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Cato

Acababa de perder toda mi dignidad ante Clove.

¿Que me había pasado? Cuando se me lanzó al cuello y me besó mi cuerpo actuó por independiente y decidió dejarse llevar. Los primeros segundos estuve en las nubes, pero caí empicado cuando ella se separó y comprendí todo.

He quedado en ridículo y ahora tengo que recuperar mi orgullo de alguna manera.

Espero unos minutos para no parecer desesperado y entró sin avisar al vagón de Clove. La encuentro tumbada en la cama y... ¿Llorando? ¿Clove sabía llorar? Ver sus lágrimas era algo nuevo para mí.

-¿Clove?

Cuando se da cuenta de que la observo se seca las lágrimas rápidamente y recupera su expresión seria. Despacio, me acerco a ella y me siento a su lado en la cama.

-¿Que? -me contesta borde.

-Espera un momento... ¿No estarás llorando por lo del beso?

-¡Eres estúpido! -dice molesta agarrando su almohada y golpeándome con ella.

-¡Vale, vale, tranquila! -digo levantándome para alejarme de los golpes.

Clove me tira su almohada a unos metros de distancia y vuelve a apoyar la espalda en el colchón.

Me acerco de nuevo y le agarro de los tobillos para tirar de ellos hacia fuera y hacer que Clove caiga de la cama al suelo.

-Vete a la mierda.

-Simpática -le sonrío yo con sarcasmo.

-¿Por qué no te vas? -me invita a salir de su vagón.

-Me voy si me cuentas que te pasa. Alomejor te puedo ayudar.

-¿Que me vas a ayudar tú? Largo.

Clove vuelve a agarrar su almohada para golpearme.

Decido rendirme. Clove no es una persona abierta ni expresiva, es más bien fría, distante y reservada. Hace unos minutos dudaba si realmente tenía sentimientos o no. Sé qué por muy mal que esté no me va a decir nada, no confía en nadie como para hablar de sus debilidades, es algo a lo que le han acostumbrado desde muy pequeña y que no puedo cambiar ahora.

-Está bien. Lo he intentado. -digo saliendo de la habitación.

Camino hacia el vagón bar, me sirvo un plato a mi antojo y me siento en la mesa del comedor.

Cuando ya estoy acabando mi comida, un hombre de mayor edad aparece en el vagón y pienso que es un intruso.

-¿Cato?

-Yo. ¿Y usted quién es?

-Charles, vuestro mentor.

El señor sonríe y se sienta conmigo a la mesa.

Tras acabar con la presentación decidimos ir directos al grano y empezamos a hablar de los juegos, estrategias y de cómo sobrevivir allí.

La mayoría de lo que dice yo ya lo sabía, en el centro de formación profesional se encargan de prepararnos para cuando llegue el día ahorrar este trabajo a los mentores, pero aún asi decido escuchar y prestar atención.

-¿Quién es usted? -la voz de Clove se acerca a la mesa.

-¡Clove! Ven, siéntate. Soy Charles, vuestro mentor...

El hombre repite todo desde cero y pasamos horas aprendiendo como no morir en el campo de batalla, que por cierto ya ha confirmado que será un bosque con un claro en el centro en el que se encontrará la cornucopia, el lugar de inicio y donde se almacenan armas, medicinas y alimento, entre otras cosas.

Es probable morir al ser atacado por otro tributo, por deshidratación si no se encuentra el río, por la infección de alguna herida, por hambre, por frío o por alguna enfermedad.

Charles también nos advirtió sobre el inicio. Todos saldremos de nuestras bases colocadas alrededor de la cornucopia. Tendremos que aprovechar nuestra velocidad para llegar antes que nadie a las armas repartidas por el centro y atacar los primeros a los tributos más lentos. Ese momento es conocido como "el baño de sangre", ya que la mayor parte de los tributos suele morir en esos primeros minutos.

Tras unas cuantas explicaciones más, el hombre decide que ya está bien por hoy y se marcha a su habitación.

-¿Asustada?

-Ya te gustaría. ¿Acaso tú sí?

-No. Probablemente seamos los mejores entrenados de allí, junto con Glimmer y Marvel si es que al final van. ¿Sabes algo?

-Nada. Alomejor no se han presentado voluntarios. En cierto modo sería mejor, no tendrían que morir.

-No los tendríamos que matar, ¿A eso te refieres?

-Muy bien Cato, eres un genio.

-¿Puedes parar ya con las ironías?

Se encoje de hombros restándole importancia y se levanta de la mesa.

-¿Ya te vas?

-Es tarde, necesito dormir.

-Dudo que yo pueda.

Ella sonríe con cansancio y se aleja hasta perderse por el pasillo.

Me acerco al bar y busco por los cajones hasta dar con algo de alcohol.

-Ven con papi.

-¿No compartes?

La voz de Charles me asusta por la espalda. Los dos nos sentamos a la mesa y nos servimos la bebida en dos copas.

-Brindemos. -dice alzando su copa.

-¿Por qué?

-Por tí, futuro vencedor de los septuagésimocuartos juegos del hambre.

-Como estás tan seguro.

El hombre ríe casi con malicia pero no termino de entender el porqué.

-¿Y Clove?

-Ella es muy buena, pero a la hora de la verdad no podrá matarte.

-¿Qué te hace pensar que yo a ella sí?

-No te subestimes, Cato. Volverás a tu casa de una pieza.

La conversación me empieza a dar mala espina, así que me retiro de la mesa y entro a mi habitación. Enciendo las luces en color naranja, da una impresión más cálida y me recuerda a mi habitación, a la de verdad.

Despejo mi cabeza de cualquier pensamiento y me escondo bajo las blancas y suaves sábanas de mi cama.

Intento dormirme, pero en realidad no hago otra cosa que dar vueltas en el colchón. Paso así lo que me parecen horas, hasta que mi puerta se abre dejando entrar a una chica morena de baja estatura que se acerca cada vez más a mí sin decir nada.

Clove levanta las sábanas y se cuela bajo ellas para tumbarse a mi lado, yo enredo mis brazos en su cintura y la atraigo hacia mí.

Con mi pecho pegado a su espalda y mis brazos arropándola, me pregunto a mí mismo qué es lo que nos está pasando y por qué nos pasa.

-Clove... -pronuncio su nombre sin saber qué es lo que quiero decirle.

-No hagas que me arrepienta. -contesta ella borde.

Se me olvidaba la mala leche que gasta la chica que tengo junto a mí. Sonrío divertido sin saber porque.

Siento escalofríos cuando ella coloca sus manos encima de las mías, que siguen abrazándole. Ahora yo hundo mi respiración en su cuello y los dos nos quedamos congelados en esta postura.

La habitación se había vuelto más acogedora, el ambiente es mucho más cálido, el aire huele mejor y hasta yo me siento algo más seguro.

Pocos minutos después, tanto ella como yo nos quedamos dormidos.

HISTORIA DEL DISTRITO 2 - Cato y CloveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora