió verdaderamente, pero no podía quedarse callado, no cuando sabía lo mucho que estaba sufriendo por Kim y este solo lo confundía más. Mucho más. Y es que tal vez, todos lo estaban, incluyéndolo.
Todo este tiempo y Kim tenía completo y claro conocimiento de que Wolfgang estaba enamorado de él, y aun así... lo trataba de aquella forma, al menos hubiese sido un hombre con más tacto, Chay no podía creerlo y aceptarlo, era insólito pensar que una persona podía vivir con tantos sentimientos incrustados en el pecho mientras era apuñado cientos de veces y seguir allí, amando aquellas puñadas... no juzgaba a Wolfgang, el amor era así... dolía como el infierno, Chay estaba experimentando poco a poco.
Escuchó la puerta corrediza abrirse, miró por encima de sus gafas oscuras y vio a Wolfgang con un bermuda azul oscuro, sandalias, sin camisa y una bandeja en sus manos, las gafas de sol sobre el cabello rubio castaño y una sonrisa suave en el rostro, sus ojos no parecían tristes como anoche y eso alentó el pecho de Porchay, eso significaba que estaba un poco mejor a pesar de todo.
– Te traje un mojito de blueberry – Wolfgang ocupó una silla bronceadora a su lado – Sin alcohol, dulce como te gusta.
Chay sonrió sentándose y tirando las piernas a un lado para quedar al frente del ruso.
– Gracias, Wolfi – susurró tomando uno y llevándose el popote a la boca – Mm, exquisito.
El guardaespaldas sonrió alzando la comisura de su boca y dejó la bandeja en la mesita veraniega.
– Oye, Wolfi... lo lamento – dijo Chay suavemente – Lo que sucedió con Kim, me enferma saber que te hace daño y...
Wolfgang tomó la mano de Chay con dulzura – El problema no es Kim, bebé, el problema soy yo que he aguantado tanto pero... lo solucionaré, estaré bien.
– ¿Seguro? – preguntó suavemente mirándolo
El ruso asintió y beso la mano de Porchay – Quería hablar sobre tus sentimientos, Chay.
