Clove
Mientras andamos me pregunto a mí misma cuál es la verdadera razón por la que estoy aquí. ¿Cato? Nah. ¿Mi sueño suicida? No del todo.
La historia comienza muchos años atrás. Comienza con mis padres.
Desde pequeña me hicieron saber que vencer en los juegos sería la única manera de que se sintieran orgullosos de mí. Claro que yo era muy pequeña cuando todo empezó, no me daba cuenta de lo que los juegos conllevaban, así que dejé que ellos me manejaran a su antojo y organizaran mi vida por mí.
Me formé durante años para convertirme en la mejor. La más rápida, la más astuta, la más fuerte, la más ágil... Mis padres me hacían aspirar cada vez a más. A decir verdad aquello no estaba tan mal, entrenar siempre me ha gustado, así conocí a Cato, Marvel y Glimmer, personas con las que tengo esta historia en común. Pero cuando dejé de ser la número uno las cosas cambiaron en mi casa. Mi madre no me dirigía la palabra, mi padre... Eso es algo que prefiero no recordar.
Cuando se vive un infierno dentro de tu propia casa, hasta los juegos del hambre parecen más atractivos.
Me hicieron creer que los juegos eran lo único para lo que yo servía, que eran mi destino. Convirtieron los juegos en mi mayor y única meta.
Quizás todo esto tenga que ver con mi carácter de mierda, dicen que los problemas familiares son los asesinos de la felicidad.
De todos modos ya es tarde para cambiar nada. Nadie puede escapar de aquí.
—¿Clove?
—¿Eh? ¿Me has dicho algo?
—Te he preguntado qué cuál es el plan. —ríe Cato.
—Ah, el plan... No, no tengo. Pero no te preocupes, se improvisa sobre la marcha.
—¿Lo dices en serio? Clove, es un suicidio. Si tu intención fuera esa me lo contarías, ¿Verdad?
—¡Por dios, Cato!
—Lo siento. Perdón. ¿Pero lo harías? —insiste.
—No te soporto. —le gruño —Y no, no lo haría.
—Clove, va en serio. No puedes presentarte allí sin un plan. El resto de tributos estarán escondidos tras los arbustos esperando a que las niñas tontas como tú vallan allí sin un plan.
—Se te olvida algo. —Cato me mira con curiosidad —Soy la futura ganadora de los juegos, no pueden matarme. —me burlo.
—Estás loca.
—Y tu eres muy aburrido. Venga vamos, solo faltan unos metros para llegar a la cornucopia.
Retomamos el camino y en pocos minutos estamos allí, escondidos en los arbos que rodean el claro.
Bajo la cornucopia ahora había una mesa con cuatro bolsas enumeradas. La del 12, la del 11, la del 5 y la nuestra con un 2.
—¿Y ahora que hacemos? —pregunta Cato impaciente.
—Esperar. Tarde o temprano alguien acercará a por su bolsa.
Y más tarde que temprano, cuando ya casi ha acabado la hora y media que nos han concedido, alguien empieza a correr hacia la mesa.
Es la pelirroja del 5. Preparo mis cuchillas dispuesta a atacar, pero Cato me detiene del brazo.
—¿¡Que haces!? ¿¡Se va a escapar!?
—Ella no. Nuestro objetivo es Katniss.
La chica del 5 agarra su bolsa y vuelve a perderse en el bosque. Entonces aparece.
—¿Esa Katniss? —señalo a la chica que corre hacia la cornucopia.
Salgo de los arbustos y me oculto tras una de las cajas metálicas a esperar a que la chica se acerque. Cuando está a pocos metros salgo de mi escondite y hago volar una de las pocas cuchillas que me queda. Katniss la esquiva y solo recibe un pequeño corte en la frente. Me da la espalda y empieza a correr. Lanzo una segunda cuchilla que consigue clavarse en la parte trasera de su rodilla.
Katniss cae al suelo. Posiblemente se le ha partido algún tendón y no puede andar. Pero no me sirve, la necesito muerta.
Veo como rápidamente coloca una flecha en su arco y me apunta. Antes de que la pueda disparar yo ya me he abalanzado sobre ella.
La inmovilizo unos segundos mientras busco una cuchilla en la bolsa que cuelga de mi cinturón.
Mierda. Está vacía, las he lanzado todas.
Plan B. Busco en mi la cintura de mi pantalón una pequeña navaja que amarré el primer día.
Cuando doy con ella y voy a clavarla en el cuello de la chica, me encuentro con que Katniss también se ha echo con un pequeño cuchillo.
Forcejeamos unos segundos. Katniss opone resistencia a mis ataques e incluso hay veces que trata de contraatacar.
Finalmente consigo colocar la navaja sobre la piel de su cuello a la vez que mis rodillas paralizan sus muñecas contra el suelo.
—¿Qué harás ahora, valiente? —aprovecho el momento para darme gloria, llena de furia y sedienta de venganza —¿Acaso creías que podrías ganar? Solo eres una muerta de hambre que fantasea con volver a casa y cree que puede ganar solo por saber manejarse con el arco. Alguien tiene que bajarte los humos, y siento ser yo quién lo haga. Nos has quitado a Glimmer, nos has quitado a Marvel, ¿Pero sabes que? Nadie gana a Clove Kent...
No puedo acabar la frase, alguien me agarra el cuello con fuerza desde detrás.
Los primeros segundos siento como me quedo sin aire, después el chico sin soltar mi cuello me empuja contra la cornucopia con rudeza.
Me retiene allí. Soy incapaz de moverme. Su agarre no se afloja y empiezo a marearme por la falta de aire.
Logro distinguir a mi agresor, Tresh, el chico del 11. Alto, moreno, fornido. Uno de los tributos con más fuerza. El mejor en lucha cuerpo a cuerpo.
—¡CATO! ¡CATO! —me desgarro la garganta al expulsar con desesperación el poco aire que me queda en los pulmones.
Entonces el agarre en mi cuello se afloja.
Casi voy a celebrarlo cuando veo como una piedra de inmensas dimensiones se acerca fugazmente a mí.
Voy a moverme, a escapar de allí, pero no logro reaccionar a tiempo.
La roca me golpea con fuerza en las vértebras cervicales. Siento como crujen y de pronto no tengo ningún control sobre mí cuerpo. Pero no es todo, un segundo golpe destinado a mi cráneo me hace perder la visión.
Tras esto siento a Tresh alejarse, quizás para acabar ahora con Katniss.
Segundos después escucho gritos. Gritos de angustia, gritos de dolor, gritos de melancolía, gritos de Cato.
A pesar de que no le veo, hay algo que me dice que él está conmigo, que estamos juntos. Unos cálidos y fornidos brazos que no dejan de temblar me levantan la cabeza y rodean mi cintura.
—¡CLOVE!
Entre pitidos ensordecedores consigo oir su voz hundida en mi cuello.
—Cato... —susurro yo casi sin aliento.
No veo nada, no siento nada, no puedo moverme.
Entonces entiendo que es aquí donde acaba todo.
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HISTORIA DEL DISTRITO 2 - Cato y Clove
FanfictionTERMINADA La historia de los juegos del hambre narrada por los "villanos" Cato y Clove, quienes descubren que mantienen una relación de amor-odio que ni ellos mismos entienden. 24 tributos, 4 amigos, 2 amantes. Se verán obligados a luchar a muerte...